La huella que dejas

Nada nuevo

No gustas de mí como yo de ti.
No hay un tal vez ni un secreto escondido que tenga que buscar bajo las piedras.
No existen señales en la plática.

No hay nada.
No y ya.

Mis esperanzas me están abofeteando y haciendo un estridente berrinche.
Necias creen que sí hay un atisbo de algún tipo de reciprocidad.
Pero, no. Así que las regaño y reprendo, tratando de empujarlas a la razón.
Procuro ser suave.

Los argumentos basados en la realidad tratan de arrancar con cierta ferocidad esas esperanzas.
Las consideran lastres enraizadas.

No gustas de mí aunque yo sí de ti.
No se palpa ni una oportunidad ni en universos paralelos.
No.
No ayer.
No hoy.
Y, definitivamente, no mañana.

Ni si quiera hace falta que ponga mi confesión en tus manos.
A veces creo que ni recuerdas mi nombre, ni porque lo oigas a diario.

Tus pupilas no entienden de expandirse ante la llamada desesperada de mi existencia.
Aún las mías colapsen con la estela brillante que arrastras.

A veces las esperanzas murmuran maldiciones, susurran culpables.
Yo las sacudo y hago saber que la vida así es.
Yo gusto de ti, tú no de mí.




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