La inspiración de Axel Malik

Capítulo ocho.

"Me aferro a mí mismo,

es lo que hay."

-Charles Bukowski.

Axel.

La noticia dolió a pesar de que estaba seguro que sería negativa. Margot no puede ir conmigo a casa.

Ella puede tener unos de sus episodios o ataques, probablemente volverse nerviosa por tener que irse con un desconocido a un departamento.

A pesar de que no es así.

Por eso estaba dejando toda mi frustración en el gimnasio que me encargué de montar en el departamento al mudarme, pese a usarlo solo cuando me sentía frustrado.

Que la mayoría del tiempo era siempre cuando mis padres estaban cerca.

Me dolían los músculos y el sudor corría por cada uno de ellos. Exhalo luego de dejar las mancuernas en su lugar para dar un pequeño descanso, eché un vistazo al reloj en la pared.

Llevaba tres horas aquí adentro y todo estaba en silencio.

—Mierda —gruñí.

Eché a correr hacia la sala con el corazón latiendo a mil por hora y los dedos temblando por el repentino cambio de emoción, encuentro la sala hecha un desastre. Mis cojines convertidos en pedazos de telas, el algodón que usualmente llevaban adentro está esparcido por el suelo junto con el control remoto y sus juguetes.

Inhalo.

—¡Thor, ven aquí ahora mismo!

Como si fuera una broma, el Husky sale del pasillo que conduce a las habitaciones moviendo su cola de un lado a otro y la lengua afuera. Corre hacia mí con completa felicidad rodeándole.

Mantuve mi expresión seria, hasta que se detuvo y se quedó observándome en silencio. Suelto un suspiro agachándome a su altura, negando.

Expone un ladrido que me hace sonreír, vuelvo a enseriarme.

—No intentes manipularme, ¿no te he dicho que eso no se le hace a los cojines de papi? ¿No es suficiente con mis zapatos? ¿Acaso crees que somos ricos? —volvió a ladrar.

Le doy una mirada severa dejándole a entender que estoy enojado, no obstante, su lengua se pasa por toda mi mejilla derecha luego de su ladrido. Carcajeo negando, él sabía que mi enojo con él nunca sería por tanto tiempo.

Resoplo, levantándome para quitar todo el desastre que mi compañero se encargaba de hacer. Me sale más barato vivir con Michelle.

Me detengo en seco, he estado ignorando sus llamadas y texto desde que volví. Lo molesta que tiene que estar.

Decido hacerme de valor y llamarla en cuanto termine, que fue luego de media hora ya que Thor quería comida.

En mi habitación me deshago de la ropa y me adentro a la ducha, me baño en silencio, o al menos eso intento ya que solo permanezco debajo del chorro de agua con la cabeza gacha y la vista fija en la nada.

La vida de repente se había vuelto muy monótona y calmada.

¿Dónde estaba todo ese caos que todo artista necesita?

En Londres acompañados por unos ojos de color cielo.

Gruño, pegando mi frente a la cerámica del baño. Dejo ir un bufido, ¿cómo es que mi mente es mi peor enemigo? ¿Por qué traerla a la vida?

¡Estoy tratando de solucionar algo que tú no haces!

¿Olvidarla?

¡Elegirme a mí!

Toda una vida siendo el que corre por las personas y siendo el espectador de ver cómo corren por ellas, ¿cuándo es el momento en el que me eligen a mí, eh?

Mis padres no lo hicieron.

Ella no lo hizo.

Mi abuela no tuvo opción...

Estaba completamente solo. Se sentía jodidamente solo.

Cuando la primera lágrima cayó y se mezcló con el agua, dejé que las otras la acompañarán sin pena. Estuve más minutos de lo necesario duchándome, aunque en realidad solo estaba descargando todo en lágrimas.

(...)

Trago en seco, pendiente a no dejar que la pantalla se apague mientras observo su número. Suspiro, cerrando los ojos solo para dejar el celular en la mesita de noche.

Tiro mi cuerpo hacia atrás encima de mi silla giratoria, tomaría el valor de hacerlo en algún momento. Solo cuando tenga fuerzas suficientes para explicarle porque estoy de esa manera.

Aunque ni siquiera yo lo sé. Quería esto. Estar solo.

Pero no quería sentirme solo.

La belleza del ser humano, ¿eh? Todo un problema.

Carraspeo, girando la silla a la puerta cuando la escucho abrir. Thor entra con el collar en la boca y ansioso, suelto una pequeña risilla acariciando detrás de sus orejas.

—¿Quieres ir afuera, pequeño? De acuerdo, vamos. También necesito despejarme.

Tomé mis llaves, una botella de agua, mi celular y una bolsa. Sostengo su correa con fuerza ya que la suya cuando sabe que irá afuera suele aumentar, relamo mis labios al visualizarme en las puertas del ascensor mientras bajamos al primer piso.

Sonrío acariciando la cabeza de mi compañero canino, saco mi celular y me acomodo la gorra negra que cubre mi cabeza.

Llevaba unos pantalones deportivos, mis tenis Nike negros y una camiseta de cuello V del mismo color se pegaba a mi abdomen y pecho. Coloco la cámara hacia las puertas cubriendo mi cara.

—Sonríe para la cámara y tus fans, amigo —lo hace.

Saca más la lengua y posa esas perlas azules en la cámara como si supiera perfectamente lo que estoy haciendo. Tiro un par de fotos probablemente con el mismo ángulo, para luego guardar el celular cuando las puertas se abren.

Salimos, uno más emocionado que el otro. Caminamos en silencio dirigiéndonos al parque más cercano que se encuentra en la zona, gracias a la gorra termino siendo poco reconocido.

Pero mi vida no sería normal siendo la cara de la mayoría de los medios ahora que le había encargado a Audrey que avisara mi regreso como pintor, así que cada tanto alguna persona terminaba por reconocerme y pedirme una foto o autógrafo.

No fui el único, Thor también tenía sus fans.




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