La huella que dejas

Oximorón

Por más que intento aceptar que tu oscuridad, tus tiernos momentos me están por atar.

Desde un inicio te he ofrecido lo más apacible de mí, aunque en ocasiones se me vaya de las manos la cabeza... Por ti, miel he sido.

Veo en ti lo que no veo en mí. Quizá por eso aquí sigo en medio de un torbellino sin querer admitir el peligro al que he dejado expuesto mi equilibrio.

Porque el creerte mío, adoptó lo que te hace brillar y por un lapso de tiempo siento que brillo con la misma intensidad.

Te he estado brindando lo que a mí me niego...

¿Qué no te percatas?
Eres el punto de luz en esta sofocante oscuridad.

No puedo odiar tu ternura, la cual mi mejor amiga me dice que es diminuta.
Sé que no puedo amar la estática que produce tu silencio, aunque cuando lo rompes me siento volando en el espacio.

Y sé que mis inseguridades no son tuyas, pero te lo ruego: voltea. Léelas porque te amo y no quiero que rehúyas esto que soy.
Solamente dame un indicio de que, a pesar de eso, de esto y de aquello no te irás.




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