La Hoja Blanca

Capítulo 12.

—¡Reacciona! —dijo Silka. Zamarreando a Katria.

Katria la miró, aturdida. Cerró los ojos y sacudió la cabeza.

Cuando los abrió Silka estaba empuñando su alabarda, con la espalda pegada a la pared y mirando con cuidado hacía la calle.

Alguien gritó.

No era Silka, venía de la calle. Tampoco era una palabra, era un alarido de miedo o dolor, Katria no lo sabía. Pero cuando el tañido de las campanas hizo eco, incluso en el callejón en donde estaban, es que se dio cuenta de que algo no estaba bien.

Los gritos aumentaron, ahora no era uno, eran muchos.

—¿Qué está pasando? —preguntó Katria.

—Saca tu espada —dijo Silka, aun con su vista puesta en la calle—. Nos vamos de acá.

Katria sacó su espada.

—¿Qué pasa con Mathis? —preguntó Katria—. No sé qué está pasando, pero debemos buscarlo.

—¡Que se lo lleven los profundos! —dijo Silka—. Debemos irnos. Esto es mal, tendremos suerte si logramos salir.

Ambas guardaron silencio al escuchar el hueco tintineo que anuncio a la criatura. voltearon a la entrada del callejón, ahí lo vieron. Sus ojos huecos parecían mirarlas mientras se acercaba a ella con pasos lentos y torpes. Parecía humano, pero no tenía piel o carne, solo huesos cubiertos de una amarilla suciedad.

Katria dio un paso atrás, asustada.

Intentó gritar, pero la voz no le salió. Sujetó con ambas manos su espada y con un golpe evitó que la criatura pusiese su mano sobre ella, haciendo que la huesuda mano se separara del cuerpo y cayera al piso.

El monstruo intentó alcanzarla con la otra mano. Silka le metió su alabarda entre las costillas, alcanzando la columna. La muchacha sintió un escalofrió, podía ver que solo era huesos. Pero atravesarla así la puso nerviosa.

Por favor, Celestis. Haz que funcioné pensó.

Con todas sus fuerzas hizo un semicírculo hacía arriba, desarmando a la criatura. Cayó partida en dos, con varias vertebras y costillas regadas por el suelo.

Pero aún se movía, arrastrándose con su único brazo hacia las muchachas.

Katria inspiró hondo y le dio una patada en la cabeza, con todas sus fuerzas. Sintio a través de sus botas el duro hueso que pateó. El cráneo rodó fuera del callejón, y por fin, los huesos regados por el piso dejaron de moverse.

No dieron una gran o prolongada batalla, pero el miedo hizo que los corazones de ambas latiesen con fuerza. Una parte de ellas dudaba que lo que vieron fue real. Incluso Silka, que había visto varias de esas cosas fuera del callejón.

—¿Aun pretendes buscarlo? —preguntó Silka.

Katria dudó. Era su amigo y a pesar de que pelearan todo el tiempo, ella no lo dejaría solo, a él ni a nadie. Pero Silka la miraba fijamente. Katria apretó con fuerza el pomo de su espada y cerró los ojos.

Lo siento pensó. Espero te encontremos en el camino.

—Vamos —dijo.

—Tenemos que enfocarnos, Katria —dijo Silka. Presionó su espalda contra la pared y volvió a asomarse—: Hay que salir rápido, creo que por el norte es más cerca, cada vez son más. Debemos escapar, Katria. Debemos hacerlo juntas.

Katria asintió y ambas salieron del callejón.

 

Los gritos seguían. Eran muchos y diversos.

Cuando salieron, Katria comprobó con terror que Silka no exageraba. Eran muchos, algunos deambulaban por las amplias calles, otros estaban atacando a las desafortunadas personas que pasaban por el lugar. Un chico trató de esquivar a los esqueletos, pero eran tantos que, de todas formas, chocó con uno. Las chicas escucharon los alaridos de dolor mientras los esqueletos hundían sus fauces en la carne del muchacho.

Katria empuño su espada con fuerza, apoyó un pie adelante y Silka la tomó por el hombro. Cuando volteó a verla, la chica rubia le negaba con la cabeza.

—No podemos, Katria.

Entonces un esqueleto se abalanzó contra ellas. Silka lo detuvo, con el largo alcance de su arma de asta. La cabeza del esqueleto cayó al piso y el resto del cuerpo se transformó en una pila de huesos. Otro se acercó y Katria lo eliminó. De esa forma se abrieron paso en la apocalíptica ciudad. No tenían idea de que estaba pasando, ya no se lo preguntaban, después de derribar a más de una veintena de esas criaturas y apenas avanzar una calle, lo único que querían era alejarse antes de que el cansancio terminara con sus vidas.



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En el texto hay: accion, aventura, amor

Editado: 14.02.2020

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