La Iniciación

VI

Me quedé inconsciente tras caer, no tengo idea por cuánto tiempo, pero al menos no fue lo bastante para congelarme. Fui despertado por la voz de mi maestra que mencionaba mi nombre reiteradas veces hasta que me escuchara. Pero antes de contestar, me levanto con todo el cuerpo adolorido del suelo, seguramente por la caída.

Tras contestar, la escucho soltar un suspiro de alivio y me pregunta por mi estado actual. Yo le respondo que no padezco de daños de gravedad, pero Alester había escapado y solicité el permiso de empeñar una búsqueda a por él. Mi maestra niega mi capricho, pero a mitad de sus palabras, la transmisión se corta por un sonido molesto de interferencia. Me saco el micrófono del oído para ver lo que le pasaba, pero lo único que alcance a ver es que se encontraba muy dañado, o por lo menos el circuito del auricular. Entonces me encontraba solo, pero no era el momento ni el lugar para preocuparme por eso, tenía que encontrar a Alester.

Sé que sería desobedecer sus órdenes, pero no me gustaba la idea de permitirle a Alester escapar, no después de lo que ha hecho.

Me dificultó caminar al principio, no por la ausencia de luz, sino por mis piernas lastimadas. Aunque en realidad muchas partes de mi cuerpo me dolían en ese instante, pero el dolor en las piernas me presentaba un problema. Así que tuve que hacerme Reiki a mí mismo, pero no en todo el cuerpo, sino en las extremidades para permitirme la movilidad.

No sabía dónde estaba con exactitud, pero de lo que estaba seguro es que estaba más abajo de la Planta Inferior. Sin embargo, no aparentaba ser un hueco subterráneo producido de eventos geográficos aleatorios, más bien parecía ser obra de mis hermanos.

Pero a diferencia del resto de las instalaciones, la seguridad de ahí era mayor. Bueno, sin mencionar del agujero en el techo del que caí y que ahora estaba tapado por los escombros.
Avance con cuidado en la oscuridad, con la HSG en mano recién cargada y la guardia en alto. Hasta que de repente las luces del lugar se encienden de la nada, dejándome segado por unos segundos, ya que mis ojos ya se acostumbraron a la nula luz de hace unos momentos.

Luego de deambular por los pasillos que me encontré, detecto lo que es un rastro de polvo y pelo que Alester había dejado descuidadamente, así que sigo su rastro hasta llegar a un par de puertas blindadas. Pero antes de cruzarla, doy una profunda respiración, ya que solo Dios sabía lo que me esperaba al otro lado. Y rogaba por un poco de su fortaleza.
Tras abrir las puertas, Alester estaba de espaldas, sobre una especie de pedestal en el centro de la habitación. Yo le apunto a la cabeza y le ordenó que levante las manos. Él lo hace lentamente y da un medio giro para que quedemos frente a frente:

—Creí que fui el único que calló, pero al parecer uno me siguió hasta aquí –dijo Alester–. Vaya que ustedes son persistentes. Pero me alegro que solo fueras tú.

—Le sugiero que guarde silencio... –dije.

— ¿O qué harás?, ¿dispararme? –interrumpió Alester en tono de provocación–. No creo que tus maestros prefieran que les entregues el cadáver del responsable que con vida. Después de todo ¿Cuál es la fuente más confiable de información  respectos al asalto si no es la persona que lo maquinó?

No quería darle la razón, pero lo que decía era cierto. Obviamente aún recuerda nuestras costumbres, o simplemente aplicó una lógica incuestionable:

—A mis maestros no les importaría si te llevo con unas cuantas heridas superficiales.

—Si, siempre han sido así, nunca les importó cuales serían los métodos aplicados si garantizaban los resultados –dijo Alester en tono quejica–. Ni siquiera cuando dichos métodos afectaran a inocentes ajenos a sus doctrinas o incluso a sus propios compañeros, todo por una causa que reniegan constantemente...

Le interrumpo dándole un disparo, no uno directo, sino una que paso lo bastante cerca de su cara para hacerle un ligero raspón caliente a su mejilla. Sinceramente quería dejar de escuchar sus calumnias

—Ambos sabemos que falle a propósito, pero la próxima no será así.

—Buen intento de intimidarme, pero mantén la calma –me dijo mientras pasaba una mano por la mejilla con el fin de remover la sangre y la pólvora que le derramé, pero cuando sacó su mano me percaté que la herida se había desvanecido casi en su totalidad, comprobando así que aún usaba artes metafísicas–. Mira, desde luego que ningún de los dos quiere derramar demasiada sangre si tiene la oportunidad. Y aunque desafortunadamente nuestras metas se encuentran en conflicto debido a la naturaleza de las mismas, podemos optar por una tercera alternativa que pueda beneficiar a ambos.

—No estás en posición para negociar.

—No es una negociación, sino el mostrar una oportunidad que seguramente no volverás a tener por el resto de tu vida.

Pensé un rato sobre la situación, pero al final le permití hablar, debido a que dudaba a que me iba a convencer:

—De acuerdo, habla. Pero si se te ocurre mover otro musculo que no sean los labios, te disparo a ambas rodillas y te llevare con mis hermanos a rastras.

—Muy bien, pero antes de contarte sobre la oferta, quisiera que me respondieras una pregunta que debe ser sencilla de responder. ¿Qué es lo que debe hacer un niño?

Su pregunta me pareció incoherente, no le veía la relación a la situación ni hacia donde quería ir con eso, pero le respondí de todos modos:

—Un niño debe aprender de sus padres, como sucesor de la comunidad y su comprensible falta de experiencia, le corresponde conocer cómo funciona el mundo y las leyes para así poder guiar a la siguiente generación de igual o mejor forma que nuestros ancestros.

— ¿Porque no me sorprende que me dieras esa respuesta? —comentó con un tono que se podría definir como desilusionado—. Al menos son consistente en sus mentira a lo largo del tiempo... ¿Sabes? Yo pensaba lo mismo al principio, pero luego de salir de a ver la vida más allá de las burbujas de las cuales llaman refugios, al fin presencié las verdades sobre todo. Uno de esas verdades fue el deber de un niño, y ni solo de cualquier niño, sino también los que son como tú... —dejó unos segundos de silencio con la cejas levantadas como señal de la obviedad—. Juegan, los niños deben jugar con amigos y sus padres, el vivir sin preocupaciones ni presiones, libres de los problemas de acarrean alrededor por que no les corresponde entrometerse, ni mucho menos el luchar en conflictos si siquiera saber el motivo o estar de acuerdo con ello. Y si en realidad no fuera así, entonces dime porqué me mirabas con tanto odio cuando estábamos en la entrada del Distrito de Tecnología.




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