Mirah apuntó en la dirección donde el terreno se empinaba levemente.
—Parecía que iban a salir. O al menos, eso escuché mientras los seguía. Iban en esa dirección.
El resto asintió y se comenzaron a caminar. Mirah se esforzó por seguir el paso del grupo, quedando sola en cola. No creyó del todo la extraña historia de Katria, pero había algo que si le llamó la atención. Mientras a Mirah los moretones y el cansancio la tenían no solo de mal humor, sino que también a punto de desfallecer, los demás parecían estar en perfectas condiciones. Y tan solo pensar que un grupo de Grandes los hubiese capturado sin hacerles el menor daño, eso era todavía más increíble que la historia de Katria.
No dejaba de ver el piso mientras caminaba ¿Y las hojas blancas? La noche anterior se había dormido con ella ahí, y al despertar ya no estaban. Tampoco había rastro de alguno de esos árboles grisáceos, aunque no es que tuviese la intención o la energía para buscar uno en el camino. Algo raro había pasado… ¿Era esa historia? Según lo que le dijeron, había pasado la misma noche, la anterior. Sacudió la cabeza, otro día pensaría en eso, cuando estuviese más lucida, pero sin duda disfrutaría el intentar dilucidar que había pasado, solo que en otro momento.
Castor iba al frente del grupo, miró por el hombro y vio que tras Katria y Mathis, iba Mirah, solitaria. La forma torpe en la que caminaba lo inquietaba, era casi como si estuviese temblando. Desaceleró el paso hasta quedar a su lado.
—¿Sabes por dónde vamos? —dijo Castor, empezando a caminar junto a ella—. La verdad… no tenemos mucha idea de donde nos estamos metiendo, y temo que esos soldados pudiesen estar incluso peor.
Mirah negó con la cabeza.
—Los he seguido los últimos días. Creo que saldremos por Morcal, o por ahí cerca de donde entramos.
—¿Y los Grandes? —preguntó Castor con evidente preocupación.
Mirah apartó la mirada.
—Muchos murieron en el incendio —dijo Mirah, apretando los puños—. La trampa funcionó… los pocos que salieron vivos de ahí me estaban buscando, y justo al día siguiente pasó un grupo considerable de soldados. Los que enfrentaron hoy fueron los sobrevivientes, pero los Grandes murieron todos, o por lo menos, todos los que me seguían.
Castor fijó la mirada en los ojos vidriosos de Mirah.
—¿Quieres descansar? —preguntó el muchacho—. No te ves bien…
—Los vi morir, Castor —dijo con la voz cortada—. Desperté asustada y mareada por el humo y el calor. Traté de alejarme lo más posible… cuando por fin salí, los vi, me seguían buscando, los logré perder, pero me seguían el paso… entonces.
—Aparecieron esos soldados y te salvaron.
—Y los dejé morir. Cargaba todavía mi arco en la espalda —dijo Mirah—. Pude ayudar, pero no lo hice. Solo me escondí tras un tronco mientras los Grandes aplastaban a esos pobres hombres. Eran ocho Grandes y por lo menos cuarenta hombres… Por un momento pensé que serían esos monstruos los que saldrían ganando.
—No fue tu culpa…
—Fue mi culpa, Castor. Lo vengo sabiendo todos estos días, es eso lo que ha hecho posible que mi sueño sea lo suficientemente ligero... me dificulta dormir. Pensar que pude ayudar a la gente que me salvó y no lo hice. Tenía miedo, no estaba pensando…
Mirah se detuvo cuando se dio cuenta que comenzaba a llorar y se quedó en silencio. Castor intentó animarla, pero no consiguió que Mirah dijera una sola palabra más. Paso poco rato y el tambaleo se hizo más pronunciado a cada paso, hasta que al fin se desplomó, por suerte para ella, Castor la alcanzó a atajar. El resto se detuvo y se congregó alrededor.
Mirah no respondía.
—¿Qué paso? —preguntó Katria, alterada —¿Esta…?
Castor comprobó que respiraba con normalidad.
—Parece que está cansada —dijo Castor, poniéndola sobre su espalda—. Yo la llevaré, pero no quiero que avancemos mucho así.
Poco a poco comenzó a volver en sí, escuchando voces acompañadas del sonido del agua. Abrió los ojos, estaba sentada en un tronco, comenzó a mirar alrededor. Mirah vio al resto arrodillados, pero debido a la poca luz del anochecer, no distinguía que estaban haciendo ¿Cuánto había dormido?
—Despertó —dijo Katria. Se acercó y le tendió un odre—. Encontramos el río, esta fresca, te hará bien.
Editado: 14.02.2020