—Me estaba preguntando…
Tai abrió la puerta de su casillero, esperando a que Alek Ivanov continuara con la pregunta.
Lo miró de reojo. Alek se mordía los labios mientras intentaba parecer lo más relajado posible, aunque el hecho de que se estuviera balanceando en sus talones y tuviera las manos escondidas en las bolsas del pantalón para evitar su tic nervioso lo delataban. Le parecía tierno, incluso surreal, que Alek pudiera ponerse nervioso al hablar con ella.
—¿Qué te parecería salir el sábado por la tarde al cine conmigo?
—¿Al cine? —repitió Tai al sacar el pesado libro de biología, dejando la mochila en el suelo para abrirla e intentar introducirlo en ella.
Alek se agachó y recogió la mochila, abriéndola para que Tai pudiera meter el enorme libro dentro. Tendrían que pasar después a su casillero por ese mismo libro antes de ir a la cafetería a almorzar para su siguiente clase.
—Acaba de salir una nueva película de James Bond y por todos los entrenamientos no había podido tener un fin de semana libre —le explicó al tiempo que Tai acomodaba el resto de sus libros en el casillero—. Solo tienes que prometer no dormirte.
—No creo que alguien se pueda dormir en una película de James Bond —Tai cerró el casillero y lo miró avergonzada tras sus pestañas.
—Esa mirada me dice que pretendes dejarme plantado —Alek entrecerró los ojos, incriminandola.
—No pretendo dejarte plantado —Tai soltó una risita—, pero el sábado es la competencia de Mia.
—¿El concurso de canto?
Tai asintió en respuesta.
—Tenía pensado ir con mis amigos a apoyarla.
Alek maldijo el día que Tailime había aprendido a morderse el labio de manera inocentemente sensual, a pesar de que estaba seguro de que no lo hacía con ese propósito.
—¿Quieres ir conmigo?
Alek hizo una mueca, examinando a Tai de pies a cabeza, como si realmente estuviera considerando la opción de no pasar tiempo con ella. Pero después sonrió, y antes de que pudiera abrir la boca y contestarle, Mia pasó a su lado para tomar a Tailime del brazo y arrastrarla en dirección opuesta a la cafetería, con el ceño fruncido y molesta, al juzgar por su postura.
Asustado por el repentino desplante, Alek alcanzó a ver la expresión confundida de Tai cuando se dio cuenta de quien la estaba jalando, tratando de entender qué era lo que estaba sucediendo.
No habían alcanzado a dar la vuelta en el pasillo cuando Emma corrió detrás de ellas, ofreciéndole a Alek una disculpa por la brusquedad de su amiga, dejándolo perplejo a la mitad del pasillo y con la mochila de Tai en las manos.
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—Ouch —Tai se quejó cuando sus pies consiguieron acomodarse para seguir a su amiga—. ¿Qué sucede, Mia?
—El idiota de Asher, es lo que sucede —contestó Mia entre dientes.
No volvieron a abrir la boca mientras caminaban a paso apresurado por los pasillos, hasta que al final entraron a su ya acostumbrado baño de niñas; el que casi siempre estaba vacío a esa hora del almuerzo.
Mia soltó a Tai y comenzó a dar vueltas por el baño, cerciorándose de que no hubiera nadie más en los cubículos. Una vez segura, miró hacia donde había entrado Emma para que cerrara la puerta del baño con seguro.
—¿Qué está pasando? —preguntó Tai cuando Mia comenzó a dar vueltas frente a los lavabos como león enjaulado—. ¿Qué fue lo que hizo Asher?
Pero Mia no contestó nada, bastante molesta como para articular palabra. Por eso Tai se giró hacia la chica de cabello rosa en búsqueda de una explicación a todo ese desplante.
—Fuimos a buscar a Asher para darle uno de los pases que regalan a los integrantes del club para el evento del sábado. Mia quería dárselo en persona —comenzó Emma al cruzarse de brazos—. Fuimos hasta su salón para que Mia pudiera dárselo sin que Harry y Max se enteraran, pero cuando cruzamos la puerta…
—¿Sabes quiénes integran el equipo de tu hermano para el proyecto del semestre? —Mia preguntó. Estaba completamente furiosa, y Tai no estaba segura de sí era con la situación en general o si se estaba molestando con ella.
—¿No? —Tai se pegó al lavabo que tenía en la espalda ante la mirada insistente de su amiga—. No hablamos de cosas de la escuela.
—No te haría mal de vez en cuando informarte sobre la vida de tu hermanito —le recriminó Mia.
Si. Mia estaba enojada con ella.
—Mia.
Al escuchar el regaño implícito de Emma, Mia volvió a dar vueltas frente a los cubículos, como si necesitara estar en constante movimiento para no explotar.
—El equipo de semestre de Kai lo integran Asher y otras tres chicas.
Tai no pudo negar esa información, porque a final de cuentas, el salón de Asher y Kai estaba conformado en un noventa y ocho por ciento de mujeres, así que supuso que no habían podido librarse de tener a unas cuantas chicas con ellos. Lo extraño era que eso hubiera afectado tanto a Mia, que, a pesar de siempre negar la atracción por Asher en voz alta, terminara desatando un ataque de celos como el que estaba demostrando.