Como todos los días al llegar al trabajo debía revisar un montón de documentos, cuentas, propuestas, estadísticas de producción, el desempeño de los gerente… ser la segunda al mando en una empresa de telecomunicaciones a nivel nacional no es tan simple.
Mis días consistían en trabajar duro para pagar la deuda de mi familia, ir a mis clases de dibujo y a casa, aunque los fines de semana suelo salir para tratar de escapar de mi rutina o tener un desahogo de lo que se había convertido mi vida. Así como fue el caso de ayer por la tarde cuando fui a esa pista de patinaje y conocí a ese chico de osos café; debo admitir que no duro mucho tiempo para que entendiera lo básico de patinar pero quería hablar con alguien que me tratara bien solo porque así quiere hacerlo y no porque piense que tener un cargo alto en una compañía me vuelva superior y sacar algo de mí, así como esa gran banda de interesados con los que generalmente frecuento. De pronto comenzó a sonar mi teléfono sacándome de mis pensamientos, era mi amiga Ana la cual conocía desde la secundaria, diría que es la única que sabe al menos la mitad de quien soy realmente.
- ¡Amiga, hola! hoy nos toca almorzar en ese nuevo restaurante del centro comercial. Cada dos días ella y yo vamos a un restaurante diferente y probamos algo diferente del menú, la vida es muy corta para probar siempre los mismos sabores, ese es nuestro dicho.
- Si Ana te veo en el área de comida a las 11:45 am
- Está bien nena hasta el rato. Colgó la llamada, seguí con mi trabajo para tratar de adelantar algunas cosas antes del almuerzo.
Iba caminando por el área de comida en busca de Ana cuando de pronto vi al chico de la pista de hielo, ahí de pie justo detrás de Ana en la fila para ordenar la comida en una de las tiendas, en lo que mi celular comenzó a sonar al ver que era ella no conteste sino que trate de hacer señas para que me viera pero no lo hizo, en cambio el chico de ojos café me vio raro al no estar seguro si mis señas eran con él pero al parecer cuando me reconoció creyó que me dirigía a él pues hizo un ademan de saludo junto con una gran sonrisa, mientras frente a él Ana seguía testeándome ignorando todo lo que pasaba al rededor.
Tuve que seguir caminando en dirección a ellos y tratando de pensar rápidamente que decir o hacer pero sinceramente quede en blanco, lo cual es raro pues se supone que gran parte de mi trabajo está centrado en resolver problemas. Genial ya estaba a medio metro de ellos, tranquila, solo respira profundo y habla, esto no es nada que no pueda manejar, simplemente un encuentro inesperado con un chico atractivo y buena gente y mi amiga de años. Todo irá bien mientras ella no comience a interrogarlo o de información de más sobre mi.
- ¡hola!. Dije animosamente a ambos en espera de ver sus reacciones para dar mi siguiente paso, Ana volteo enseguida pero antes de poder reclamar algo el chico de ojos café se le adelanto.
- ¡No puedo creer que seas tú! Creí que no volvería a verte. Me dio un abrazo rápido pero amistoso dejándome sin palabra
¿Realmente alguien que solo me vio una vez puede simplemente alegrarse tanto de verme?
Reí gentilmente- si tampoco esperaba verte, ¿cómo has estado? -Mientras manteníamos una breve conversación Ana observaba la escena sacando conclusiones propias de la situación. – Bueno venía a comer con ella- señale a Ana que estaba de pie a mi lado- es mi amiga Ana. Ambos estrecharon sus manos.
- Un gusto Ana, soy Thomas. A lo que ella respondía que el gusto era de ella y pregunto cómo nos conocimos pero ya era nuestro turno de ordenar por lo que la conversación iba tener fin pero él en un movimiento rápido pero suave me tomo de la mano- tal vez creas que esto es atrevido pero quisiera conocerte más y no creo que nos volviéramos a encontrar por simple casualidad, en serio me gustaría conocerte aunque no sepa tu nombre, después de todo tu misma dijiste que eso no es importante para conocer a las personas pero si quiero saber tu historia. Simplemente quede perpleja con mi mirada justo en sus brillantes ojos café, sin respuesta de mi cuerpo o mente… así que me límite a sonreír, pedirle su celular para anotar mi número y luego hacer el pedido de mi comida.
Siempre me he preguntado si todo en esta vida pasa por simple destino o casualidad… pero cuando ocurren estas cosas simplemente es imposible creer que fue una coincidencia.