Después de pasar un martirio con la aseguradora, y de una larga charla persuasiva por parte de Alexei Nazarova a los DiMarco, el doctor Filippo aceptó la ayuda económica que el empresario le estaba proponiendo. Durante las vacaciones, la veterinaria DiMarco estuvo en remodelación, e incluso se decidieron por mejorar algunas áreas de la clínica en las que habían estado pensando invertir antes del accidente.
Debido a que el incendio había ocurrido en la recepción y en las perreras, fueron los primeros lugares en ser remodelados. Ahora el espacio era mucho más amplio, logrando acomodar dos oficinas además de la recepción: una pequeña sala de consulta y una oficina para el doctor Filippo. Habían tomado la precaución de invertir en un cristal blindado para las ventanas de la recepción, recomendado por Alexei.
Tai había tomado con singular alegría la noticia de la reapertura. Incluso, Mia había propuesto hacerla el mismo fin de semana que Tai regresara a Sacramento, pero debido a los “imprevistos” surgidos a raíz de la “nevada”, Tai asistió virtualmente al evento.
Así que el primer fin de semana que Tai había tenido libre, corrió a reconocer su antiguo lugar de trabajo.
A Alek solo le bastó mirar a un lado de su cama, donde Volk estaba echado panza arriba, y decidió que era un buen día para tomar un baño, y tal vez coquetear un poco con la chica que lo realizaría.
Alek pudo ver a su novia detrás del mostrador desde que estacionó el auto.
Volk esperó paciente a que Alek abriera la puerta trasera del auto, colocando la correa al collar. Había tenido un avance impresionante en su adiestramiento para tan solo tener seis meses, pero Alek podía estar orgulloso de lo bien portado que había resultado ser. El perro había crecido considerablemente en tres meses, la muda de pelo no había llegado gracias a que aún conservaba su melena de cachorro, pero en definitiva, ayudaba a verlo mucho más grande de lo que en realidad era.
Con el can a su lado, Alek se acercó hacia el acceso, abriendo la puerta con el sonido de la campanilla avisando de su llegada y por Shape of My Heart de los Backstreet Boys de fondo musical.
Tai alzó la vista ante el anuncio, sonriendo en cuanto sus miradas se cruzaron, pero lo que Alek no vio venir fue el grito ensordecedor que hizo que Tai saltara por el susto.
—¡Perrito!
Un pequeño bulto saltó de un costado de Tai detrás del mueble, corriendo hasta donde estaban Alek y Volk.
Una pequeña niña de la edad de Piero, corrió hasta ponerse frente a Volk, sonriendo de oreja a oreja y observando con cautela al animal. Volk no se movió de su lugar, pero se inclinó un poco hacía atrás ante la falta de espacio personal. Después de tantear al nuevo intruso con su nariz, Volk se acercó para olfatear a la niña de cabello rizado y castaño.
Soltando una risita, la niña se abalanzó sobre el perro, abrazándolo por el cuello, a lo que Volk comenzó a jadear sacando la lengua, conforme con la situación.
Alek resopló divertido. No tenía idea de quién pudiera ser esa niña, pero por el semblante de Tai, ambos estaban bastante entretenidos con el desplante.
Una aclaración de garganta; que Alek pudo notar que había salido de Piero en la silla de la recepción con el ceño fruncido y bastante irritado; hizo que la niña soltara al perro y mirara a Alek apenada.
—Lo siento. Bienvenido a la Veterinaria DiMarco. Mi nombre es Camille, ¿en qué podemos ayudarte?
Alek ladeó la cabeza. No sabía que las remodelaciones incluían otro pequeño recepcionista como Piero.
—Volk tiene cita para un baño.
—¿Wolk? —repitió Camille, extrañada ante el acento que Alek había empleado.
—Volk.
Alek sintió un escalofrío al tiempo que Camille y él miraron a Tai en la recepción, hablando con un perfecto acento ruso y con una sonrisa encantadora, fingiendo que no acababa de sacudir todo el cuerpo de su novio con una sola palabra. Alek quería golpearla en el rostro con sus labios en reclamo, gracias.
—Volk —repitió Camille correctamente esta vez, aunque con el acento americano marcado, sonriendo cuando Alek asintió—. ¡Bien! Acompáñame para registrar a Volk y poder darle su baño.
Camille caminó hasta donde estaba la recepción, esperando a que Piero se bajara de la silla; no sin antes verlo girar los ojos con desdén; para poder tomar su lugar y abrir el archivo en la computadora.
—Hey —Alek aprovechó que la atención de Camille estaba en otro lado que no fuera en Volk para recargar los brazos sobre el mueble de la recepción.
—Hola —Tai parecía divertida por la situación.
—Que sorpresa verte por aquí.
Demandenlo si quieren. Pero a Alek le encantaba ver a Tai sonrojarse por lo ridículas que a veces podían ser sus líneas para coquetear con ella.
Tai agitó la cabeza, riéndose por lo bajo antes de abrir la boca para responder.
—¡Listo! —pero Camille fue más rápida que ella, señalando emocionada a la pantalla—. Volk está agendado para baño y corte, ¿puedo ayudarte, Tailime? ¿Puedo?
Tai parecía descolocada en un principio, como si le extrañara que hubiera alguien más que Alek y ella en la habitación. Pero se compuso rápidamente para volver a sonreír a la niña, encogiéndose de hombros.