La Historia Entre Los Dos

31 ⌘ Dos Citas y un Acierto

Alek estacionó su auto en la glorieta dentro de la residencia Nazarova, observando la entrada con un aire nervioso. Tenía cinco años pasando por esa puerta sin ningún problema, pero esta vez, la situación de su presencia era completamente diferente a las anteriores. 

El pantalón de mezclilla, sus sneakers menos desgastados y una camisa de manga larga debajo de una chamarra de cuero café hacían toda la diferencia. Porque esta vez, saldría de ahí con Tailime para llevarla a una cita.

Según el mensaje que Alek había recibido de Kai al salir de clases, las flores estaban descartadas, porque pondrían a Tai más nerviosa de lo que ya estaba. Por eso checó que todo estuviera en orden dentro de su auto, revisando que no hubiera olvidado colocarse loción antes de salir de su casa y entonces subió las escaleras para llegar a la enorme puerta.

Llamó a la enorme puerta de caoba y después se secó las palmas de las manos en el pantalón. 

Había estado tranquilo durante la semana, incluso por la mañana. Tuvo algunas entregas de cupcakes que hacer durante el receso, manteniendo la mente ocupada. Pero en cuanto terminó el entrenamiento y se daba una ducha, su cerebro no pudo evitar pensar en todas las situaciones incómodas o en las cosas que podrían salir mal. Pero mientras se probaba camisas en su casa, la absurda idea de que todo podría salir bien lo tranquilizó. Aun así, no podía evitar sentir los nervios característicos de la primera cita.

La puerta de la casona se abrió, y esta vez no fue Harold quien lo recibió con su acostumbrada reverencia, sino una mujer de cabello castaño que Alek no tardó en ubicar a pesar de los años, reconociendo a la madre de los mellizos. 

La confusión de Alek fue evidente en su rostro al verla en Estados Unidos, porque la mujer soltó una risita mientras abría la puerta de par en par.

—¡Alek!

—Adele —respondió Alek después de salir de su asombro, dedicándole una sonrisa.

La matriarca Nazarova se hizo a un lado para dejarlo pasar, justo cuando Alek vio a Harold caminar hacia el vestíbulo y a Adele sonreírle alegre.

—Llama a Kai, dile que Alek acaba de llegar.

Alek apenas y abrió la boca cuando Harold dio media vuelta, retirándose del lugar antes de que pudiera detenerlo y decirle que llamara al mellizo correcto. 

—Me da mucho gusto verte de nuevo —Adele invitó a Alek a sentarse en la sala de recibidor—. Estás tan grande. Y guapo. La última vez que te vi tenías dieciséis años.

—¿Han sido dos años desde entonces? —Alek se preguntó sentándose en el sillón—. ¿Qué la trae a Sacramento?

—Mi esposo decidió venir a supervisar a los niños —Adele informó, desestimando la razón—. La verdad es que nos enteramos sobre lo que le sucedió a la familia DiMarco. Tai parecía bastante consternada cuando nos llamó el fin de semana. Así que Alexei puso todo en orden en Moscú y tomamos el avión hacia aquí en cuanto pudimos.

Alek alzó una ceja ante la explicación. Sabía de primera mano que Tai había estado preocupada por toda la situación de Mia, pero no creía que esa era una razón suficiente para que los padres de los mellizos dejaran sus cosas botadas en Rusia solo para venir y cerciorarse que todo estaba en orden aquí. 

—Pero basta de hablar de eso. Kai me dijo que lo has hecho muy bien en natación este año —Adele cambió el tema.

—Sí, conseguimos pasar a los nacionales —Alek sonrió al recordar su victoria de la semana pasada—. Si todo sale bien y logró hacer un buen tiempo, pueden considerarme para el equipo representativo de Estados Unidos en los olímpicos.

—¡Qué alegría! —Adele aplaudió emocionada—. Tu madre debe de estar orgullosa.

—Espero poder llevarla conmigo —admitió Alek con un ligero sonrojo en las mejillas.

—Eres adorable —Adele le dedicó una sonrisa maternal antes de mirar sobre el hombro de Alek y sonreírle cuando su hijo y a su marido entraron por la puerta trasera que daba al jardín—. Me encantaría poder quedarme a charlar más contigo, pero tengo que terminar de ayudar a Tailime a arreglarse. ¿Puedes creerlo? ¡Mi niña tiene una cita!

Pues claro, si él era la cita por la que se estaba arreglando. 

Alek supuso que Tai había comentado que saldría por la tarde, pero no dio más detalles sobre con quién. Por eso solo sonrió cohibido ante el despiste de Adele, que siguió elogiándose por el trabajo que había hecho durante las vacaciones para mejorar la imagen de su hija. 

Fue solo hasta que Adele se detuvo al ver la sonrisa culpable de Alek, pasándose la mano por el cabello en un ademán nervioso, y que su esposo y Kai se detuvieron en la recepción; el último mirando extrañado a su mejor amigo; que supo que había algo más ahí que una mera visita amigable.

—¿Por qué preguntas por mí? —Kai preguntó en su acostumbrado tono seco.

—No lo hice —Alek se encogió de hombros, notando los ojos grises del padre de los mellizos fijos en él, poniéndolo más nervioso de lo que estaba. En definitiva, no se esperaba esa bienvenida.

—Espera —Adele puso un dedo al frente, ignorando la expresión confundida de su hijo y la ceja alzada de su marido—. ¿No vienes con Kai?




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