La Hoja Blanca

Capítulo 35.

Sujetando con ambas manos la empuñadura de Redentora, Katria avanzaba a paso lento a través de la densa bruma. Le hubiese gustado correr y buscar a sus amigos, también matar a quien sea que los estuviese amenazando, pero había tanto con lo que tropezar en el suelo. Le dolía el cuerpo, la espalda y todo en general, tanto el poderoso golpe que recibió, como de una piedra gigante, como cuando aterrizó con la espalda sobre un árbol. Tenía que escapar, no podía hacer frente a lo que sea que hubiese hecho eso.

Si yo desespero será el fin pensó.  

Sintió un paso tras ella, se dio vuelta con rapidez para ver una silueta en la bruma. Katria se hizo a un lado con rapidez, casi tropezando con un bulto en el suelo, esquivó por los pelos la punta de una lanza que iba dirigida a su abdomen, sin su cota de malla ese golpe hubiese sido letal. No podía ver el rostro de su atacante, el cual intentó darle otra puntada, esta vez, y ya preparada, Katria interpuso la hoja del gran mandoble entre ella y la punta de la lanza provocando un chirrido metálico.

La lanza se retiró, pero antes de que la pudiesen atacar otra vez, Katria dio un paso adelante con velocidad, su pie no encontró obstáculo en el piso. Dio un rápido giro imprimiendo impulso a su espada y haciendo un corte diagonal que alcanzó a quien la estaba atacando. El hombre gimió de dolor.

—¡Aaaah la armadura, la cortó —gritó el hombre, el terror y la desesperación era plausible en sus palabras.

Katria dio otro paso adelante sin encontrar otro obstáculo, se formó en la bruma la tambaleante figura del hombre herido, con la cota de malla cortada y sangrando por el costado del torso. El hombre trató de retroceder, pero tropezó. Y Katria sin dudarlo le dio una estocada mientras estaba en el suelo, acabando con la vida de su oponente.

Gritos de hombres dando instrucciones y gimiendo de dolor solo eran opacados por el sonido del metal contra el metal. No distinguía el grito de ninguno de sus amigos, pero había algo extraño, eran demasiados. Tanto gritos como los embates que se escuchaban a su alrededor, como si dos contingentes enteros de soldados se enfrentaran entre sí.

Quizá esto no fue un ataque hacía nosotros pensó. Era la posibilidad más hermosa que había considerado después de Mirah, si había alguien allí peleando en contra de los de Sheram, entonces tendrían posibilidades, quizá pedir ayuda y más importante aún, sobrevivir.

Sacudió la cabeza, luego pensaría en eso, tenía que encontrar a Mirah.

No me quitaran a nadie, nunca más.

Siguió avanzando con cuidado en la bruma, otro hombre apreció, esta vez con una espada larga en las manos, Katria no tuvo ningún problema en acabar con él, con un giro de su espada que cortó incluso la armadura del hombre. Era un soldado de Sheram, luego apareció otro más, otro soldado.

Entonces la escuchó.

¡Alto! Había gritado, era la voz de Mirah, estaba segura, se dio vuelta en aquella dirección y echó a correr, tropezó estrellándose de lleno con el suelo, se quitó la tierra de su cara y escupió lo que se había metido en su boca. No podía detenerse, se levantó ignorando el dolor y siguió corriendo, golpeándose la punta de los pies con diversos obstáculos, a veces madera, pero también duras piedras. Pero no volvió a caer.

La bruma parecía disiparse con el tiempo, aunque muy lentamente. Se detuvo cuando vio a un hombre tapado en una armadura pesada, tenía alzada una espada por sobre la cabeza y con el pie estaba aplastando a una chica, a Mirah.

—¡No! —gritó Katria.

Se impulsó con toda la fuerza que pudo, estaba demasiado lejos, no iba a llegar antes de que el hombre bajara su espada, en ese momento, mientras la hoja del hombre caía sobre la cabeza de Mirah y el hombre dirigía una mirada a Katria, la muchacha fue llenada por esa misteriosa fuerza. La hizo más rápida, tanto que llegó al lado del hombre y todo se congeló.

Tenía dos opciones, proteger a Mirah o matar a ese hombre. Si el hombre moría antes de que su espada se enterrara en la espalda o cuello de Mirah, entonces la podría salvar. Pero Katria ya estaba recorriendo una distancia imposible, casi seis metros en menos de un segundo, contando el impulso inicial y además maniobrando con su arma.

No dejaré a nadie más morir, no me quitaran a nadie más.

 Eligió atacar la espada del hombre, un vibrante y agudo sonido retumbó en sus oídos cuando su hoja chocó con la del hombre que gruñó mientras retrocedía. Katria se interpuso entre Mirah y aquel hombre.

—Pensé que iba a morir —dijo Mirah entre jadeos. Podía sentir el miedo y las lágrimas en su voz, pero no quería quitar la vista de su enemigo.



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En el texto hay: accion, aventura, amor

Editado: 14.02.2020

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