La Hoja Blanca

Capítulo 18.

—Katria —dijo Mathis.

Lo ignoró, seguía echada en el piso, mirando el cielo nocturno, un cielo oscuro, sin estrellas ni luna. Solo nubes.

—Katria —repitió.

La joven suspiró. ¿Es que no podían dejarla un rato tranquila? Había salido hace varias horas a tomar aire al parque del pueblo. Se suponía que nadie tendría que molestarla. Se levantó y volteó, era una silueta en la oscuridad. Al menos, solo era Mathis.

—¿Qué quieres? —preguntó, mirándolo con cara de pocos amigos.

Mathis suspiró.

—¿En verdad quieres hacer esto? —dijo—. Pensé que ya te habrías calmado…

—Si no quieres ir, no vayas —dijo—. Tú y Mirah son unos cobardes, la otra mujer, la que trajeron del fuerte, también lo es. Pero por lo menos ella es más honesta y ya dijo que no va a ir. Tú y Mirah no quieren ir y lo van a hacer porque quien sabe que, no están convencidos.

—Estoy convencido de que es una locura, Katria —dijo Mathis—. !Piénsalo bien! ¿Qué podemos hacer nosotros? Ni siquiera pudimos matar a uno de esos hombres con poderes, solo esqueletos que no se acababan nunca. Yo estaba con varios guardias, peleamos todos juntos contra esos esqueletos… todos murieron. Yo no sobrevivía si no hubiese aparecido Castor. E incluso a él le costó abrirse paso antes de que los esqueletos se desplomasen.

—Pero ese sujeto está muerto. Son personas, pueden ser asesinadas, solo debemos ser cuidados y…

—Aun no nos has contado —dijo Mathis—. Como murió Silka. Mirah lo mató con una flecha, eso dijo. Pero que no tenía idea de que podía hacer ese sujeto en combate además de sostener fuego con una mano.

Katria apretó los dientes. ¿Por qué tenía que ser tan insistente?

—A esto me refiero —dijo llena de rabia—. Tu no querías a Silka. Ella murió a manos de uno de ellos y parece que no te importa.

Mathis cerró los ojos y apretó los puños. Luego suspiró.

—Era más amiga mía que tuya —dijo—. Preparamos durante estos últimos meses la oportunidad para que ella —hizo una pausa—: No sé qué te dijo, no sé si siquiera te lo dijo. Fue mi idea dejarlas solas, que hablaran. Lo habíamos planeado, mis bromas sobre Mirah y tu… queríamos estar seguros antes de…

Las lágrimas brotaron de los ojos de Katria. Mathis estaba balbuceando, pero ella entendía todo. Todas las bromas sobre Mirah habían sido una prueba, solo querían ver si ella podría interesarse así en una mujer… y si esta podía ser Silka. Todas las escenas de celos…

—¡Eso es todavía peor¡—gritó Katria—. Ella confiaba en ti, idiota. Confiaba en ti y ahora abandonas su memoria. Te da igual que la hayan matado, te da igual que esos sujetos vayan a matarnos a todos al final. No estamos a salvo, no importa si nos escondemos o no, no importa si nos buscan o no.

—¿Y cómo pretendes hacerlo? —gritó Mathis. Ya estaba tan enojado como Katria—. Necesito un plan, necesito saber a qué nos enfrentaremos. En ese bosque hay Grandes, Katria. Grandes… ya viste los problemas que nos dieron solo dos de ellos la última vez. Además, quieres que vayamos a enfrentar gente de la que sabemos nada, porque la única que sabe algo no lo quiere decir.

—¿Quieres escuchar cómo murió?

Mathis guardó silencio.

—¡Bien! —dijo Katria—. Te lo diré si dejas de ser tan molesto y cobarde. Si quieres, cuéntaselo a todos también, no me importa. Eres un enfermo, solo quieres saber cómo murió para regocijarte en tu miedo…

» Estábamos rodeadas, ese hombre se acercó a nosotras y Silka se le abalanzó. Le lanzó fuego o no sé. Solo vi un destello y —empezó a hablar entrecortado—: ella estaba sobre mi cabeza, Mathis. En llamas sobre mi cabeza.

Katria comenzó a llorar, se agachó y se cubrió su rostro. Mathis no lo había advertido, apenas distinguía las facciones de su amiga en la oscura noche. Pero al notar el llanto descontrolado se acercó y la abrazó.

—No quería que lo vivieras de nuevo —dijo mientras la apretaba con fuerza—. No puedo imaginar lo horrible que fue… pero necesitamos saberlo, no quiero morir. Tampoco quiero que tu o Castor mueran… por eso los acompaño, porque quiero ayudar.

—Luego los esqueletos se le comieron —dijo Katria, apenas pudiendo hablar mientras sollozaba—. Aun escucho sus gritos, Mathis. Aun siento como esos esqueletos le arrancaban pedazos de carne…



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En el texto hay: accion, aventura, amor

Editado: 14.02.2020

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