La Historia Entre Los Dos

7 ⌘ Cargo De Conciencia

Alek al fin pudo dormir por la noche. 

La tarde anterior, se quedó en el entrenamiento, no nadó, ya que no podía hacerlo sin sus goggles. Sin embargo, eso funcionó hasta cierto punto para relajarlo y pensar las cosas mientras los demás hacían lo que él les indicaba. Probablemente el entrenador se presentaría para las pruebas.

Alek estaba sentado en su lugar en el salón. Recargaba su barbilla en su mano izquierda mientras que su brazo derecho descansaba en la mesa. Su mirada azul estaba perdida en el cielo despejado que se pronosticaba. No había ninguna nube alrededor y no parecía que hubiera algo que pudiera controlar el insoportable calor que el sol desprendería por el resto del día. 

Suspiró cerrando los ojos. Al menos tendrían educación física los martes y jueves solamente, por lo que esperaba que el sol se calmara un poco para el día siguiente o al menos que las nubes hicieran presencia en el firmamento.

No había pensado en el tema de Tailime en toda la noche, y creía que ese era un factor importante del por qué tan reconfortante descanso. 

Afiló la mirada por la ventana. Tenía que olvidarse de ese asunto si no quería volverse loco. 

Tailime estaba enojada con él. ¿Por qué? Porque nunca le dio la cara cuando Arizona y Anna le contaron su secreto. Pero él no podía evitarlo. Nunca estuvo interesado en ella de esa forma. Por ahora solo tenía esa molesta necesidad de protegerla en lugar de Kai, y la estúpida idea de hacerla sonreír. 

Aunque tenía que olvidarlo. Estar sentado junto a Kai después de que Tailime diera la media vuelta y se fuera le hizo darse cuenta de que era un estúpido capricho y si algo salía mal, todo se iría al mismísimo infierno. Así que borraría cualquier intención de querer acercarse a Tailime por el bien de ambos. Hizo una mueca y se centró en el interior del salón.

Pero por el rabillo del ojo notó algo curioso. 

Sin realmente haberse dado cuenta de lo que había estado pasando a su alrededor sumido en sus pensamientos, Alek nunca se percató de cuando la causante de su crisis existencial había entrado y estaba parada justo en el pasillo, entre su mesa y la de ella. No sabía cuánto tiempo llevaba parada ahí, pero por su cara, Tailime tenía ya un rato debatiendo internamente, posando su mirada fijamente en él. 

Alek parpadeó un par de veces tratando de comprender la situación. ¿Qué se suponía que estaba haciendo? 

Pero mucho antes de que pudiera reaccionar, Tailime bajó la mirada derrotada y giró hacia su asiento, colgando su bolsa en la silla y sentándose fastidiada.

Alek volvió a parpadear. ¿Qué demonios había sido eso? 

Aún mantenía su mirada fija en Tailime. Ese día había regresado a su habitual gorra roja, y solo el fleco era visible bajó este. Notó su cuerpo tenso, sabiendo que la observaba descaradamente. Alcanzó a percibir como los pequeños puños pálidos se cerraban con fuerza sobre la mesa, y su rostro se comprimía en un pequeño puchero. 

Tailime no iba a devolverle la mirada, eso lo sabía. Pero para Alek Ivanov, ese era un pequeño pero introvertido momento que no esperaba que sucediera.

—¡Buenos días! —canturreó Anna interponiéndose entre Alek y Tailime, haciendo que éste se fuera para atrás asustado por la repentina aparición—. ¿Cómo está mi capitán de natación favorito?

—¡Anna! —Alek se tocó el pecho, tratando de controlar su corazón.

Anna parpadeó confundida, pero volvió a sonreír.

—¡Oh, lo siento! —soltó una risita y trató de aminorar la situación moviendo la mano—. No quise asustarte de esa manera. Has estado muy distraído últimamente, Alek. ¿Seguro que te encuentras bien?

—No es nada —Alek se giró a la ventana, pero en automático sus ojos se enfocaron en el reflejo de la mesa de un lado, donde Tailime aún seguía tensa en su lugar.

—Pues espero que al menos en las prácticas te encuentres de mejor humor —Anna se sentó en el lugar de Arizona—. ¿Son a las tres?

—Sí.

—¿Puedo ir?

Alek se giró al oírla hablar en ese tono meloso, y la vio abrir grandes los ojos para juntar las manos frente a su cara en una clara muestra de súplica. Alek alzó una ceja y se cruzó de brazos.

—No va a ir Grant —le informó.

—¿Oh? —Anna se colocó el dedo índice sobre la esquina de su boca, como fingiendo demencia ante el comentario tan directo de Alek, y se giró para ver a la mesa de un lado. 

Sabía que Tailime estaba sentada ya ahí; por eso era que había entrado corriendo al salón para entretener a Alek y evitar que se hablaran; pero hasta ahora Anna no se había dado cuenta de que su compañero de mesa no se había presentado.

—¿Por qué no? —la pequeña se giró de nuevo para ver a Alek suspirar con pesadez.

—¿Qué voy a saber yo? —Alek la miró, bastante enfadado—. Por eso hizo la prueba el lunes. Dijo que el día de hoy no vendría a la escuela.

—Eres su capitán —Anna infló las mejillas por la renuente respuesta—. Se supone que debes de estar interesado en las actividades de tu equipo.

—Pero no soy su niñera —le respondió Alek mirándola con una leve sonrisa ante su puchero—. Mejor dime cómo les fue en las pruebas de ayer.




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