La impostora

Capítulo 9 “El dolor de una traición”

—¡Princesa! —la voz de Eliot me estremece y hace que aleje a Ricker. Me giro y veo como corre en mi dirección. Me toma por los hombros y me inspecciona. Toca mi rostro y me sonrojo ante su preocupación.

—Por un momento temí lo peor—me confiesa. Entonces me doy cuenta una vez más del lio que se ha armado. Giro a mi alrededor y ya no veo tantos encapuchados. Los guardias están apresando a algunos y ya no hay tanto griterío como hace un rato. Permito que mi cuerpo se relaje.

—¿Qué ha pasado? —pregunto mirando la escena ante mis ojos. Esta todo destrozado. Un escalofrío me recorre el cuerpo al recordar el desorden de la casa rodante. —¿Fue un atentado? —me aventuro a preguntar. Creo que por ahora el banquete ha muerto.

Eliot me guía hacia la seguridad de los guardias. Hay un montón de ellos y no me detengo a mirarlos. Estoy agotada y solo quiero ir a la cama y dormir.

—Serena, ¿estas bien, hija mía? —pregunta el rey y me estremezco. No tengo energías para fingir ser su adorada hija, por lo que solo asiento a su pregunta. Sin embargo, cuando se acerca a mi y me envuelve en sus brazos me derrumbo una vez más y dejo que lagrimes silenciosas caigan por mis mejillas. Ya no me importa la etiqueta ni el decoro. Solo soy una adolescente dejando salir sus emociones.

Me quedo unos minutos llorando en silencio cuando el rey me aparta y me seca el rastro de lágrimas.

—Temí que pudiera pasarte algo, los rebeldes están dispuestos a todo con tal de que no heredes el trono. —dice como si yo supiera de lo que está hablando. Creo que debo tener una seria charla con Eliot sobre el contexto de todo esto. Mi papel era solo interpretar a una princesa, pero parece que hay algo mucho más oscuro. Aun me da vueltas las palabras de Lizambar. ¿Santa? ¿mana? esto suena a un libro de fantasía. Podría ser interesante de leer si tan solo yo no estuviera en medio de todo.

Dejo que el rey me lleve con él a la seguridad de los guardias y siento como Eliot y Ricker no se alejan de mí. De ser posible, quisiera irme a mi cuarto, pero no sé como decirlo sin que suene frio. Después de todo, casi se ha producido una matanza. Por suerte, puedo ver que no hay heridos debido a que todos fueron evacuados, pero no resistiré mucho más. El shock de perder a mis padres se superpone a este atentado y no puedo dejar de temblar.

Eliot se acerca a mi y toma ligeramente mi brazo para acercarme a él. Lo miro y su expresión es una mascara de neutralidad. No puedo leer su expresión ni sus ojos. Es como si no tuviera sentimientos en este momento. Veo como hace una reverencia a mi lado.

—Su majestad, recomiendo que la princesa Serena sea escoltada a sus aposentos. Llevamos con este cuatro ataques de rebeldes. No aconsejo que esté en medio del peligro. Ricker y yo la escoltaremos para mayor seguridad.

Mis ojos se agrandan. ¿Puede decir eso delante de la mayor autoridad? Giro mi cabeza para buscar la mirada de Ricker, pero este tiene la misma inexpresión que Eliot. ¿Qué demonios?

—Me parece lo mas acertado, Eliot. Por favor, escolta a mi hija a sus aposentos y Ricker, —dice el rey mirando al escolta. —no dejes ni por un segundo la puerta de mi hija. Ella es el futuro de este reino y no puede pasarle nada, ¿comprendes?

Se me hace un nudo en la garganta. Es como si les recordara en fuego vivo lo que han perdido. Quiero fulminar al rey con mi mirada, pero no tengo derecho. En su lugar, dejo que Eliot me guie. Quiero quitarme estos malditos zapatos y no volver a ver tacones en mi vida. Ya veo el rechazo de Serena por ellos. Son zapatos hermosos, pero nada cómodos.

Mientras dejo que Eliot me arrastre de la muñeca rememoro el banquete. Todo iba bien, no sentí nada extraño, pero de la nada esa gente apareció. Gracias a Dios que nadie resultó herido. ¿Habrá vuelto la princesa de Xiatolas a su reino? Espero que esto no haya dejado una mala impresión. Sin embargo, por sus comentarios, ella parecía saber mas sobre el reino que yo, quien se supone es la princesa heredera.

—Vamos, puedes ir a cambiarte. Pediré que traigan algo de te caliente. —dice Eliot con pesadez en la voz. Ahora puedo ver su cansancio y derrota. Le tomo la mano antes de que se gire para irse.

—Lamento que esto haya pasado. perdón por perder los estribos ahí abajo. —digo disculpándome. Me avergüenza haberme asustado con algo de oscuridad y ruidos. Se supone que nunca me había dado miedo la oscuridad, no sé qué me pasó.

Eliot me da una sonrisa cansada.

—Nada ha sido culpa tuya. Lo hiciste perfecto, tanto, que tuvieron que atacarnos para hacernos saber que aún están ahí afuera.

Abro la boca para preguntar sobre todo lo que Lizambar me dijo, pero al ver su mirada cansada me lo pienso mejor y decido que mejor lo hago mañana.

—Solo… lamento no haber cumplido nuestra promesa. —dice Eliot y no comprendo de que está hablando.

Ricker ahora está tenso y en serio que no me entero de nada. Sin embargo, al escuchar su disculpa algo hace clic y los miro. Ninguno fue en mi ayuda. De no ser por la princesa extranjera, quien sabe que me hubiera pasado. Las lágrimas de frustración se acumulan en mis ojos. Ahora todo tiene sentido para mí.

—Es obvio que yo no era una prioridad. Después de todo soy un reemplazo desechable para ambos dado que no soy la real. —digo pasando entre ambos para entrar en la recamara que no es mía.



#12344 en Novela romántica
#5416 en Fantasía

En el texto hay: princesa, romance, amor

Editado: 13.02.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.