Luka había dicho que solo tenían que darle tiempo para que Arizona comenzara a abrirse con ellos de nuevo. Y tenía razón.
Al día siguiente, Arizona regresó a su lugar habitual junto a Alek, dejó la mochila sobre el escritorio, sacó su libreta y la abrió en una hoja en blanco. Alek no dijo nada, pero la miró cuando la escuchó aclararse la garganta para llamar su atención.
—Si me estoy sentando contigo, no es para dejarte el lugar libre —murmuró Arizona sin mirarlo, con los ojos fijos en la pizarra y el ceño fruncido—. Suficiente tuve el día de ayer viéndolos besarse como para tener que soportarlo todos los días en clase.
Alek no respondió, pero sonrió ante la peculiar manera de Arizona de aceptar su relación con Tai.
Durante el almuerzo, Arizona continuó sentándose en la mesa de las porristas, evitando por completo la mesa de sus amigos para no tener que hablar con Luka. Pero al menos, en la reunión al final del día para el proyecto, las cosas fueron más ligeras que en días anteriores.
El viernes transcurrió con la misma rutina.
Durante los almuerzos, Alek había aprendido a bloquear mentalmente a los chicos del club de coro cuando se acercaban a su mesa, harto del sinfín de canciones de amor que recibían tanto él como Kai de parte de admiradoras secretas.
Siempre era igual en los días previos a San Valentín, pero al menos sabía que todo terminaba el catorce de febrero. Esta vez, ni siquiera sabía cuándo sería el concurso de canto.
Se sentó en su lugar habitual, escuchando a Luka parlotear con Anna sobre el nuevo centro comercial que había abierto la semana anterior, mientras comenzaba a comerse su sándwich. Sabía que podía pedir que dejaran de dirigirle canciones. Tal vez debía acercarse a Mia para hacerle saber que ya no quería más serenatas.
Ni siquiera levantó la vista cuando notó a varias personas reunidas alrededor de la mesa, haciendo que Luka y Anna guardaran silencio. Solo quedaba esperar a ver si la canción era para Kai o para él. Pero un codazo en las costillas lo obligó a alzar la mirada. Serge le indicó con la cabeza hacia el frente.
Alek resopló con fastidio antes de sentarse derecho. Esperaba ver al típico grupo que lo serenaría esa mañana, pero se quedó callado al ver a Mia con una sonrisa orgullosa.
Una chica detrás de ella comenzó con un beatbox suave, marcando la introducción, y entonces Mia comenzó a cantar:
—I had a dream the other night...
Otra canción romántica. Otra vez. Para Alek.
Porque Mia lo miraba directamente mientras cantaba la primera estrofa.
Otro chico se le unió, simulando una base instrumental con la voz. Alek se cruzó de brazos sobre la mesa, observando a cada uno de los integrantes del coro. Esta vez eran diferentes. No eran Sasha y compañía. De hecho, sólo reconocía a uno o dos que hacían de “instrumentos” durante las canciones. La mayoría de los acompañantes eran nuevos.
Alek ladeó la cabeza cuando Mia entonó la última estrofa antes del coro.
Mia nunca había cantado cuando la canción iba dedicada a la mesa del hermano de su mejor amiga. Mucho menos para él. Por eso enderezó la espalda cuando Mia sonrió con complicidad.
A lo lejos, distinguió una melena negra y un par de ojos verdes que lo miraban fijamente, acompañados de una sonrisa, mientras pronunciaba el coro de la canción:
You've got something I need
In this world full of people
There's one loving me
And if we're only here once (hey)
I wanna live with you
En ese punto, la mayoría de los presentes comenzaron a aplaudir junto con el coro, siguiendo el ritmo de la melodía.
Pero Alek ya podía mandar todo al carajo, porque Tailime Nazarova lo miraba a los ojos mientras sonreía divertida por su reacción—probablemente la de un bobo enamorado que acababa de darse cuenta de que su amor era correspondido.
Demándenlo por emocionarse, pero aún había veces en las que Alek no terminaba de caer en cuenta de que, efectivamente, la chica de los hermosos ojos verdes sentía lo mismo que él.
En el último coro, los “instrumentos” vocales cesaron, dejando solo la voz de Mia, que sonreía contenta mientras cantaba con el apoyo de los aplausos. Cambió ligeramente la letra cuando Alek tuvo toda su atención:
—In this room full of people, there's one loving me.
Alek se mordió los labios mientras Luka cantaba a todo pulmón junto a Mia, aplaudiendo sobre su cabeza. De nuevo, giró la vista hacia Tailime y soltó una risa divertida al verla apachurrada entre Harry y Max, que también cantaban la canción.
Mia concluyó su interpretación y fue recibida por una ovación antes de despedirse de la mesa con un gesto de la mano.
Sí. Alek definitivamente quería retirarse de aquella contienda de serenatas con una canción dedicada por Tailime.
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El evento comunitario de la Veterinaria DiMarco se celebraba al menos una vez al año —dependiendo de la cantidad de perros hospedados— en el estacionamiento del establecimiento.