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—No,¿tú...?—Bera sañalo a la joven de cabellos rubios —No, no, no...—murmuraba fuera de si, se negaba aceptar que la persona que estaba a enfrente suyo era la encargada de que muchos seres estuvieran muertos.
Alzó la vista y la vio bien, era un poco mas bajita que ella talvez le llegaba a la altura de su oreja, su cabello castaño rubio le llegaba a la altura de sus voluptousos pechos, tenía buenas caderas y un buen trasero, su cintura era estrecha, su piel era blanca, y sus uñas estaban pintadas de un color morado, sin duda ella no era la mujer que se imaginó, y probablemente sus amigos tampoco.
Era sin duda hermosa, y desprendía lujuria, deseo a donde sea que baya.
—Eir...mmm, pasa—murmuró Dalla, preocupada por la reacción de sus amigos.
Eir la miro, sin duda ya no era la misma persona que cuido en sus años jóvenes, ahora se podía decir que Dalla era toda una mujer, hermosa y deseada. Su cabello castaños estaba atado en una cola alta, y su cuerpo era esbelto, lo suficiente para volver a un hombre loco, y no podía esperar menos ya que era una humana con inmortalidad de parte de ella.
—Y bien...¿para que me llamaste?—hablo Eir viendo la sala.
La casa era los más modesta y clásica posible, sin lujos pero los muebles perfectos para brindar calor hogareño.
—Yo...—Dalla se aclaró la garanta—Eh pensado que...—hablo nerviosamente mirando a sus amigos.
—Dalla, habla de una vez, ya sabes que no me gustan los rodeos—la interrumpido Eir, burlándose mientras la daba la espalda viendo los cuadros con fotos de ella y sus amigos.
Dalla suspiró fastidiada de la actitud de Eir.
No podía creer que la estuviera tratando indiferente, se supone que la que debería estar molesta a un, era ella.
—Sígueme.—Pronuncio fríamente, sin vacilar lo que sorprendió a su familia.
En cambio Eir la miro con una sonrisa llena de burla, alzo una ceja cínicamente solo para fastidiarla.
—Tú diras.
Dalla le señaló la puerta para que salieran fuera de la casa, por lo que ignorando a sus amigos ambas caminaron fuera de la casa con el gato negro siguiendolas.
...
Einar, Bera, Gardar y Daven no salían de su asombro jamás en su vida habían visto a una persona con tanto poder en su aura.
—¿Que demonios acaba de pasar?—pregunto Daven rompieron el silencio.
—No lo sé
—Parece que están discutiendo—aviso Bera viendo por la ventana, como Eir y Dalla se decían de cosas gritos, una señalaba a la otra en su debido tiempo.
Gardar se tocó el pecho, al ser pareja de Dalla y al a verla marcado sentía cierta incomodidad en su pecho y al saber que era por ella sabía que Dalla estaba sufriendo.
Todos soltaron un jadeo cuando vieron a Dalla pegarle una cachetada a Eir, quien sin evitarlo su cara se volteó a un lado. Y luego la vieron reír.
—Ella es extraña—dijo Bera.
—Me la imaginaba diferente —dijo Daven.
—Si yo también...—murmuró Einar—De echo pensaba que nunca la iba a encontrar...
Su amigos voltearon a verle confundidos.
—¿A que te refieres Eianar?
Einar suspiró, eran sus amigos, su familia y por eso el no podía mentirles, a unque en su interior algo le gritaba que no dijera nada.
—Ella...—suspiró —es mi compañera.
Vio como sus amigos lo miraban sorprendidos.
Pero de repente en la cara de Gardar se dibujó una sonrisa con malicia.
—¿Dices que ella es tu compañera?—pregunto.
—Si,¿porque?.
—Porque eso nos servirá para el futuro.—murmuró y la puerta de la entrada fue abierta por Dalla y Eir.
—Eir se quedará, dormirá en la habitación serca de la cocina. —informó una llorosa Dalla, para luego subir las escaleras en busca de su hijo.
Gardar murmuró algo intendible para sus amigos y se fue siguiendo a su pareja.
En cambio Eir, miraba a Einar si emociones para luego caminar a la cocina y buscar el cuarto.
—No se porque siento que se vendrán días peores que estos...—dijo Bera.
Datos*
Holaaa personitas inmortales
¿Cómo están?.
Espero que bien, saludos
Marilú Chino