La huella que dejas

Alguna vez

Me siento especialmente creyente de un ser divino en estos tiempos.
¡Qué par de ojos creó!
Y yo, que creí, jamás volvería a admirar otros ojos, de esta manera.
Son deslumbrantemente cafés.
Café otoño.
Café tranquilo. Sin cafeína que me altere. No es un café cargado.
No es un café casi negro.
Café suyo. Café Él.
Café alguna vez...
Porque, alguna vez, me pregunté cuándo volverían unos ojos a cautivarme así.
Es un café diluido en media taza de mañana y dos cucharadas de música tranquila.
Un dulce recordatorio. De que siempre vuelve el mañana.
Es que son perfectos, no sé si son los mejores del mundo, solo conozco lo que me hacen sentir. Eso los hace perfectos.
Tienen algo especial.
Hace ya bastante rato que no encontraba algo así en unos ojos.
Cómo se achican cuando sonríe.
La manera en que se dirigen en todos los ángulos.
La forma en que su mirada atraviesa sus pestañas.
Me siento especialmente creyente de un ser todopoderoso en estos momentos.
¡Qué par de ojos se le ocurrió crear!
Es que la pregunta:
¿Alguna vez, unos ojos volverían a inspirar con semejante fervor? ¿Con inigualable alegría?
Fue respondida.
Aquí.
En este pequeño espacio de este gran mundo, de este inmenso universo está aquel, alguna vez, por el que pregunté.




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