Después del campamento, fue tiempo de regresar a la realidad, a la forma en la que siempre habían sido las cosas.
Alek solo había alzado la vista cuando Tai entró al salón con el famoso gorro por el que habían regresado y arriesgado su vida a ser devorados por un montón de perros salvajes. Con el cabello suelto para cubrir el vendaje que le cubría la mitad de la mejilla derecha.
Además de eso, todo parecía haber regresado a la normalidad. No se miraban durante clases, mucho menos se dirigían la palabra. Ambos actuaban como si no existieran el uno para el otro.
Asher alzó una ceja cuando vio a Tai mirando la pera que había tomado de la bandeja de comida.
James se encontraba a un lado de ella bromeando junto a Harry y Max. A pesar de ya no ser más su guía, James no dejaba de seguirla mientras tuviera la oportunidad.
Eso no era lo importante. Asher la vio sentada, casi desparramada, como si intentara analizar cada curva de la fruta que en definitiva no tenía ni la más mínima intención de comerse. Por eso se estiró por sobre la mesa y derribó la pera, logrando que Tailime cambiara su semblante ausente y parpadeara antes de girarse hacia él.
—¿Te sientes bien?
Tai volvió a descender su vista hasta la fruta acostada, desanimada. Asher la observó detenidamente.
Ya no usaba la escandalosa gasa que le cubría la mitad del rostro debido a la herida que se había hecho al caer de una roca en el campamento la semana anterior, pero la herida seguía visible, aunque había comenzado a cicatrizar.
Nunca preguntó nada cuando la vio al día siguiente de haber regresado del campamento, pero Tai había dejado de usar maquillaje. Y estaba casi seguro de que, de no ser por el miedo de decepcionar a su madre, ya se hubiera cortado el cabello de la misma manera en la que solía llevarlo antes de regresar de Rusia. Aunque no había mucha diferencia, ya que lo llevaba escondido bajo su ya acostumbrado gorro rojo.
—¿Tai?
—Podemos… —su voz sonaba algo distante y entristecida, por lo que Asher tuvo que acercarse para poder escucharla con mayor claridad—. ¿Podemos salir un rato? Me estoy ahogando aquí.
Asher parpadeó confundido y miró el resto de la mesa, asegurándose de que solo le estaba hablando a él. Después asintió con una sonrisa efímera. Ambos se levantaron de la mesa sin ser notados por sus amigos, quienes seguían atentos a la anécdota de Harry.
La mañana era fresca comparada con los otros días en los que el calor era casi insoportable. El aire soplaba levemente, los árboles meciéndose en su lugar, y provocando escalofríos a las personas sentadas bajo sus sombras.
Caminaron en silencio sin ir a ningún lugar en particular, pero Asher adivinó que se dirigían a la cancha de fútbol, ya que su siguiente clase era la de deportes. Se detuvieron antes de bajar las escaleras de la pista de atletismo, justo donde Tai, Kai y Alek se habían sentado después de haberlos separado de una riña.
Asher se mantuvo en silencio mirándola de reojo. Su semblante parecía el de una niña que estaba a punto de ser castigada por algo de lo cual sabía era culpable.
—¿Qué es lo que te está molestando? —preguntó Asher suspirando cuando se cansó de esperar.
—No pasa nada —Tai lo imitó—. Solo estoy algo cansada.
Tai se talló el rostro con las manos en un afán de simular que quería despertarse por completo.
—No he dormido bien últimamente.
—Solo espero que no te desmayes en la siguiente clase —bromeó Asher con una sonrisa—. Me harás cargarte hasta la enferme…
—¿Crees que soy bonita? —la voz atropellada de Tailime lo calló de inmediato, y Asher solo parpadeó en respuesta a la pregunta tan extraña y fuera de lugar que había esperado en esa conversación.
Como si fuera un robot, Asher se giró hacia ella sin sacar las manos de las bolsas del pantalón, preguntándole con tan solo la mirada si en verdad hablaba en serio. Pero Tai ni siquiera se dignaba a mirarlo, bastante apenada.
—¿Qué quieres decir con bonita? —preguntó Asher.
—¿Qué es para ti bonita? —Tai por fin se encontró con los ojos de su amigo. Eran una extraña mezcla de azul oscuro en el borde y un bonito ámbar en el resto del iris. No por nada Asher tenía unos de los ojos más bonitos del instituto.
—Bueno… —Asher suspiró tratando de encontrar las palabras adecuadas para expresarse sin hacerlo sonar extraño—. Sí. Sí lo eres.
—¿Lo suficiente para gustarle a los otros chicos?
Asher frunció el ceño. ¿A qué iba todo eso? ¿Desde cuándo Tailime sentía esa terrible urgencia por preocuparse por su apariencia física? Además… ¿Gustarle a otros chicos? ¿A quiénes?
—Escucha, Nazarova —Asher se giró para darle la cara—. No quiero saber qué mosca fue la que te picó, pero por lo que me estás diciendo, hay un chico que te gusta. No me digas que es de nuevo Ivanov.
—¡¿Qué?! —verla sonrojarse de esa manera preocupó a Asher, seguro de que en cualquier momento tendría un paro cardiaco por dejarse el corazón sin sangre, pero se rió cuando Tai lo golpeó levemente en el hombro—. ¡Claro que no! ¿Cómo puedes siquiera…?