La Hoja Blanca

Capítulo 4

Mirah abrió los ojos al día siguiente. Katria había despertado antes que ella, la encontró comiendo del ciervo que aun tenían, la chica tragó y le brindó una sonrisa.

—Hoy será el día —dijo—. ¿Estás lista?

Mirah asintió.

El resto no tardó en levantarse, el animal era demasiado grande. Tan grande que ni aun comiendo todo lo que les fue posible consiguieron acabarlo. Les sobró demasiado.

Al menos no nos moriremos de hambre pensó Mirah.

Todos iban igual que el día anterior. Silenciosos y centrados. Mirah temió que Katria y Mathis comenzasen a discutir nuevamente. Sin embargo, el que rompió el silencio luego de un rato de caminata fue Castor. Su rostro duro y sereno cambió.

—¡Aparezcan, malditas bestias!— gritó. Golpeando con todas sus fuerzas el tronco más cercano.

Mirah se espantó, trató de retroceder y cayó sentada al piso. El golpe había hecho retumbar el árbol y muchas de sus hojas estaban cayendo sobre ella. Mathis por su lado había estallado en risa. Silka suspiró.

—¿Qué fue eso? —preguntó Silka—. ¿Has perdido ya la cabeza?

—Lo lamento —dijo Castor—. Necesitaba desahogarme

—Eso estuvo bueno—dijo Mathis entre carcajadas—. Realmente no me lo esperaba, me recuerda cuando…

—¡Están aquí! —gritó Katria, empuñando el pomo de su espada.

Todos miraron a Katria. La muchacha miraba fijamente hacia el frente. Todos miraron en su dirección y empuñaron sus armas. Todos menos Mirah que seguía en el piso, tratando de componerse.

Cuando aparecieron sus figuras parecieron humanas, sin embargo, a medida que se acercaban se notaba la desproporción. Dos criaturas de cabezas pequeñas y cuerpos robustos y grotescamente musculosos se aproximaban con pasos lentos y pesados.

 

Katria miró a sus compañeros. Mirah en el piso, los demás empuñaban sus armas, pero el miedo se veía en sus rostros, no parecía que fuesen a moverse. Volteó a las criaturas, cada una le sacaban por lo menos un metro a Castor, la persona más alta que había visto. Eran tan corpulentas que su piel verde parecía estar a punto de rasgarse.

¿Por qué dos? Pensó se supone que eran solitarios. Mierda, mierda… ¡maldición!

—Yo distraeré a uno —gritó—. Encárguense del otro antes de que me maten.

Se abalanzó hacia adelante. Con su mano libre recogió una pequeña piedra del piso y la arrojó a la cara de uno de los Grandes.

La criatura apenas sintió la piedra rebotar contra su frente. Aun así, sus pequeños ojos negros llenos de ira amenazaban a Katria. El acto fue más una ofensa y un desafío que un ataque propiamente tal, o al menos así lo sintió el Grande.

El primero corrió en dirección de la muchacha. Esquivó sin dificultad los árboles y llegó frente a Katria.

Es el doble que yo pensó aterrada. Es el doble que yo y es muy rápido.

Logró echarse para atrás y esquivar el primer golpe de la criatura. Por poco. Se preparaba para esquivar el siguiente ataque del Grande cuando, por el rabillo del ojo logró ver la otra corpulenta figura que se le acercaba a toda prisa por el costado.

Estoy muerta.

Esquivó el segundo manotazo de la primera criatura poniéndose a cubierto tras unos árboles cuyos troncos estaban demasiado próximos para que pasase la criatura. Pero la otra se acercaba demasiado rápido para que pudiese hacer algo. En eso, una silueta se asomó por el costado del segundo Grande y un retumbar se escuchó con fuerza.

Katria sonrió para sí.

 

Respiraba agitadamente. No tenía idea de que sentiría tanto temor, en cuestión de segundos vio a Katria abalanzarse contra las bestias, ambas se arrojaron sobre ella. Las lágrimas caían por los ojos de Mirah viendo como su amiga se enfrentaba a su inminente final.

Maldición, maldita sea… párate… párate.

Miró sus piernas, aunque las quería mover, era incapaz de siquiera levantarse. Un sonido retumbante llamó su atención. Castor estaba al lado de una de las criaturas sosteniendo firmemente su gran maza, cuya cabeza acababa de impactar con la rodilla de la criatura que se arrodillo frente a Castor.

—¡Vamos! —gritó Mathis



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En el texto hay: accion, aventura, amor

Editado: 14.02.2020

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