La historia detrás de mis ojos tristes

LA CARTA

(I)

Fecha:10 de enero de 2017

De: Dione Briggs

Para: Adrián Briggs

Todavía recuerdo ese día, ese mismo día en que te vi por última vez, ese día gris donde atravesaste esa puerta sin despedirte, para nunca más volver. Lo recuerdo todo porque desde ahí todo decayó por completo, más de lo que ya estaba.

Mis compañeros siempre me preguntaron por vos cuando era chica, las profesoras me incomodaban cada que hablaban de la familia por más de que lo evitaran, ellas sabían que era lo que pasaba conmigo, sabían lo que hiciste, sobre ese 29 de septiembre. Desde que lo supieron me trataban diferente, como si me fuese a romper, me miraban con lástima o al menos yo lo veía así.

De alguna forma me molestaba no tener algo tan común como un padre, algo que todos tenían, ¿Por qué yo no podía tener lo mismo que los demás? Me hacía sentir tan mal tu ausencia, tan mal que cuando hablaban sobre hacer el regalito para el día del padre en la escuela, el enojo me hacía doler la cabeza, por el odio, por la ira que me carcomía y es que... te llevaste tanto de mí el día de tu partida. Traté de buscarte, pero nunca logré encontrar un mísero rastro de vos, ni siquiera en mis sueños apareciste, como si te hubieses esfumado, como si de un fantasma se tratase, es... como si te hubieses ido con el viento.

Mamá cayó en cosas terribles después de eso, no por tu ausencia, ambos sabemos que no fue por eso, y los dos sabemos también que fue porque vos eras el que sacaba adelante a esta familia por más difícil que estuviesen las cosas. Mamá intentó venderme cuando las cosas se pusieron más graves, sé que suena irracional, pero lo hizo e hizo cosas peores. Cayó en las drogas y el alcohol después de que nos abandonaras, nunca pensó en cómo mantenernos, solo se dedicó a sumergirse en los vicios y la prostitución, metió a muchos hombres a la casa, con la intención de llenar ese vacío que vos dejaste, pero no pudo.

Lo cierto es, que tus recuerdos aún permanecen en mi mente, aunque cada vez más borrosos y difíciles de visibilizarlos, y probablemente eso sea bueno, ya que recordarte me destruye en más de mil pedazos. Mamá dijo que vos eras la persona más mierda que pudo haber conocido, y el error que cometió al haberse enamorado de vos, por más de que siempre este en desacuerdo con ella, tiene razón al pensar así, quizás si seas la mayor mierda que habita en esta tierra, si es que todavía estas en ella.

¿Qué se supone que estabas pensando al dejarme sola con 8 años con una persona como mamá? ¿Pensaste en mi al menos? ¿Quisiste alguna vez volver sobre tus pasos a buscarme siquiera?

(II)

Mis ojos se abren dejándome ver la luz del sol entrar por la ventana, mamá al parecer no está en casa, otra vez, el silencio inunda el ambiente y yo estoy tumbada en el viejo sillón del cuarto de estar, creo que me quedé dormida a mitad de la película anoche.

Alguien toca la puerta, mientras trato de que mi mente reaccione y asimile la realidad, finalmente cuando abro me encuentro a mamá recostada en el suelo, otra vez tomó de más.

-Didi, hola. -Dice sonriéndome, al menos esta de buen humor.

-Hola ma -Respondo levantándola y ayudándola a entrar a la casa. - ¿Qué paso anoche? ¿Por qué no llegaste?

-Tuve unos inconvenientes en el trabajo. -Ríe- Inconvenientes que palabra más rara, ¿No te parece, Didi? – Me mira con una expresión feliz, si tan solo fuese así estando sobria.

-Ma, necesitas descansar, estas diciendo cosas sin sentido.

-Ay no, no quiero descansar, vamos a tomar algo, unas cervezas, anda a comprar. -Agarra su billetera para darme un poco de plata.

-No, no. -Le saco la billetera y la dejo a un lado- no vamos a tomar nada, vas a dormir y cuando estés sobria podemos hacer lo que quieras.

-Dije que no quiero dormir, anda a comprarme unas cervezas. -dice levantándome la voz, en su rostro ya no está esa expresión alegre de hace un momento atrás, en su lugar hay una sombría y llena de ira.

-Deberías descansar, ma, es...

-No me importa que debería y que no debería hacer Dione, la adulta acá soy yo, no vos, así que agarra plata de mi billetera y anda a comprarme unas cervezas sino queres que te pegue.

-Está bien.

Salgo de la casa con la esperanza de que al volver mamá esté dormida en el sillón... o también de que algún auto que venga a gran velocidad se apiade de mí y me atropelle, cualquiera de las dos ideas estaría bien.

Al terminar de comprar las cervezas y volviendo a casa, siento a alguien caminar detrás de mí, trato de no asustarme ya que puede ser solo mi cabeza hasta que empiezo a escucharlo llamándome.

-Dione -Una voz masculina dice detrás de mí.

Acelero el paso sin siquiera pararme a ver quién está detrás. La persona vuelve a llamarme, y cada vez que dice mi nombre está más cerca, hasta que logra llegar a mi... toma mi brazo y me voltea hacia él.

Al verlo no logro reconocer su rostro, sus rasgos se me hacen familiares, pero no puedo asimilarlo a nadie que conozca.

Es un hombre un poco mayor, por su apariencia de unos 40 o 50 años, tiene el pelo castaño claro y ojos celestes, su piel es pálida y viste un traje negro.

-Dione, al fin te encuentro.

-Señor, ¿Usted quién es?

- ¿No te acordas de mí? , yo soy un amigo de tu papá, soy Juan.

-No, no sé quién es, perdón.

-Ay no, tranquila, no te preocupes, yo te conocí cuando eras muy chica, era obvio que no te ibas acordar, pero quiero saber cómo estuviste todos estos años, ¿Tu papá sigue llevándote a tus clases de tenis? ¿Cómo está el?

La pregunta se siente como un puñal en el corazón, es increíble como esto puede afectarme tanto.

- ¿Usted realmente es amigo de mi papá?

-Sí, lo conozco de toda la vida, ¿A qué se debe esa pregunta?




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