La Historia Entre Los Dos

Capítulo Extra ⌘ Orgullo y Prejuicio Parte 2

I used to wonder
(Solía preguntarme)
What the hell is love supposed to be?
(¿Qué diablos se suponía que era el amor?)
Spent hours watchin'
(Pasé horas mirando)
All those after ever happily
(Todos esos felices para siempre)
I'll pray for cupid's mercy
(Rezaré por la piedad de Cupido)
I'll be the Liz to your Mr. Darcy
(Seré la Liz para tu Mr. Darcy)

Love, again, CLAUDIA

El estado de los DiMarco era un vasto pedazo de tierra, de donde provenía la mejor carne de la ciudad. El Vizconde DiMarco estaba orgulloso de su legado, finalmente presentando a su única hija ante la sociedad para fortalecer aún más sus relaciones con el reino y extender sus riquezas.

Mia lucía acalorada desde lo alto de las escaleras, observando a los invitados explayarse en toda la planta baja de su casona. Había varias debutantes usando un vestido blanco, tal y como Mia lo hacía para diferenciarse del resto de los invitados.

Los listones que había comprado a Tai y Emma por la mañana estaban entrelazados en su cabello, luciendo una bonita trenza que caía por su hombro. Un abanico de encaje y plumas se ajustaba en su mano, batiendo aire para evitar que sudara más de la cuenta.

A pesar de que su casa tuviera una buena ventilación, la cantidad absurda de gente hacía que navegar en los salones y vestíbulos de la casa fuera un infierno. Por eso Mia prefirió mantenerse alejada del tumulto, observando como un halcón todo lo que sucedía, y esperando paciente a ciertas personas.

Cuando supo que el Príncipe Lawrence se presentaría en su casa, perdió la cabeza, e hizo todo lo humanamente posible por acicalarse para recibirlo. Pero también olvidó su misión de la mañana, y era hacer que Tai tuviera una experiencia romántica antes de atar su vida a un tipo que podría ser un condenado Conde, pero que no sabían absolutamente nada de su existencia más allá de eso.

Pero después de escoger sus listones, encontrar a Tai junto a la puerta con una sonrisa triste hizo que naciera en Mia un instinto de cazador, porque no descansaría hasta encontrar al dichoso Alek Ivanov, que había dejado a su mejor amiga como tonta e ilusionada, saliendo de la tienda después de saber que era una Nazarova.

Porque Tai podría terminar comprometida al terminar la velada, pero la noche aún era joven, y Tai todavía tenía oportunidad de ser feliz por un rato más.

—Amelia.

Mia miró debajo del descanso de la escalera, donde su madre la llamaba.

—Baja por favor. Hay invitados que necesito presentarle.

Mamma —refutó Mia, frunciendo el ceño—, necesito esperar a que lleguen el Príncipe y Tai.

—El Príncipe llegará más tarde a la velada. Y los Nazarova pueden esperar, cariño.

Soltando un suspiro dramático, Mia cerró su abanico, acomodándose la trenza sobre el hombro y ajustando el vestido para no pisarlo al bajar las escaleras.

—Te ves preciosa, mia ragazza (mi niña) —su madre le pinchó las mejillas, seguramente en un intento para colorearlas y verse más atractiva.

Lo que significaba que los “invitados”, eran en realidad pretendientes.

Mia puso los ojos en blanco. Su único pretendiente con oportunidad era el Príncipe. Pero por su bien, haría caso a todo lo que su madre dijera, y los rechazaría a todos hasta que el Príncipe Lawrence hablara con su padre para pedirle su mano en matrimonio. De eso podía estar segura Mia, o dejaba de llamarse Amelia DiMarco.

—El Marqués Evans viajó con su hijo desde Los Ángeles —comenzó a explicar su madre mientras caminaban a uno de los salones donde estaba atestado de invitados—. Vinieron a Sacramento exclusivamente a la temporada social, y según tu padre, están bastante interesados en conocerte.

—El sentimiento no es mutuo —Mia se cruzó de brazos.

Y estaban a punto de entrar al salón cuando Mia sintió a su madre tomarla del brazo, deteniéndose para mirarla frente a frente.

—Escucha, Amelia, sé que desde que te enteraste que el Príncipe Lawrence vendría al baile, decidiste que él y sólo él sería digno de recibir tu mano en matrimonio —la madre de Mia suspiró con cansancio—, y es totalmente entendible que sueñes tan alto. Pero tienes que ver las posibilidades de que tal vez el Príncipe ni siquiera se presente en la temporada.

—Se supone que viene a asegurarse que Tailime termine casada con el Conde Grant.

—Lo cual sucederá hasta el final de la temporada —su madre la sacudió en sus brazos—, no puedes esperar hasta entonces para saber si el Príncipe se interesará en ti. Necesito que pongas de tu parte en esto.

Mia hizo un puchero, haciendo que su madre terminara sonriendo con ternura y acomodara un pequeño mechón de cabello suelto tras su oreja.

—Si en dado caso, el Príncipe se llegara a fijar en ti, y tienes a un par de pretendientes cortejándote, podemos espantarlos para dejarle el camino libre. ¿Qué te parece?

Eso fue suficiente para Mia, porque sonrió mostrando todos los dientes antes de abrazar a su madre.

El salón al que entraron seguía igual de lleno, con muchas más debutantes que en el resto de la casa. Tal vez se debía a que había una gran cantidad de pretendientes aglomerados junto a la cantina, pero Mia y su madre no se dirigieron hacia ahí, sino al balcón del salón donde estaba su padre hablando con otros dos caballeros más.

Mia se arregló la falda del vestido, acomodándose los arreglos en su cabello con la mejor delicadeza que su madre le había inculcado, y levantó la barbilla antes de salir al balcón.

—Buenas noches, mis señores —la madre de Mia llamó la atención de los tres hombres en el lugar—. Permítanme presentarles a mi hija, Amelia DiMarco, hija del Vizconde de Sacramento.




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