Tai bajó de la limusina para ver el gran recinto que albergaba el parque acuático. Por fuera era un domo gigantesco con un anuncio colorido y con gráficos simulando gotas de agua salpicando en todas direcciones.
Se puso la mochila de cambio al hombro mientras enterraba la nariz en la bufanda, admirando una última vez la estructura del domo, antes de fijarse en la entrada del recinto, donde la mayoría de sus amigos estaban esperándolos.
Tenía que admitir que la idea de pasar su frío cumpleaños en un ambiente ligero y cálido para variar sonaba bastante interesante, sobre todo ahora que sabía que no iba a sufrir un colapso nervioso por ver a su novio en traje de baño.
Tai sonrió cuando subieron las escaleras hasta encontrarse con Mia y compañía, que bailaban en sus lugares para mantener calor.
—Creo que decir sorpresa está de más cuando Luka echó a perder ese factor —se quejó Mia—. Pero tampoco puedo enojarme con él porque tiene un punto. Así que no queda más que decir que, ¡feliz cumpleaños!
Tai soltó una risita cuando Max y Harry se abalanzaron sobre ella para abrazarla. Kai los fulminó con la mirada en clara advertencia en caso de que a ambos se les ocurriera hacer lo mismo con él. Así que tanto ellos como Asher, Mia y Emma se limitaron a desearle feliz cumpleaños, y Kai se encargó de mirar alrededor para tratar de localizar a sus amigos.
—Están formados en la fila —Emma respondió la pregunta que claramente Kai no había hecho—. Les dijimos que no era necesario, pero parece ser que a Arizona no le gusta saltarse las reglas.
Kai no dijo nada. Se limitó a girar los ojos para acomodarse la mochila y caminó en dirección que le indicaba Emma.
—Nunca había visto a tu hermano más emocionado por algo —comentó Harry con sarcasmo, mientras veían como Kai regañaba a sus amigos por estar formados en la fila, renegando con Arizona para que se brincara el protocolo normal y pudieran entrar sin esperar más.
—Alek me dijo que solo iban a cenar, sin mencionar que era su cumpleaños —dijo Mia llamando la atención de todos—. Supongo que Arizona está tratando de hacerlo parecer lo más normal posible.
Un grito los hizo ver a Luka echándose a Arizona al hombro. Y por la expresión de Arizona, ella también estaba impresionada por la táctica mientras Luka caminaba junto a la fila hasta donde estaban ellos, saludando como si eso fuera cosa de todos los días. Siguió caminando hasta un joven vestido de negro con el apellido de los mellizos en una hoja.
—S Dnem Rozhdeniya sestra! (¡Feliz cumpleaños, hermanita!) —fue lo único que escucharon de Luka en un terrible acento ruso mientras Arizona le reclamaba que la pusiera de nueva cuenta en el suelo.
Tai sonrió al verlo tan animado, impresionada por qué Luka se hubiera aprendido esa frase en ruso.
Otro quejido a sus espaldas los hizo girarse en dirección en la que estaban el resto de los amigos de Kai. Tai tuvo que morderse los labios para evitar soltar una carcajada cuando Alek tomó a su hermano por el cuello, frotando sus nudillos contra el cabello rebelde de Kai mientras le deseaba feliz cumpleaños.
A pesar de ser una amistad de años, Tai nunca se había detenido a apreciar la relación que llevaban Alek y Kai. Sabía que entre ellos existía una complicidad más entrañable que incluso la de Tai con Asher y Mia, quienes eran las personas en las que más confiaba. La naturaleza de su amistad era ruda pero estable. Y aunque Kai era la personificación de la seriedad, sabía que con Alek, Kai se sentía lo suficientemente seguro como para bajar sus defensas y mostrarse tal cual era.
Serge observaba con una sonrisa la llave que Alek le estaba haciendo a Kai, limitándose a felicitarlo sin arriesgarse a recibir un golpe en las costillas, como estaba intentando hacer con Alek. Anna intentaba ver a Kai a los ojos con una sonrisa plasmada en su boca, las manos en la espalda y bastante energía para gastar en el parque de diversiones.
Fue hasta que llegaron a donde estaban Tai y sus amigos, que Anna le sonrió a la melliza, haciendo que ésta alzara una ceja ante la atención.
De las dos amigas de su hermano, Anna era quien más se había acercado a Tai. Arizona había comenzado a ablandarse con ella, aunque Kai le había dicho que de todas formas, el carácter de Arizona era frío por naturaleza. Pero parecería que Anna solo había estado esperando a que Arizona afrontara su adversidad por la melliza para poder abrirse con ella.
Por eso, a Tai aún le sorprendía la facilidad con la que Anna se sentía cómoda con hacerle pequeños detalles. Tai parpadeó cuando la chica extendió los brazos hacia el frente, y le mostró una pequeña caja adornada con un moño en la parte superior.
—Feliz cumpleaños, Tailime —Anna dijo cuándo Tai por fin reaccionó, tomando el regalo entre sus manos para examinarlo—. Es solo un pequeño obsequio de parte de nosotros. Exceptuando a Alek, por supuesto.
—Haces que parezca que Alek no va a darle ningún regalo —objetó Serge, pero sonrió cuando Tai abrió la caja y parpadeó al ver el par de aretes color esmeralda—. Anna fue quien lo escogió. Creímos que harían bonito juego con tus ojos.
—Que poético eres, grandulón —afirmó Anna con una risita, girándose de nuevo hacia Tai, expectante—. ¿Y bien? ¿Te gustan?