—Tienes que estar loco. No puedes pedirme que usurpe el lugar de alguien... ¡Eso es completamente ilegal! —digo con pánico. —Vamos, chico gruñón, dile que esto es una broma de mal gusto. No quiero hacerlo, no puedo. —reafirmo mirando a Ricker en busca de ayuda.
—Eliot, ella tiene razón, no podemos hacer algo como eso. La descubrirían enseguida. —dice ignorándome totalmente. — Te lo dije antes, ella no está preparada para esto. Debemos centrarnos en encontrar a la princesa, estoy seguro de que está en algún lugar del reino. Solo tenemos que buscar con más precisión. El rey cuenta con nosotros para hallarla. —Ricker se gira hacia mí y me lanza una mirada de desprecio. Entonces, la ira comienza a apoderarse de mí una vez más.
—Mira idiota, ¡Nadie te mandó a arrastrarme hasta aquí! ¡Debiste darte cuenta de que yo no era tu preciada princesa! —grito fuerte, sin contención en el tono de mi voz. —¡Debieron dejarme ahí para morir con mis padres!
Eliot se acerca a mí, intento retroceder, pero él no cede y me toma por los hombros. Su mirada y su tacto me dejan ver que no quiere lastimarme. Quiero gritarle para que me suelte, pero me callo cuando veo la suavidad en sus ojos. No sé en qué momento las lágrimas comenzaron a deslizarse por mi mejilla, pero no las puedo detener.
—Ricker, déjanos a solas por un momento. Yo hablaré con Helena. —dice sin apartar sus ojos de los míos.
Ricker abre los ojos en una expresión de confusión e indignación. Incluso creo que va a protestar, pero Eliot habla antes de que pueda decir algo.
—No voy a tolerar que lastimes a Helena por culpa de la impotencia que sientes en estos momentos. Sal y despeja tu mente, vuelve cuando te sientas listo. Ya no dejaré que te desquites con ella. Ahora sal. —Por alguna razón la calma y la contención en su tono de voz me da escalofríos. Sin embargo, eso no impide que abra los ojos con asombro al ver como desafía a Ricker debido a mí.
El escolta parece querer echar humo, pero no discute. Con paso firme y bastante enfadado se marcha, no sin antes dedicarnos una mirada de rencor.
—Una vez más, me disculpo en nombre de Ricker. —susurra Eliot antes de soltar un cansado suspiro. Ahora que está más cerca puedo ver las pequeñas bolsas y círculos azules que están bajo sus ojos.
Su mirada se ve cansada y no creo que sea solo por la situación en la que estamos.
—El no suele ser así. Por lo general es alguien sereno. La desaparición nos tiene a flor de sentimientos. Aunque más para él.
—¿Qué son ustedes de esa princesa? ¿son sus hermanos? ¿Amigos, quizás? —pregunto con una leve curiosidad. Eliot sonríe, aunque esta no llega a sus ojos. Con un suave suspiro se lleva una de las manos al puente de su nariz y se aparta de mi para darme espacio, lo cual le agradezco internamente.
—Digamos que es algo así. Los cuatro, junto con Åland somos amigos de la infancia. La familia de la princesa y la mía son cercanas. Los dos crecimos juntos, hasta que me convertí en su secretario. Cumplo otros roles, pero ese es el principal. —explica mirando el retrato que he dejado sobre la cama. —Con Ricker…es más complicado, pero el nació sabiendo que sería su escolta. Y Åland, bueno, él tiene su propia historia con nosotros que no me corresponde contar. Pero los cuatro somos una especie de pequeña familia. Somos leales los unos con los otros.
Son la clase de amigos que nunca tuve y que nunca tendré.
El ambiente de pronto se torna pesado y ahora deseo que el gruñón regrese. Pensé que, al quedarme a solas con Eliot, la charla podría ser más fluida, pero parece que resulto ser todo lo contrario.
—Sé que pedirte de una forma repentina que tomes el lugar de Serena es una locura, pero estoy desesperado. Todos estamos desesperados. El rey no puede seguir dando excusas. —dice mirando nuevamente el retrato. —Aparte del rey, Ricker y yo somos los únicos que sabemos de su desaparición y nos encomendó encontrarla como labor de urgencia. Créeme, no es tan fácil encubrir la desaparición de un miembro real mientras tratas de mantenerte cuerdo al no saber dónde está tu única hija. —su voz se apaga y siento tristeza por él. —Lleva tres semanas desaparecida. La hemos buscado por todo el reino, pero como has visto, nuestra búsqueda está fracasando a niveles descomunales y las opciones se nos acaban. Y lo más extraño es que ha desaparecido de su habitación, justo en las narices de Ricker. —Eliot saca algo de su bolsillo y me lo tiende. Es una carta.
¿Quiere que la lea?
Como si hubiese leído mis pensamientos, Eliot asiente y desdoblo el papel blanco. Hay solo dos líneas que me hacen fruncir el ceño.
[La corona no puede posarse sobre cualquier cabeza. La princesa no es apta para tomar el trono, Les deseo suerte tratando de recuperarla. El cómo, depende de ustedes, si es que aún continúa con vida.]
Esto parece ser un secuestro y no han hecho nada para disimularlo.
—Se mire por donde se mire es un secuestro. —digo en voz alta y Eliot asiente.
—No lo hemos hecho público porque eso causaría un revuelo en todo el reino. Creemos que eso es justo lo que quiere quien la tiene. Podemos decir que la persona que la secuestro es alguien con poder debido a que se la llevaron con magia, por eso Ricker no pudo sentir nada extraño el día de su secuestro. El rey y yo llegamos demasiado tarde.