La Hoja Blanca

Capítulo 16.

Todos guardaban silencio, iluminados por la lampara, alrededor de una pequeña mesa cuadra, Mathis, Julian y Castor tenían sus ojos puestos en Mirah. Ella los ignoraba, estaba leyendo y viendo los pergaminos que había obtenido horas atrás.

—¿Sabes leer? —preguntó Mathis después de un rato.

—Si —respondió Mirah, levantando la mirada— ¿Tú no sabes?

Mathis se encogió de hombros.

—¿Quién sabe leer? —dijo—. Qué raro que tu sepas, solo la gente importante sabe. La única que sabía de nosotros era…

No tenía que decirlo, la única era Silka. La chica guapa y alegre, al parecer también era importante. Mirah le dirigió una mirada a Katria que estaba sentada en el piso, apoyada contra una pared, solo vio en ella una mirada hostil y llena de odio así que volvió a los papeles.

—Bueno —continuo Mathis—. Eso es raro, Katria nos dijo que eras una huérfana, y si no me falla la memoria, creo que cazabas animales pequeños para sobrevivir.

—No siempre ha sido así —dijo Mirah, sin apartar la mirada de los pergaminos—. Antes tenía un papa y una mamá que me enseñaron a leer. Obviamente he perdido práctica, tengo algunos libros en casa —se detuvo un momento—: O tenía, no sé. La cosa es que dejé de leer cuando Katria se fue.

—No la mires —dijo Mathis rápidamente. Mirah lo miró a los ojos.

—Cállate, Mathis —gritó Katria.

—Katria —dijo Castor, con voz autoritaria.

—Tu igual cállate —gritó la muchacha—. ¿Por qué? ¿Por qué estaban ahí?

—Detente Katria —dijo Mathis—. Ellos no salvaron ¿Qué te pasa?

—¡Tengo que saberlo, necesito saberlo! —de sus ojos brotaron lagrimas—. Necesito saber porque Silka tuvo que morir.

Mirah inspiró hondo y miró a Katria. La rabia en los ojos de su amiga le llegaba a doler.

—Tuve un sueño —dijo, tratando de librarse de sus emociones—. Un sueño en el que tu morías, quemada. Al principio no le tomé importancia, pero con el pasar del día fue siendo más fuerte. Las imágenes se volvían más nítidas, más reales…

» La noche anterior vi luces verdes en el cielo, cuando pregunté me dijeron que era una ciudad comercial, un gran centro comercial. Yo había soñado con una ciudad grande, parecía una estupidez, una tontería. Pero de alguna forma me los traje a todos acá. Lamento no tener más respuestas, Katria.

—Entonces lo sabías —gritó Katria—. Si lo sabías, si sabías que era peligroso… ¿Por qué vinieron solos? Necesitábamos un batallón entero, había un maldito batallón cerca. Silka no tuvo por qué morir. ¡Maldita sea!

Mirah tenía un nudo en la garganta, lagrimas a punto de salir de sus ojos. Pero tenía que ser fuerte. No sabía cuándo iba a durar lo de Katria, ni si iba a detenerse algún día. No se iba a quebrar frente a ella, no iba a mostrarle su debilidad ¿Para qué? ¿Para qué se siga desquitando? No.

Volvió a los papeles.

—¿Es de verdad? —preguntó Mathis—. ¿Crees que la hubieran tomado enserio? ¿En verdad crees que una chica, una simple recluta hubiese podido mover todo un ejército?

—Pasó, Mathis —dijo Katria, empecinada.

—Sabemos que paso —cubriéndose el rostro con la mano y suspirando con pesadez—. El punto no es si paso, el punto es que si les decía no solo no le iban a creer, sino que, además, probablemente no hubiesen dejado que saliera. Se arriesgaron mucho por nosotros, todos. No deberías tratarla así.

Katria lo maldijo en silencio. Era su amigo ¿Acaso no sufría por la muerte de Silka? ¿Por qué defendía tanto a Mirah? Se quedó en silencio, pensando.

—Esto no está bien —dijo Mirah, angustiada. Todos se volvieron a ella—. Este sujeto, en verdad era de Sheram, era un militar de alto rango.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Julian.

—Es lo que temíamos —dijo Mathis—. El ejército, el reino. La guerra es un truco.

—¿Un truco? —preguntó Julian—. ¿Para qué?

—Aún es muy pronto —dijo Castor—. Escuchemos lo que tiene que decir.



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En el texto hay: accion, aventura, amor

Editado: 14.02.2020

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