Sintió que le sujetaron el brazo. Volvió en sí y vio quien la afirmaba, era Mathis cuyos ojos clavados en ella tenían una combinación de miedo y rabia que le transmitían un claro mensaje “Esto no va en serio, ¿Verdad?”
—¿Qué pasó? —preguntó Katria, tratando de zafarse.
—¿A dónde vas? —gritó Mathis, apretando con más fuerza el brazo de Katria, quien hizo una mueca de dolor.
—Suéltame —dijo Katria—. Me duele.
—Te soltaré si me prometes que no vas a hacer nada estúpido. Ya no estamos para cosas estúpidas, Katria. No te dejaré que nos mates a todos.
Castor tomó a Mathis por el hombro y lo obligó a soltar a Katria. La muchacha los miraba confundida, entonces se volvió hacía la luz y lo entendió. Su conciencia no la abandonó del todo, pero sentía la necesidad de acercarse. No era un simple deseo del que podía escapar, era una orden a la que no podía negarse.
—Debo ir —dijo Katria, avanzando hacía la luz.
—No lo harás —dijo Mathis poniéndose frente a ella—. No sé qué pretendes, pero es peligroso. Recuerda que en este bosque esta ese Gran Arcano. Eso de allí parece ser un edificio o una casa, o algo así. Puede estar allí. No podemos con él.
—Lo sé —dijo Katria—. No lo puedo explicar, pero estoy segura de que no está ahí, que esto no tiene nada que ver con él ni los Grandes. Siento que podríamos encontrar ayuda, déjame ir.
—Es suficiente, Katria —dijo Castor, poniéndole una mano en el hombro—. Le prometí a Mirah que te sacaría viva de acá. No puedo dejar que hagas esto, si sigues insistiendo tendré que darte un golpe y llevarte al hombro.
—No vamos a salir —dijo Katria—. Incluso si salimos nos vamos a morir en el camino, no tenemos comida y seguro nos encontramos al menos una pelea antes de estar seguros. No hay oportunidad, ahí hay ayuda. No sé por qué, pero lo sé.
—Esto es una locura —dijo Mathis—. No puedes hablar en serio, nos harás matar a todos.
Katria sujetó el pomo de espada y dio un salto hacia atrás y miró fijamente las oscuras siluetas de sus compañeros. ¿Estaban asustados? ¿Confundidos? ¿Realmente estarían dispuestos a golpearla para que se mantuviera quieta? No lo sabía, pero de lo que si estaba segura era que tenía que ir. No podía explicarlo, pero haría lo que fuera por ir.
—¿Qué significa esto? —preguntó Mathis—. ¿Nos estas amenazando? ¿Ya te volviste loca?
—Si quieren detenerme por la fuerza, yo me abriré paso con ella también. Deben dejarme hacer esto, no los pondré en peligro.
—¡Harás que nos maten a todos! —gritó Mathis—. ¿Qué tan estúpida puedes ser, Katria? ¿No te das cuenta de lo imbécil que estas siendo? ¿Qué no lo puedes explicar? Acepta que te has vuelto loca y quédate tranquila, deja de causarnos más problemas.
Castor y Julian se acercaron a Katria, rodeándola lentamente por los lados. Mientras Trek por detrás y Mathis por el frente. La muchacha apretó los dientes, lista para desenvainar.
—No es su responsabilidad mantenerme viva —dijo Katria—. Si quiero morir es problema mío. Se que he hecho estupideces, sé que he causado solo desgracias últimamente y que otras personas han muerto por mi culpa… Pero necesito hacer esto. No me importa si no puedo explicarlo. Ustedes son mis amigos, no mis padres y yo una niña para que quieran decidir que es bueno o no para mí. Yo misma buscaré lo que mejor, y si me equivoco aceptaré mi error. Alejanse y no hagan que mi decisión sea más difícil, si me equivoco no quiero llevar más peso sobre mis hombros, no quiero cargar con el peso de más vidas perdidas.
—No sea tonta —dijo Mathis—. No te dejaremos.
—Entonces mueran conmigo —dijo Katria—. He actuado como una tonta ¿Y ustedes han hecho mejor viniendo conmigo? Tú dices que es mi culpa… Pero eras libre de elegir, ahora debes pensar que estoy a punto de obligarte a hacer algo que no quieres. Pero nadie te obliga, eres solo tú tratando de evitar que yo elija. Porque te crees más inteligente que yo, y que sabes lo que es mejor.
Silencio.
—Si hay gente ahí, entonces tendrán comida —dijo Castor después de un rato—. No es tan mala idea. Pero hay que hacerlo con cuidado, no creo que haya gente que nos ayude sin más.
Katria camino con cuidado, tratando de pisar con suavidad, pero las hojas blancas que cubrían el suelo crujían levemente con sus pisadas. Si había alguien ahí, entonces la escucharían. Maldijo, pero no dejó de caminar. Esquivaba árboles mientras avanzaba, al mismo tiempo, la construcción empezaba a tomar forma frente a sus ojos. Hasta que se asomó por el ultimo árbol que tapaba su visión.
Editado: 14.02.2020