Can you feel this magic in the air?
(¿Puedes sentir esta magia en el aire?)
It must have been the way you kissed me
(Debe haber sido la forma en que me besaste)
Fell in love when I saw you standing there
(Me enamoré cuando te vi ahí de pie)
It must have been the way
(Debe haber sido la forma)
Today was a fairytale
(Hoy fue un cuento de hadas)
—Fairytale (Taylor’s Version), Taylor Swift
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La cuestión con los protocolos de seguridad es que resultan demasiado alienígenas para alguien que solo ha oído hablar de ellos en películas de acción, donde el protagonista forma parte de un escuadrón élite encargado de proteger al presidente.
Así es como Alek se sentía al abordar el jet privado de la familia Nazarova el sábado por la mañana, rumbo al aeropuerto de Long Beach.
La mayor parte del tiempo no sabía cómo reaccionar ante las indicaciones del personal de seguridad en el aeropuerto, ni qué hacer con los sobrecargos que le ofrecían opciones de comida y bebida en un vuelo que solo duraría una hora y media, cuando en un viaje comercial, una pequeña bolsa de pretzels ya era considerada un lujo.
Cuando Alek decidió el regalo de cumpleaños para Tailime, planeó con cuidado cada detalle para hacer de su visita algo inolvidable.
La idea original había sido comprar un par de boletos de autobús, viajar la noche del viernes para amanecer en Anaheim, disfrutar del parque y sus atracciones, y regresar esa misma noche para amanecer el domingo en Sacramento.
A pesar de ser el mejor amigo de Kai, y de contar con la plena confianza de los padres de los mellizos, Alek no quería abusar sugiriendo pasar la noche con Tailime en un hotel en otra ciudad, solos.
Con el protocolo, la idea original cambió: se impuso el jet privado de la compañía para trasladarlos desde Sacramento hasta su destino final. Y, aunque no era necesaria la intervención de más vigilancia, Kai se unió al viaje más por obligación que por gusto, resignado a pasar el día en el hotel y compartir la habitación con su hermana.
Aunque Alek ya no tendría que pasar la noche en un incómodo asiento de autobús, tuvo que despertarse temprano para estar a las seis y media de la mañana en el aeropuerto de Sacramento, un día que normalmente habría dormido hasta tarde.
Kai era el menos entusiasmado de todos.
Al llegar al aeropuerto, se dirigió directamente a un enorme sillón en la sala de espera y se recostó, tomando una de las cobijas disponibles y envolviéndose como un capullo. Solo cuando recibió café a bordo del avión, su humor mejoró, incluso llamando a Alek con el título que él mismo se había impuesto para denominar su rol en el protocolo de seguridad.
Así fue como Alek terminó pasando los filtros de seguridad del lugar más feliz del mundo, acompañando a la chica más entusiasmada del lugar.
Tai daba brinquitos mientras esperaban en la fila para el acceso al parque. Habían llegado temprano, justo para la apertura, y Alek no pudo evitar sonreír cuando la vio pegar las manos al vidrio de la limusina al aparecer los anuncios con los nombres de las calles inspiradas en el mundo de Disney.
Lo tomó de la mano para correr por la calle peatonal que conducía a la explanada principal, donde se dividían los dos parques temáticos, una vez que descendieron del auto. Alek había conseguido entradas para el parque clásico de Disneyland, pero eso parecía importarle poco a Tai cuando distinguió el castillo de la Bella Durmiente por encima del arco de la entrada principal.
Estar dentro de Disney generaba una energía positiva que opacaba las últimas semanas que Tai había atravesado.
A pesar del clima fresco, el frío no le calaba en la piel mientras los encargados del lugar los saludaban y les deseaban una feliz estadía. Una vez dentro, Alek guió a Tai entre el mar de gente hasta el Disney City Hall, donde pidió un botón que indicaba que era su primera visita al parque. Tai lo portó con orgullo, maravillada por la decoración navideña en los postes de luz y en los estantes de las tiendas de la avenida principal.
Tai estaba segura de que había estado a punto de arrancarle el brazo a Alek de tanto que corrió de un lado a otro, intentando abarcar la mayor cantidad de atracciones en las doce horas que tenían para recorrer el lugar.
Varios miembros de Disney se emocionaban al ver sus botones al entrar a las atracciones, dándoles consejos para disfrutar mejor su estadía.
Una de las mejores partes fue el desfile del mediodía. Era una buena opción para ver a la mayor cantidad de personajes sin tener que hacer una interminable fila para saludarlos, aunque eso significaba no poder tomarse fotografías con ellos.
Alek tuvo que admitir que, a pesar de todo, era divertido disfrutar del día hablando con Tai mientras esperaban.
La parte más graciosa fue cuando Chip... o Dale (Alek no estaba muy seguro) comenzó a coquetear con Tai desde el momento en que la vio en la fila. El fotógrafo propuso una pose donde Tai estirara los brazos, mientras Chip la tomaba de una mano y Alek de la otra, con Dale al fondo de la escena en una pose escandalizada.
—No puedo creer que ahora tenga que preocuparme porque una ardilla intente robarme a mi novia —había dicho Alek una vez que se despidieron de los personajes, pasando su brazo sobre los hombros de Tai, fingiendo enfado y sacándole una carcajada con el comentario.