La Historia Entre Los Dos [libro #1] (editado)

35 ⌘ Glee

Alek miró su reloj una vez más, esperando frente al auditorio. Faltaban diez minutos para las seis, hora en que comenzaría el concurso de canto.

Tai había pasado toda la semana sentándose a almorzar junto a su hermano y sus amigos. Mia y Asher la habían estado ignorando como si tuviera la peste. Sin excepción, Harry y Max se sentaban con Asher, mientras Emma y Mia evitaban la cafetería a toda costa para no verlo. Era un dolor de cabeza constante, pero al menos Tai parecía lo suficientemente animada gracias a las ocurrencias de Luka como para distraerse de todo.

Fue la tarde del jueves cuando Tai se giró hacia Alek con el ceño fruncido, mientras estaban en la mesa del almuerzo, como si estuviera molesta con él.

«—¿Qué? —parpadeó Alek, confundido.

—¿Ya no iremos el sábado a ver la película que me habías dicho? —preguntó Tai en voz baja, para que nadie más escuchara.

—Oh —Alek se rascó la cabeza, algo avergonzado—. Con todo lo que ha pasado, no creí que quisieras salir a ningún lado.

—No creo que vaya a necesitar el boleto que compré —Tai se mordió la mejilla en un gesto pensativo—. Realmente quería ir al concurso a escucharlos, pero…

—¿Están hablando del concurso de canto? —Anna se metió a la conversación, aplaudiendo emocionada—. Le pregunté a James si quería ir conmigo, pero tiene que trabajar con sus papás. Así que tengo un boleto extra por si quieren venir.

—Tailime está peleada con DiMarco, ¿lo recuerdas, Anna? —aportó Arizona mientras se metía una cucharada de pudín a la boca.

—Pero no tendría que ir a verla a ella —se excusó Anna con una sonrisa, mirando a Tai con los ojos brillantes—. Es la primera vez que iba a ir. Escuché que son concursos increíbles, ¿no es así, Tailime?

Tai se limitó a asentir, lanzándole una mirada a Alek en busca de ayuda. Él solo sonrió, le puso una mano en la cabeza y desacomodó el gorro rojo para que se relajara un poco.

—¿Qué te parece si vamos todos juntos al concurso? —le preguntó Alek cuando el gorro se le bajó tanto que le cubrió los ojos—. Así no te pierdes la actuación de Mia, y puedes ponernos a nosotros de pretexto si ella te reclama por haber ido.»

Fue entonces que Serge tomó el segundo boleto de Anna y quedaron de verse todos en la entrada del auditorio. Luka tenía un viaje familiar, y aunque intentó convencer a su mamá de quedarse, no logró acompañarlos. A pesar de que Arizona comenzaba a tolerar mejor a Tai, no tenía intención de pasar la tarde con ella.

Y Kai... era Kai. Según sus palabras, no pensaba desperdiciar su sábado en trivialidades.

Y la razón por la cual Alek no había pasado por Tai para llevarla hasta el auditorio... bueno, eso se explicaba gracias a la cita que habían tenido el día anterior. Aunque llamar “cita” a la aventura que compartieron no alcanzaba a cubrirlo del todo.

«Todo había comenzado de forma parecida a la última vez. Alek pasó por Tai a su casa y fue recibido por la mamá de la chica, quien abrió la puerta. Era extraño que los padres de los mellizos siguieran en Sacramento, pero no pensó demasiado en eso, porque apenas vio a Tai bajar por las escaleras, fue arrastrado hacia afuera antes de que Adele pudiera interrogarlo.

El cine al que irían era distinto al de la plaza comercial donde habían ido la primera vez, así que el trayecto sería más largo. Ninguno de los dos habló mucho al principio. Solo disfrutaban la música y la calidez del termostato, contrastando con el frío que había afuera.

—¡DETÉN EL AUTO!

Por eso Alek casi se sale del camino cuando escuchó el grito de Tai, quien se había pegado al cristal de la ventana como si hubiera visto algo horrible. Varios autos detrás de ellos reclamaron con bocinazos, y Alek solo atinó a orillarse, encendiendo las intermitentes, el corazón acelerado mientras se giraba hacia ella.

—¿Qué sucede? —preguntó cuando se detuvieron, justo al momento en que Tai se quitaba el cinturón de seguridad—. ¿Tai?

Y Tai saltó del auto hacia la orilla de la carretera, sin decir una sola palabra.

Eso era nuevo. Alek nunca había tenido una cita con una chica que quisiera lanzarse por la puerta antes de que la cita siquiera empezara. Al menos no con el auto en movimiento.

—Mierda —murmuró, quitándose el cinturón para salir y correr tras ella. Tai ya iba en dirección contraria a donde manejaban.

Tai estaba inclinada sobre un bulto a la orilla de la acera, moviéndose con especial cuidado al manipular aquella bola de pelos oscuros.

—¿Qué es eso? —preguntó Alek, una vez que estuvo detrás de ella. Se apoyó sobre las rodillas para observar mientras Tai maniobraba con cuidado.

Lo que fuera, estaba hecho un ovillo, intentando conservar calor. Con toda la delicadeza del mundo, Tai colocó una mano sobre lo que supuso que era el lomo del animal. En su rostro se dibujó un gesto de concentración. Alek guardó silencio mientras ella intentaba localizarle la cara. El pelaje era largo para ser el de una rata o un mapache, así que se descartaban los peores escenarios.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.