—¿Tiene disponible la habitación que dice? — Preguntó Julieta.
—Sí jovencita, ¿La quieres rentar por cuánto tiempo...?
—Por un mes por favor.
—Me parece bien. Un mes está mil doscientos cincuenta pesos. — Dijo la ancianita que estaba en dando en alquiler una habitación.
—Okey, lo alquilare durante un mes.
Ambas mujeres fueron a la habitación ''2'' y entraron para lograr ver una bella pieza muy cuidada con muebles de excelente calidad y que se veían de un alto costo.
—¿¡Tan solo mil doscientos cincuenta pesos por un mes en esta habitación de lujo!? — Exclamó Julieta.
—Sí jovencita, puedes invitar a tus amigas con total tranquilidad, pasó la gran mayoría del tiempo en el sótano de abajo y en mi cama, no tienes de qué preocuparte. Al fin y al cabo tu pagas la mantención y el alquiler, haz lo que quieras con la pieza, pero cuidala. — Advirtió con una debil voz amable la ancianita.
—¡Claro! — Asintió alegre con tono de responsabilidad — La cuidare con esfuerzo señora...
—Oh, llámame por mi nombre, llámame Lizbeth. — Acotó la señora de gran edad.
Así los días pasaron y pasaron hasta que un día la joven decidió seguir el consejo de la inquilina e invitó a sus amigas a pasar la noche en su nueva habitación donde se alojaba mientras buscaba trabajo en la ciudad.
—¿¡Pero qué habitación es esta!? — Preguntó su amiga morena.
—Posta, tiene muchísimas cosas lujosas y hermosas. — Agregó su amiga también morena.
—Ya calmense las dos, no la caguen que la inquilina tiene edad y no debemos hacer que se esfuerce demasiado, ¡NO ROMPAN NADA! — Exclamó Julieta.
Las tres amigas disfrutaron placenteramente de la noche en la habitación de los lujos con una atención al cuarto excepcional de parte de la longeva inquilina, tanto fue el disfrute que durmieron apenas dos horas y luego las dos amigas de Julieta se retiraron del lugar para pasar su día en otros lugares. Julieta por su parte decidió revisar que todo esté en su lugar pero no sería poca su sorpresa al ver que un mueble había sido manchado la noche anterior cuando ella y sus amigas estaban borrachas.
—Oh jovencita. ¿Está todo bien? — Dijo la inquilina abriendo los ojos como plato.
—Sí señora, está todo bien. No se preocupe. — Ocultó Julieta.
—Okey mi niña, ¿Qué hay detrás de ti? — Preguntó entrecerrando los ojos.
—Nada, nada. Usted puede seguir con lo que estaba haciendo.
—Bien señorita, me voy al sótano un ratito, luego comeremos algo que voy a preparar.
Pero eso sería lo último que dirían en buenos términos, pues, luego Julieta moriría de manera desconocida, tanto que las autoridades terminarían llamando a un detective privado para resolver el caso.
Editado: 27.01.2020