La respiración de Alek era bastante agitada. Y aunque casi siempre era el primero en llegar a entrenar, estaba más distraído de lo normal.
No tenía la culpa, al menos él lo creía así. Podía echarle la culpa al odioso de James Grant y su ridícula facilidad de fastidiarle la vida.
Después del almuerzo, James llegó a clase de inglés casi abrazando a Tailime. ¿Con qué derecho hacía eso si apenas la conocía? ¿Y por qué Tailime sólo tenía una sonrisita tonta en respuesta?
Alek había notado que James gozaba de hacerla reír, porque solo notaba los ligeros espasmos de la chica durante las clases.
Más de una vez, Arizona tuvo que tronar los dedos en su cara para que pusiera atención a lo que le estaba diciendo. Alek no entendía porque el afán de atraer tanto su atención, y porque después de haberse dado cuenta de que había estado hablando sola por cinco minutos, se giraba indignada con Anna, como si le hubiera hecho una grosería.
Al llegar a la alberca techada de la escuela, recargó su brazo en la pared, tomando aire. Aunque era el primer día de clases, el equipo de natación tenía que comenzar a entrenar, ya que las competencias seccionales serían a mediados de septiembre. Eso le daba mes y medio para entrenar lo suficiente, e incorporar a los nuevos integrantes del equipo. Si tenían la misma suerte que el año pasado, se llevarían las medallas de nuevo.
Entró algo entorpecido a los vestidores, donde ya la mayoría de sus compañeros tenían puesto su traje de baño.
—Buenas noches —se burló Andrew Coleman, el sub capitán del equipo de natación, mientras sacaba el gorro de natación y los goggles de su maleta, antes de salir de los vestidores.
Alek gruñó en respuesta. No estaba de humor para comenzar a fanfarronear con él. Suficiente tenía con haberse ofrecido voluntariamente a llevar un montón de libros a la biblioteca al terminar las clases.
Al terminar la clase de literatura, el profesor preguntó si alguien se ofrecía como voluntario para llevar los libros con los que habían estado trabajando de vuelta a la biblioteca. Solo porque Arizona le dio un codazo en las costillas en el momento exacto en el que se hizo la pregunta, salió un quejido de la boca de Alek, y el profesor dio por sentado que se estaba ofreciendo.
Así que en el momento en que James salió con Tailime a su lado, se terminó quedando solo con un montón de libros entre sus brazos.
Alek se detuvo en seco al notar un elemento que ni siquiera debería ser considerado en su razonamiento. Aunque aún no entendía el por qué no soportaba a James; si él nunca le había hecho nada; no sabía porque siempre lo relacionaba con Tailime.
Cuando terminó por ponerse el traje de baño, una licra gris con una franja azul a los lados, suspiró con pesadez. Justo ahora no era el momento de pensar en eso. Al menos no si no quería ahogarse en la alberca. Con la suerte que se cargaba ese día, no le extrañaría que eso pudiera pasar. Así que también tomó sus cosas y se dispuso a concentrarse y olvidarse del tema por un rato.
O al menos eso intentó hacer.
Porque al salir de los vestidores se encontró con la desagradable sonrisa del chico nuevo que hablaba con su segundo al mando. Sin muchos preámbulos, y con un severo gruñido, Alek se acercó a ellos.
—¿Qué es lo que pasa?
—Quiero hacer la prueba para entrar al equipo —respondió James.
Alek hizo una mueca.
—Las pruebas son el miércoles —fue la única respuesta de Alek, antes de dar la vuelta, indicándole a Andrew que lo siguiera, mientras comenzaba a colocarse la gorra.
—Eso ya lo sé.
—¿Para qué vienes entonces? —se burló Alek.
—El miércoles es algo complicado para mí —les informó James, a lo que Alek y Andrew se miraron entre sí, pero James no pareció desanimado por eso—. Mi agenda es algo apretada.
—Mala suerte entonces —volvió a responder Alek con sarcasmo.
—¡Vamos! Tengo mi traje de baño en la mochila —rogó el inglés como último recurso.
Alek se detuvo en seco, y que Andrew sonrió con cinismo.
—¿Por qué no le damos una oportunidad, Ivanov? —propuso Andrew—. No todos vinieron el día de hoy, y si quieres que entrenemos bien, los necesitamos a todos. Además, algo de relajación antes de la competencia no nos vendría mal.
Tanto James como Andrew miraron fijamente a Alek. Éste mantenía sus ojos azules afilados, mirando con desconfianza al nuevo. En definitiva, había algo que no le cuadraba. ¿Acaso James se estaba burlando de él? ¿Quién en su sano juicio llevaba un traje de baño en la mochila el primer día de clases?
Cansado de hacer tantas preguntas, Alek suspiró, dando a entender que no podía negarse ante tal petición, ya que Andrew tenía razón: necesitaba al equipo completo para comenzar a entrenar seriamente.
—¡Bien! —sonrió James girando ciento ochenta grados—. ¡Tailime! ¿Podrías pasarme mi mochila?
Alek miró a la chica parada en la puerta de la alberca, agarrándose el brazo a modo de inseguridad mientras veía al resto del equipo. En cuanto escuchó su nombre, levantó la vista y comenzó a caminar en dirección de los tres chicos.