La Hoja Blanca

Capítulo 22.

El calor besó su rostro. Todo se sentía mejor así, cálido y tranquilo. Ausente y oscuro. Se sentía tranquila, no supo cuánto tiempo estuvo así, tampoco supo si quiera que lo estaba. Un atisbo de conciencia fue todo lo que necesitó para que dolor llegará de golpe. La cabeza le retumbaba y el cuerpo le dolía hasta por pensar en moverse. Se quedó quieta, recibiendo el calor en el rostro.

Siseo, un siseo acompañado de tambores. ¿Qué estaba pasando? Katria intentó abrir lo ojos, pero su cabeza dolió incluso más de lo que creía posible. La luz era demasiad, no podía con ella. Apretó los dientes y el dolor se hizo más grande. Sentía la quijada hinchada.

Inhaló profundo, una bocanada de cálido aire entró llenando sus pulmones. Sus pechos le dolían, pero abrió los ojos. El golpe a su sentido casi hizo que perdiera la conciencia otra vez, estaba. Podía sentir algo reseco en su rostro, debía ser sangre.

Los Grandes pensó.

Estaba frente a fuego, una gran fogata y tras ella había Grandes. Aquellas criaturas parecían moverse de un lado a otro atrás de la fogata. Eran decenas, sino es que cientos. Echó la cabeza para atrás y se golpeó, fue apenas un golpecito. Pero el dolor se intensificó en su estado.

Trató de moverse y no pudo, pudo sentir la presión en sus pies, en su cintura y manos y en su pecho. Estaba atada. Miró por el rabillo del ojo y vio a Mathis y Trek a un lado. Atados a un tronco, estaba a por lo menos un metro del piso. En el otro lado estaba Julian y David.

No había tambores. Solo Grandes con pesados pasos que daban al unisonó.

Las lágrimas cayeron por las mejillas de Katria, pero no se descontroló. Ya había llegado el final. Volvió a ver a sus compañeros, todos estaban inconscientes.

¿Qué hice?

Si, todo había sido su culpa. Si hubiese escuchado a Mirah y Mathis nada de eso hubiese pasado. Ellos tenían razón, todo había sido una estupidez. Miró a su amigo con pesar.

El no debería estará aquí pensó. No debiste venir, tu no merecías morir, nadie merece morir. Solo yo. Oh Celestis, nunca te he pedido nada. Por favor solo toma mi vida, no la de los demás.

Nada sucedió. Siempre veía a su padre rezarle a Celestis. Si, siempre le rezaba y murió igual. ¿Por qué sería diferente ahora? Lo único que lograba consolarla era la idea de Castor y Mirah pudiesen haber sobrevivido. Era poco probable, pero serían dos muertes menos. Dos muertes que no estarían sobre sus hombros. Cerró los ojos y casi pudo imaginarlos.

Castor tosiendo agua y poniéndose en píe, sin nadie a su alrededor. Mirah saliendo magullada de debajo de los troncos, por imposible que fuese. ¿Y si vienen por nosotros? Pensó. No, eso era imposible. Y aunque hiciesen esa estupidez, no tendrían medios. Era un batallón entero de Grandes, incluso un ejecito entrenado y numeroso hubiese sufrido numerosas bajas antes de reducir a las criaturas.

Pero no podía abandonar la esperanza. Volvió a sentir asco de si misma. Pensó en abandonar sus amigos, y ahora pensaba en que estos se sacrificasen por ella.

—Mátenme rápido —suplicó.

—¿Ya te quieres morir? —dijo Mathis entre jadeos.

—¿Qué otra opción hay?

—Ninguna, pero no te pregunté eso. ¿Te quieres morir?

—Soy un desastre de persona, Mathis —dijo Katria e intentó levantar la mirada. El cielo estaba oscuro por la noche. No había arboles cerca—. Los arrastré acá y los maté a todos. Ni siquiera superamos el primera, llegamos y hemos sido aplastados. Como unos niños tontos.

—Somos unos niños tontos —dijo Mathis.

—Pero al menos, ustedes son unos tontos buenos. Yo soy una idiota horrible, no quería nada más que hacerme matar. Tenías razón… parece que lo logré. Al menos algo he logrado, un objetivo cumplido.

—Eres una tonta sin remedio —dijo Mathis con todo de reproche—. ¿Qué te paso? Cambiaste, Katria. La muerte de Silka… te volvió diferente… tan rápido.

—Los odiaba a todos —gritó Katria—. Soy débil y no pude protegerla. Me odie a mi misma. Llorando igual que ahora, esperando la muerte frente al fuego igual que ahora. Incapaz de hacer nada más que aceptar mi maldito destino. Debí morir allí, junto con Silka. Mirah me hizo esto, ella me salvó y me condenó a este sufrimiento.

 Mathis guardó silencio.



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En el texto hay: accion, aventura, amor

Editado: 14.02.2020

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