La Historia Entre Los Dos [libro #1] (editado)

15 ⌘ La Disculpa

Después de nadar en la bahía, decidieron comer algo antes de regresar a la carretera. James insistió en tomar una fotografía de recuerdo para después mostrársela a sus padres.

Tai intentó acomodarse el cabello para que el viento no le cubriera el rostro, y con una sonrisa incómoda miró a la cámara. No estaba acostumbrada a tomarse fotos; las únicas que sus amigos tenían de ella eran aquellas que tomaban cuando no se daba cuenta.

James, entusiasmado, insistió en enviárselas también a los demás, para recordarles la divertida tarde que habían pasado.

Después de comer —y una vez asegurados de que sus camisas estaban secas y libres de cualquier rastro del basurero—, los tres empacaron para volver. Tai solo se puso el short y el pareo, agradecida de no sentirse tan expuesta, pero aún cómoda con el traje de baño puesto.

Sin embargo, a pocos minutos de la ciudad, terminaron detenidos a la orilla de la carretera.

—En verdad lo siento —dijo Tailime, visiblemente avergonzada, mientras James abría el cofre del auto y se asomaba como si estuviera descubriendo un tesoro.

—Esto es verdaderamente majestuoso —comentó James, casi metiendo la cabeza por completo dentro del motor. Alek se paró a su lado, rodando los ojos.

—No te preocupes —respondió Alek a la disculpa innecesaria de Tai, intentando tranquilizarla—. ¿Y bien?

James se incorporó después de revisar a fondo.

—No veo ningún problema con el motor. El aceite está en su nivel —dijo, sacando la varilla para mostrar el fluido claro—. Parece recién cambiado, así que no creo que sea eso. Y el anticongelante también está bien.

Alek se tocó la barbilla, pensativo. No era un experto en mecánica, pero tampoco creía que se tratara de algo tan grave como para quedar varados ahí.

Sacó su teléfono, buscando un mecánico cercano, mientras pensaba cómo decirle a Tai sin que se preocupara demasiado.

—¿Crees que a Tailime le gusten los hombres sucios en grasa, como en las películas románticas?

Alek lo miró de reojo ante la absurda pregunta en voz baja. ¿Cómo era posible que James dijera cosas así y no temiera quedar como un lunático?

—No lo sé. Pero si quieres averiguarlo, recuerda que aún tienes que subirte al carro de su padre sin mancharlo —replicó Alek, zafándose de la conversación mientras seguía buscando opciones en su celular.

Serge solía trabajar los fines de semana con su padre en el taller. Así que abrió su lista de contactos, encontró el número y marcó.

Después de cinco tonos, alguien contestó.

—Serge —saludó Alek, sabiendo que no se necesitaban formalidades—. Necesito un favor. ¿Puedes guiarme para revisar un auto?

Espera un momento —dijo su amigo.

Se escucharon ruidos metálicos y luego el cerrar de una puerta. El bullicio del taller fue reemplazado por una voz lejana, un grito, un golpe sordo y un suspiro cansado.

Luka quiere saber dónde estás.

—En medio de la carretera —Alek se rascó la nuca, notando su mano sudorosa y limpiándola en las bermudas—. Tuvimos que hacer un reporte fotográfico en el basurero a las afueras de la ciudad, pero nos quedamos varados.

¿El trabajo semestral? —preguntó Luka al fondo, ahora que Serge había activado el altavoz.

—Sí. El auto de Nazarova dejó de avanzar, y quería saber si Serge podía orientarme.

Oh... —Alek rodó los ojos al oír la risa de Luka—. Tienes razón. Arizona y Anna tenían competencia este fin de semana. ¿Eso quiere decir que tuviste una cita con la devushka? ¿Quieres impresionarla arreglando su coche? Espera... ¿la devushka tiene coche?

—No —Alek se frotó los ojos, sin ganas de discutir la evidente no-cita con Tailime—. Grant también está aquí, y literalmente estamos en medio de la nada. Solo quiero arreglar esto y llegar a casa. Y el coche es del padre de Kai.

De acuerdo, no te pongas así, campeón —Luka sonaba decepcionado—. Serge dice que revises los niveles de aceite y anticongelante.

—Todo parece estar bien. Ambos están llenos, y el aceite es claro. Debo agregar que el coche es clásico. Probablemente de los cincuenta...

—¡Sesenta! —corrigió una voz al fondo.

Alek parpadeó y caminó hacia la puerta del copiloto, donde Tailime seguía sentada en el asiento del conductor, esperando a que el auto respondiera.

—¿Perdón?

—El auto —Tailime aclaró esta vez en voz moderada—. Es un Jaguar XK150 del sesenta.

¿Es la devushka? —Luka parecía emocionado de escuchar la voz de Tailime, lo que hizo que Alek alzara una ceja.

Luka siempre había sido fan de Tailime, por alguna razón inexplicable. La trataba como si fuera su hermana menor. Tal vez influía el hecho de que Luka solo tenía hermanos hombres, y eso despertaba en él cierta nostalgia por no tener una contraparte femenina.

Dile que le mando saludos.

—Luka te manda saludos —informó Alek, justo cuando James se acercó, observando cómo una sonrisa se dibujaba en los labios de Tailime mientras asentía.




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