La Historia Entre Los Dos

38 ⌘ Planeación

Fiel a su costumbre, Alek disfrutó de llegar un poco más tarde a la escuela. 

Aprovechó esos minutos extra para poder jugar con Volk, cambiando su vendaje y notando que el pequeño lobo soportaba más su peso en la pata lastimada. 

Aun así, le dedicó tiempo para rascarle el vientre, disfrutando el pelaje de bebé que aún mantenía. No pasaría mucho tiempo para que el perro creciera y terminara por mudar su pelaje. Y si había investigado algo de la raza, era que tendía a ser bastante peludo. Eso iba a ser divertido.

Lo primero que Alek notó al llegar a la escuela fue el enorme letrero en la entrada felicitando a los equipos de natación tanto varonil como femenil por arrasar en la competencia y traer a casa las medallas. 

Un grupo de chicas, miembros del comité estudiantil, lo saludaron a lo lejos, emocionadas de que les hubiera regresado el saludo. Las felicitaciones comenzaron a llegar apenas y Alek pisó la entrada de la escuela. Algunos no solo lo felicitaban por la competencia, sino por su relación con la melliza Nazarova. 

Alek sonrió a pesar de lo confundido que estaba. No sabía que el directo de Luka hubiera sido tan popular.

Algunos chicos solo pasaban y le daban unas palmadas en la espalda, mientras las chicas lo seguían por el pasillo para preguntarle desde cuando estaba saliendo con Tai. Prefirió no decir nada hasta no hablarlo con la chica en cuestión, así que se limitó a dedicarles media sonrisa que pareció ser suficiente para callarlas, porque siempre soltaban una risita y seguían su camino.

Se tronó el cuello cuando abrió la puerta de su casillero, dejando caer la mochila al suelo mientras sacaba los libros que ocuparía por la mañana. 

Pero una presencia en su espalda lo hizo detenerse en seco para mirar de reojo sobre su hombro, saltando en su lugar y pegando su espalda contra los casilleros cuando vio un par de ojos castaños casi en su nuca.

—Mierda, Mia…

—¿Verdad que no es divertido? —se burló Mia con las manos en la cintura, dándole espacio para que se compusiera—. Creí que nunca llegarías.

—Siempre llegó más tarde después de una competencia —murmuró Alek sin mirarla, regresando a sacar los libros que estaba por guardar en la mochila, a lo que Mia giró los ojos con sarcasmo.

—Clásico ego de deportista.

Pero no dijo nada más. Alek siguió acomodando las cosas, guardando la mochila con su cambio para el entrenamiento para después cerrar el casillero y notar que Mia seguía parada detrás de él, como si esperara algo.

—¿Puedo ayudarte con algo?

—Creí que vendrías a mí en casa de los Nazarova —se quejó Mia, golpeándose impaciente el antebrazo con el dedo.

En el fondo, un par de chicos caminaron de largo junto a ellos, murmurando lo suficientemente fuerte para que los escucharan.

—Equipo Nazarova.

Eso fue suficiente para que Mia frunciera el ceño y se girara, alzando el dedo de en medio en su dirección, confundiendo a Alek sin entender qué era lo que estaba pasando.

—¡Yo también soy equipo Tailime, idiotas!

De acuerdo. Esto era ridículo. Por eso Alek dio media vuelta, dejando a Mia detrás por si deseaba pelearse con los extraños que hablaban disparates. Pero no pudo llegar a la esquina del pasillo cuando Mia lo tomó por la mochila con suficiente fuerza para que Alek se detuviera al fin.

—¿Qué sucede, Mia?

El hecho de que la chica lo hubiera emboscado por la mañana y que se comportara de manera tan extraña comenzaba a sacarlo de sus casillas. Sí quería decirle algo, tenía que ser directa y clara. No le gustaba comenzar con acertijos y rodeos tan temprano.

—El cumpleaños de los mellizos es el domingo.

Mierda. 

Eso cambió completamente la actitud de Alek hacia Mia, que seguía fulminando con la mirada a todos aquellos que posaran sus ojos sobre de ellos, como si supiera lo que estaban pensando y los retara a abrir la boca. 

Alek sabía que se acercaba el cumpleaños de Kai, por consiguiente, era el cumpleaños de Tai también. 

Aunque en años anteriores no era la gran cosa. Kai no era muy afín a las fiestas en general (mucho menos a las de su cumpleaños), pero Alek sabía que este año iba a ser algo completamente diferente. 

Porque no solo tendría que considerar un regalo extra (estaba escatimando un regalo grande por ser el primer cumpleaños que Tai y él pasarían juntos), sino que debido a lo bien que se estaban llevando los amigos de Kai con los de Tai, la coordinación del día tendría que ser entre los dos grupos.

—No lo olvidaste, ¿cierto? —Mia alzó una ceja.

—No, claro que no —Alek se pinchó el puente de la nariz, apretando los ojos—. ¿Tienes idea de lo que quiere hacer Tailime?

—Te iba a preguntar si sabías lo que quería hacer Kai.

—Vamos a cenar a un restaurante, pero como si fuera una fecha normal —le explicó Alek, encogiéndose de hombros—. Ni siquiera podemos pedirle una rebanada de pastel para no hacer alboroto. Aún así, no nos gusta que pase desapercibido.




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