[N.A. Este no es un capítulo adicional a la línea de la historia original. Es un Spin Off de Orgullo y Prejuicio]
Your eyes whispered, "Have we met?"
(Tus ojos susurraron: "¿Nos conocemos?")
'Cross the room your silhouette
(Tu silueta cruzando la habitación)
Starts to make its way to me
(Comienza a abrirse camino hacia mí)
The playful conversation starts
(Comienza la conversación coqueta)
Counter all your quick remarks
(Contrarresta todos tus comentarios rápidos)
Like passing notes in secrecy
(Como pasar notas en secreto)
All I can say is, I was enchanted to meet you
(Todo lo que puedo decir es que estaba encantado de conocerte)
—Enchanted (Taylor’s Version), Taylor Swift
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La temporada social siempre era similar a una puesta en escena. Todos sabían que papel tenían que cumplir, que actividades realizar, y se repetía año con año sin parar. Lo único diferente eran los protagonistas: aquellas damas y jóvenes en busca de una pareja para cerrar la temporada. Los mismos que esperaban con ansias la presentación oficial ante la sociedad para comenzar con la cacería.
—Odio la temporada de apareamiento.
Claro que el que la mayoría lo hiciera, no quería decir que todos estuvieran de acuerdo.
Tai sonrió cuando Mia se quejó echando la cabeza hacia atrás, y mirando el cielo con pesar, siendo escoltada por sus dos mejores amigas. Emma apenas y levantó los ojos del libro que no había dejado de leer ni siquiera mientras compraban listones, gruñendo para concordar con su amiga. Tai las miró a ambas.
A pesar de tener los dieciocho años cumplidos, las familias de Mia y Emma habían acordado que no participarían en las temporadas hasta que fueran mayores de edad. Así que para ambas, ese era apenas el año debutante.
—¿Apareamiento? —repitió Tai con una sonrisa ante la palabra.
—¿No es a final de cuentas toda esta farsa? —Mia elevó las manos con las bolsas de compras, quejándose en voz alta por la calle—. Temporada social es solo la manera bonita de llamarlo.
Tai soltó una risita, cubriéndose la boca como toda una dama. Y no era para menos, los Nazarova eran los duques de Sacramento, y tanto ella como su hermano Kai habían sido educados para ser el claro ejemplo de la nobleza y perfección.
Para Tai no le era difícil seguir las normas, y ni hablar de Kai. Ambos eran una aspiración a cómo debían convertirse las personas de sociedad. Tai había pasado una larga temporada con sus padres en otro país, regresando apenas se tuvo noticias de los prospectos que la mismísima reina había designado para el matrimonio de Tai.
Pero Tai se tuvo que morder los labios detrás del guante de encaje blanco cuando Mia la fulminó con la mirada.
—No te estarías riendo si estuvieras en nuestro lugar —le recriminó cuando se detuvieron en la esquina de una calle, esperando a que las carrozas aminorar su paso para seguir con su camino—. No todas tenemos el privilegio de que nuestros padres elijan por nosotras y nos ahorren el martirio de las fiestas y visitas.
—Creí que te gustaba toda la faena de las fiestas —Emma al final cerró el libro, acomodándose los lentes sobre el puente de la nariz—. En años pasados ya tendrías elegidos los veinte vestidos que usarías para cada una de los bailes.
—Amo los bailes —refunfuñó Mia—. Odio las pretensiones que conlleva la temporada para las debutantes.
—Yo creo que ustedes son las afortunadas —Tai se encogió de hombros, siguiendo con la mirada los distintos carruajes que no parecían tener fin, haciendo una bonita pasarela de caballos que disfrutaba ver—. Pueden darse el gusto de rechazar prospectos que no les agradan. Yo estoy atada a mi prometido.
—Claro —Mia rodó los ojos, poniéndo las manos sobre la falda ampona de su vestido—, no puedo imaginar algo peor que estar comprometida con el hijo del Conde Grant.
El Conde Grant provenía de un largo linaje de aristócratas ingleses que habían ganado el favor del rey con la mano de la única hija de los Nazarovas. Había sido por esa razón por la que sus padres y ella habían regresado a Sacramento: para la boda que sería auspiciada por la familia real a final de la temporada.
—Ni siquiera lo conozco —Tai hizo un puchero.
—Por eso es un matrimonio por conveniencia —Emma suspiró cuando al final el oficial había detenido a los carruajes, permitiéndoles el paso en la calle.
Se suponía que Tai conocería al que sería su esposo en el baile de esa noche, patrocinado por la familia DiMarco. Esa sería la primera vez que Tai vería a James, hijo del Conde Grant de Londres. Y también, sería la noche en la que Tai recibiría su anillo de compromiso, sellando su destino.
Tai no era la más emocionada por eso, a pesar de saber que era su deber. A ella le gustaba la idea de conocer a un buen hombre, conversar, ser cortejada y enamorarse. No sabía si James era un hombre bueno, si era educado o un patán. Esperaba que fuera lo primero, porque sabía de historias de terror sobre esposos intolerantes y las desdichas de las mujeres que se casaban con ellos.
Suspiró, mirando hacia un costado y admirando el público expectante de caballos que esperaban pacientes a que los transeúntes cruzaran de un lado a otro para continuar con su camino. Hubo un caballo negro en especifico que no paraba de resoplar, agitando la cabeza mientras la ropa de algunas de las personas rozaba con su nariz, haciendo que Tai sonriera con ternura.
Y estuvo a punto de levantar la mano para tocar la nariz del caballo para tranquilizarlo, pero terminó chocando contra un cuerpo que la hizo perder el equilibrio por un momento, soltando la bolsa con los listones que había comprado con sus amigos al suelo, estirando las manos para sostenerse de lo que estuviera cerca y no terminar en la tierra de la calle.