You should've been here
(Debías haber estado aquí)
And I would've been so happy
(Y hubiera sido tan feliz)
You called me later
(Me llamaste después)
And said, "I'm sorry, I didn't make it"
(Y dijiste, "Lamento no haber podido ir")
And I said, "I'm sorry too"
(Y yo dije, "Yo también lo siento")
And that was the moment I knew
(Y ese fue el momento en que lo supe)
—The Moment I Knew (Taylor's Version), Taylor Swift
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Tai escuchó que abrían la puerta de la entrada antes de bajar la caja de regalo que estaba frente a su rostro.
—Feliz cumpleaños, Alek.
La sonrisa deslumbrante de Alek fue la mejor respuesta que pudo haber tenido, porque el rubio aún tenía un pedazo de pan francés en la boca.
Anya la invitó a desayunar, ya que Tai había llegado más temprano que de costumbre, incluso sorprendiendo a Alek aún en pijama. Con motivo de la celebración, Alek tuvo que ser sometido a la vergonzosa exposición de los álbumes de fotos familiares. Anya había aprovechado que tardaría un rato en ayudar a Alek a vestirse, por lo que la dejó descubrir la etapa infantil de Alek a través de los años.
La fotografía de Alek sonriendo con ocho años y un hueco entre sus dientes fue demasiado para Tai, que aprovechó la ausencia de su novio para tomar una fotografía con su teléfono y guardarla para la posteridad.
—Eso es ilegal, ¿lo sabías?
Tai casi tira su teléfono cuando la voz de Alek irrumpió la tranquilidad de la sala. Estaba parado a la mitad de las escaleras, observando desde arriba todo lo que hacía. Pero lo que llamó la atención de Tai, fue verlo usando la sudadera negra con la silueta del Príncipe Eric inclinado hacia un costado que Tai le había obsequiado por su cumpleaños.
La sonrisa de Alek no concordaba con la seriedad de su oración, por lo que Tai agitó la cabeza, volviendo su atención de nuevo a las fotografías.
—Podías tener acceso a información tan sensible, pero no deberías tener evidencia de ello. Va contra las reglas —Alek terminó de bajar las escaleras.
—Te veías demasiado adorable en esta fotografía.
—¿No soy adorable ahora? —preguntó Alek, sentándose junto a Tai.
—¿Con esa sudadera puesta? Claro.
Alek resopló, besando primero la nariz de Tai para después besar su frente.
—Gracias por el regalo. Me queda muy bien.
Tai se mordió el labio, intentando no sonreír. Pero eso no la detuvo para inclinarse hacia su bolso de dónde sacó otra sudadera similar a la que estaba usando Alek. Se puso de pie para extenderla frente a él, esperando una reacción.
—¿Es en serio?
Tai lo miró por encima de la sudadera, notando la sonrisa divertida de Alek mientras analizaba la prenda. En el costado opuesto de donde el Príncipe Eric estaba colocado en la sudadera de Alek, estaba la silueta de Ariel sentada sobre una roca mientras se inclinaba.
—¿No te agrada la idea?
—¿Estás loca? —Alek se puso de pie, colocándose junto a Tai, de tal forma que lucía como si el Príncipe Eric estuviera inclinándose para besar a Ariel en la sudadera de Tai—. Son sudaderas a juego.
—No sabía si pensarías que eran demasiado cursis.
—Es cursi, pero me encanta la idea de ir contigo en los pasillos mientras combinamos.
—¿Crees que nos dejen usarlas en la escuela?
—Al diablo si no.
—¡Yuriy! ¡Sin groserías! —se quejó Anya bajando las escaleras, aunque se detuvo en cuanto vio la escena en su sala, llevándose una mano a la boca—. ¡Oh por Dios! ¡Se ven adorables!
Alek tuvo que soltar una carcajada mientras Anya urgía a Tai para que se colocara la sudadera, y los obligó a ponerse juntos para tomar una fotografía del recuerdo. La idea sonaba bastante bien, pero no contaban con que Alek era demasiado alto a comparación de Tai para que los dibujos coincidieran. Por eso Anya tuvo que poner una silla junto a Alek, y Tai tuvo que subirse a ella mientras encontraban la altura ideal para que los dibujos lograran emparejarse.
—No solo tengo este regalo para ti —admitió Tai cuando Anya estaba terminando de recoger la mesa del desayuno.
—¿Ah, no?
Tai agitó la cabeza, sacando su teléfono de la bolsa de la sudadera para escribir algo rápido en él. La notificación del teléfono de Alek lo hizo mirarlo, abriendo el mensaje que Tai acababa de enviarle.
—Iremos a cenar esta noche.
El ceño fruncido de Alek era algo extraño, considerando la invitación al restaurante.
—¿Iremos a The Waterhouse? —quiso asegurarse Alek—. ¿Cómo lo hiciste? Es imposible conseguir una reservación.
—Mama tiene sus contactos —Tai se encogió de hombros.
—Tu mamá conoce a medio mundo.
—Algo así —sonrió Tai, cohibida—. ¿Y bien? ¿Qué te parece? Sé que querías comer ahí desde hace tiempo.
—Solo he podido ir una vez, en el aniversario de mis padres —admitió Alek, antes de devolverle la sonrisa a Tai—. No puedo tomarte de las mejillas para besarte como quiero.
—Y también porque está tu madre presente —le recordó Anya desde la cocina.
—Y eso también —admitió Alek, guiñando un ojo en dirección de Tai—. Pero en serio, no puedo creer que iremos a cenar ahí. Han pasado años desde que fui.
—No sabía que había sido en un aniversario de tus padres —Tai sonrió con ternura, imaginando a un pequeño Alek de la mano de Anya y su padre mientras entraban por la puerta del restaurante—. Tal vez sea un presagio para nosotros. ¿No crees?
La sonrisa en el rostro de Alek desapareció, y Tai pasó saliva, abriendo la boca para rectificar que su intención era la de decir que el presagio era la de una familia feliz y enamorada...