La Historia Entre Los Dos

33 ⌘ Malishka

—¡Orden por favor!

Gritar eso un viernes a las nueve de la mañana con un centenar de adolescentes muriendo de frío en el estacionamiento de la escuela no era la idea más brillante. 

La escuela había programado un viaje a un museo para poder ver la exposición del cambio climático que estaba programada para los siguientes meses, y que ayudaría a los alumnos de onceavo grado a su proyecto semestral.

No tenían los suficientes profesores para acarrear a todos cerca de los autobuses, y no ayudaba el hecho de que prácticamente la mayoría de los alumnos seguían dormidos o de malas.

Tai se sacudió en su enorme chamarra mientras enterraba la nariz en la bufanda que tenía amarrada al cuello. Harry se acurrucaba a su lado en busca de calor, mientras Max comía su tercer panecillo como desayuno.

Volviendo a temblar de frío, Tai no sintió ni tantita pena cuando el profesor gritó otra vez para que los alumnos le pusieran atención, obteniendo la misma respuesta que las veces anteriores: nula. 

Mia estaba parada junto a Asher, entrelazando sus brazos mientras calentaba sus manos en sus guantes, y Emma estaba sentada en una de las jardineras leyendo un libro. Tai no entendía cómo era que su amiga podía mantener su cerebro concentrado en su lectura, cuando los demás se concentraban en no perder los dedos de la mano por el frío, además de tener entumido el cerebro.

Harry recargó la cabeza en el hombro de Tai, saltando despacito para generar algo de calor con el movimiento. 

Tai desvió su atención de su círculo de amigos hacia donde se encontraba parado su hermano y su séquito. Eso incluía a Alek, que se reía de algo que Luka estaba contando, a pesar de estar cubierto de pies a cabeza con chamarra y gorro. 

Tai supuso que Emma tenía razón respecto a que no eran una pareja convencional en cualquier sentido. A pesar de ser una relación reciente, cada quien prefería pasar sus tiempos libres con su grupo de amigos, aprovechando el tiempo de clase y citas para disfrutar la mutua compañía. Su fase de luna de miel había sido cuando retomaron su relación después de estar perdidos en el radar el uno del otro. Aunado a la timidez que predominaba en el carácter de Tai, las muestras de afecto sucedían cuando estaban ellos dos solos.

Le sorprendía lo física que podía ser con Alek cuando se dejaba llevar por sus emociones. Le encantaba tomarlo de la mano. Y ahora que no tenía que fantasear despierta, podía probar esos labios que no paraban de reírse por lo que fuera que Luka estuviera diciendo. 

Tai mordió los labios dentro de la bufanda. Tal vez no le molestaría ser más física con él estando en público. Solo tendría que prepararse mentalmente para tratar de ignorar lo que las personas seguramente comenzarían a especular de su reciente relación. Porque estaba segura que nadie, ni siquiera ella, se imaginaba que el capitán del equipo de natación terminaría con la hermana de su mejor amigo.

Pensar ese tipo de cosas era una ventaja cuando la temperatura era de al menos unos ocho grados. Las mejillas de Tai estaban agradablemente cálidas contra el aire frío de la mañana. Eso, y el hecho de que Alek dejara de ver a Luka para posar sus ojos en ella; sin siquiera tener que buscarla, como si supiera exactamente dónde estaba; hicieron que sintiera ese agradable cosquilleo que nombró felicidad por todo el cuerpo.

Alek no dejó de sonreír mientras la saludaba con un gesto de la mano, al tiempo que Ted se acercaba al profesor que intentaba domar a los estudiantes con un megáfono en la mano.

—¡De acuerdo, vamos a hacer esto de la siguiente manera!

—Que alguien le tape la boca con una almohada —se quejó Harry sin levantar la cabeza del hombro de Tai—. Si lo pueden ahogar con ella para así ser el hijo único y favorito de mamá, mejor.

Tai soltó una risita antes de escuchar el resto de las indicaciones de Ted.

—¡Tomen una pareja y suban a cualquiera de los autobuses frente a ustedes! ¡Nos vamos en quince minutos!

Fue entonces que los alumnos comenzaron a moverse de sus lugares. Harry levantó la cabeza, adormilado, mientras observaba a Max, sin soltar el brazo de Tai, contento con el calor proporcionado.

—¿Podemos ir juntos?

—Tendrías que soltar a Tai primero —le dijo Max abriendo el cuarto panecillo de la mañana.

—No —Harry hizo un puchero, afianzándose del brazo de su amiga—. Estoy calientito.

—Alguien más quiere estar calientito con ella —Emma intervino de repente, logrando que Max se atragantara con el pan al intentar reírse, Mia soltó un resoplido, y Asher y Tai la miraron escandalizados.

Pero Tai no pudo defenderse cuando le tocaron en el hombro para llamar su atención. Levantó los ojos cuando se topó con una muy familiar chamarra deportiva y su boca se extendió en una sonrisa para igualar la que se posaba en los labios de Alek.

—Hey.

—Hola —Tai se encogió en su lugar al escuchar el chillido que había salido de su boca, agradecida con el frío que hacía para ocultar lo roja que se había puesto por eso.

Alek soltó una risita, agitando la cabeza y señaló a Kai detrás de él.

—¿Quieres que vayamos todos juntos en el autobús? Kai teme que lo vayan a abordar alguna de las chicas de su clase.




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