La Hoja Blanca

Capítulo 15.

Mirah despertó.

Cascos de caballos y el sonido de las ruedas le indicaron que seguían en movimiento. Miró en todas direcciones, solo oscuridad. No llegarían pronto. Trek seguía montando guardia y Julian conduciendo, ambos en silencio.

¿Qué había pasado?

No tenía respuestas. Pero había cosas más urgentes en ese momento que encontrar explicaciones, como encontrar la manera de sobrevivir. Había matado a ese hombre extraño, tenía que ocultarse. Había desertado del ejército, tenía que ocultarse. Pensó en Katria e instintivamente su mirada se posó sobre la chica que seguía triste y sombría. Estaba despierta.

Miedo y ansiedad. Hablarle no había sido tan difícil antes, por el contrario, había sido agradable y fácil. Tragó saliva y juntó el valor necesario apretando los puños.

—Katria —dijo— ¿Despertaste? ¿Cómo te encuentras? ¿Te duele algo?

Katria levantó la mirada, su rostro sombrío, sus ojos vacíos.

«Pobre mujer» pensó Mirah, compadeciéndose profundamente de ella. En su avanzar por la ciudad había visto gente siendo devorada por los esqueletos. Ella sabía cuál había sido el terrible destino de Silka. No podía decidir para quien había sido peor, si para la chica rubia que murió de una manera horrible y dolorosa. O si, por el contrario, la peor parte se la habría llevado Katria quien tuvo que verlo. Desaparecer y morir, siendo este el fin de todo dolor. O vivir, solo para hacerlo sufriendo, ambas perspectivas le parecían malas a Mirah, ya se había debatido entre ellas antes, ninguna parecía peor que la otra.

Katria apartó la mirada. Mirah suspiró.

 

Pasaron diez, veinte, treinta minutos y el cielo seguía sin aclararse, como las ideas de Mirah ¿Qué hora sería? Habría pensado que después de tan difícil experiencia descansar sería fácil. El rechazo y la incomodidad no eran fáciles de llevar. En su vida en Mercel le había parecido simple, simplemente mantenerse apartada del resto. Ahora era diferente, sus expectativas eran diferentes.

—Nos acercamos a Varlod —gritó Julian—. Despierten a los que aún duermen.

Mirah se irguió, tratando de ver. Ya se estaban acercando, un punto tenuemente iluminado en el horizonte, ese era Varlod. Le parecía que faltaba mucho, pero no era el caso. Al acercase más, la muchacha comprobó que parecía más un pueblo que una ciudad. Más parecido a Mercel que a Morcal, aunque no lo bastante pequeño para las precarias defensar del lugar, ni una empalizada tenía.

—¿Qué hacemos? —preguntó Mathis—. Llevamos armas, algunos aún tenemos las cotas de malla puestas. Hay una guerra, seguro nos capturaran.

Las armas estaban agrupadas en el centro de la carreta. Cubiertas por una manta.

—No creo que tengamos problemas —dijo Castor.

—¿No creo? —preguntó Mathis.

—Mi padre es guardia —dijo Castor—. Eso ya lo sabes, siempre decía que cuando llegaban gente armada, preferían dejarlos pasar como mercenarios sin hacer muchas preguntas. Somos muchos y ellos no van a querer problemas, el pueblo no parece muy protegido.

Mathis frunció el ceño.

—Es eso o ir al fuerte a que nos maten —dijo Julian—. Imagino que eres lo bastante brillante para saber elegir entre una muerte segura y la posibilidad de morir. Debe de haber valido la pena la molestia de salvarte.

—No sé quién eres —dijo Mathis, cruzándose de brazos—. Pero la seguridad es de los tontos, sobre todo ahora. Quizá deberíamos dejar las armas abajo, tirarlas por acá y pasar a buscarlas después.

—Si pasa alguien cerca —dijo Julian—. Imagina esto mejor, salen a revisar mañana en la mañana, hay muchas armas cerca de la ciudad y un grupo numeroso y desarmado que llegó hace poco al pueblo. Fácil capturarlos, fácil hacer preguntas. Mi papá también es guardia, también hacía lo mismo que el de Castor. Si vamos con las armas, temerán hacernos preguntas, no hay ni una empalizada.

Castor y Mirah observaron a Julian, incrédulos. Este se dio cuenta y torció el gesto. Kara sonrió.

—Parece que eres mucho más listo de lo que te gusta parecer —dijo Kara—. Casi pareces lindo así.

Julian se ruborizó.

—Esto no es juego —dijo Mathis. Suspiró pesadamente—: No quiero combatir, no deseo pelear contra ellos.



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En el texto hay: accion, aventura, amor

Editado: 14.02.2020

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