La Huérfana

LA PRIMERA CARTA

Aunque hacía rato que ha amanecido, aún es bastante temprano, por eso el muchacho se sorprende al ver a Daina ya levantada.

-¿No es un poco temprano para que estés despierta? ¿A qué hora llegaste ayer?

-Pues bueno, ni tarde, ni pronto –responde ella sonriendo-, pero no puedo olvidar mis responsabilidades solo por haber pasado la tarde fuera.

-Sí, cierto. Espero que al menos hayas descansado.

-Desde luego Mei.

-Y cuéntame, ¿Qué pasó en el baile? –pregunta él curioso.

-Nada interesante, solo fui interrogada una y otra vez sobre el rescate de las princesas.

-Ya, ya. No te creo, pero no hace falta que me lo cuentes si no quieres.

-Bueno, está bien. Lo cierto es que su alteza está interesado en mí –suelta ella como si eso fuese algo cotidiano.

Meicel sonríe.

-Seguro que solo era cortesía, ¿no decías que a ti no te interesaba el palacio y su mundo? –la pica.

-Y me sigue sin interesar –responde ella fingiendo estar enfadada, pero no logra evitar una tenue sonrisa.

-Al final descubrirás que te pareces al resto de chicas de tu edad más de lo que crees, por mucho que lo niegues. –Le recuerda- Bueno ahora tengo que irme, mi madre me ha mandado recados que hacer, este negocio no se va a levantar solo – se despide el joven dirigiéndose a la entrada de la casa y dejando a la muchacha sola en la cocina con las tareas que a ella le toca realizar.

                           

Daina relee la carta que ha llegado hace un rato.

Sentada a una de las mesas de la taberna con la pequeña Aika tumbada a sus pies. ¿Debería preocupar a Carlps con eso o dejarlo pasar?

La carta se la dio un mensajero por la calle cuando salió a pasear con sus perros. El hombre fingió chocarse con ella para así llamar su atención.

-Disculpa mi torpeza señorita, no la había visto –fue su excusa para comenzar una conversación. Entonces se la quedó mirando unos instantes en silencio para añadir a continuación:

-¿Es usted Daina, la chica que rescato a las princesas?

-Sí, soy yo –respondió ella sin entusiasmo.

-Tengo algo para usted.

A continuación y sin esperar respuesta le entregó un sobre sin remitente ni sello de ningún tipo, para desaparecer entre la multitud sin más explicaciones.

La carta decía lo siguiente:

<< Estimada Daina:

Enhorabuena por tu repentina fama. Ser una heroína no debe ser fácil.

Me pregunto dónde has aprendido a usar una espada con tanta profesionalidad. ¿Quién te ha enseñado?

No hace falta que me contestes, yo mismo descubriré cuál es la respuesta, pero creo que tengo una ligera idea.

¿Así que Eld te rescata siempre que estas en peligro?

Había muchos rumores sobre él desde que desapareció hace unos 18 años. Unos dicen que ha muerto, otros que huyo del país. Pero yo me decanto por los rumores que corren de que tiene una protegida, y que se retiró de la vida pública para cuidarla..., perdona si soy atrevido, pero creo que eres tú.

No tengo pruebas de ello, pero pienso descubrir toda la verdad.

Hace mucho que voy tras ese hombre, tengo mis motivos, pero no te los diré.

Tengo la sensación de que tú me puedes llevar hasta él.

Te estaré vigilando, así que ten cuidado pues pienso descubrir todos tus secretos.

Un cordial saludo de un "admirador">>

La joven estruja el sobre, irritada. ¿Quién lo habrá escrito? ¿Por qué tanto interés en ella, en remover su pasado? ¿Debe tenerle miedo o solo es un cobarde que se esconde tras un papel, que no deja de ser más que simples palabras? ¿Debería decirle algo al menos a Ezla? Ni ella ni Meicel estaban cuando ella ha llegado, pero es ya tarde y se acerca la hora de comenzar a preparar la taberna para la noche, por eso Daina guarda la carta de nuevo en el arrugado sobre y se la guarda, ya decidirá qué hacer con ella más tarde.

                         

La taberna es una fiesta. Pese a tener los mismos clientes de todos los días, el lugar parece más vivo de lo habitual.

Todos quieren saber sobre la experiencia de la joven en el palacio. La bebida corre por todas partes y todo son risas y preguntas.

Pero hay una persona que no acaba de estar contenta. Por mucho que intente disimularlo por dentro Daina está preocupada e intenta disimularlo lo mejor que puede. Meicel lo nota, la conoce desde niña y a él no le puede engañar.

-Dai, querida, te noto rara –la aborda en cuanto le surge una oportunidad.

-No es nada Mei, en serio estoy bien –miente ella.

-No te creo. Sabes que puedo ver más allá de esa sonrisa inocente y esos ojos tristes.

-En serio Meicel, no me pasa nada. No te preocupes y disfruta, ¿Cuándo veras esto tan animado?

Él no puede evitar sonreír.

-Son los mismos clientes de todos los días –le recuerda él.

-Puede, pero hoy realmente es diferente. Están consumiendo y disfrutando, no sentados en su mesa aburridos como siempre.

-Es porque hoy celebramos tu visita a la corte, Daina –les interrumpe Ezla-, así que ya estáis dejando esa charla y disfrutar del momento, hoy realmente hay trabajo que hacer.

-Sí, Ezla tienes razón. Voy a atender la barra –se disculpa Daina.

-¿De qué hablabais? –pregunta la mujer a su hijo.

-De nada importante –la tranquiliza él antes de volver a sus tareas.


 




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