La inspiración de Axel Malik

Capítulo catorce.

"Brown guilty eyes

and little white lies"

-Olivia Rodrigo.

Christine.

—¿Entonces ya está perdonado? —sonrío.

Solo consigo levantar la mirada un poco para notar a Michelle rodar los ojos con una sonrisa pequeña en los labios, carcajeo.

—Frida, eres una molestosa —bufa.

Frida no hace más que reírse y yo solo mantengo la sonrisa divertida mientras termino de vestir a Irina, quien se debatía a cuál dirección mirar de las tres. Su madre terminando de vestirse luego de salir de la ducha, Frida arreglando la ropa de la bebé o yo quien cuidaba de ella mientras las otras chismeaban.

—Ya estás, preciosa —la tomo en brazos.

Mi obra de arte está completa y hermosa, una preciosa niña con un vestido de invierno y medias en sus pies que seguramente estarán por el suelo en menos de media hora.

—Gracias por ayudarme con Irina.

—Ni te molestes, por la pequeña Müller lo que sea, ¿cierto, corazón? —balbucea.

Estaba segura de que no sabía qué le decía Frida, pero cada vez que le decía aquella palabra sus ojos parecían brillar. Le gustaban los apodos bonitos.

—Igual les agradezco, se supone que están aquí para que la pasemos en familia y...

—Michelle —la llamo antes de que se sienta culpable por mantenernos haciendo algo que nos gusta—. Estamos en familia, además, podemos cuidar de ella para que tengas un momento para ti. Tal vez Frida y yo no sabemos la responsabilidad que es tener un hijo, pero sabemos que la maternidad nunca es fácil aunque sea con un solo hijo.

Sus ojos se cristalizan un poco, y sin previo aviso nos obliga a la tres a fundirnos en un brazo. Irina chilla entre medio de nosotras queriendo formar parte, rio negando.

—Me pregunto quién es su favorita, si tú o yo —la miro mal.

Michelle frunce las cejas sabiendo lo que se avecina.

—Oh, no. Ya tuve está conversación con Axel y mi hermano, por favor piensen que es una niña pequeña que...

—Obviamente soy yo —resoplo acomodando su cuerpo en mis brazos—. ¿Verdad que sí, cielo?

Vuelvo a mirarla cuando la escucho negar haciendo un sonido con su lengua, frunzo los labios notando su dedo índice moverse de un lado a otro mientras su otra mano descansa en su cadera.

Llevo mi peso a una de mis piernas sin dejar de jugar con mis dedos y las manos de Irina, ya que ella intenta atraparlos para llevarlos a su boca, cosa que no dejo que haga.

—Pues ella parece muy cómoda conmigo, nunca deja de jugar con mi cabello —sonríe, como si supiera que tiene el mejor argumento—. Tengo todas las pruebas a mi favor.

Ruedo las ojos ante sus palabras que claramente deja dicho a qué se dedica esa mujer.

—Bueno, a mí siempre me da besos —alzo los hombros, sonriendo inocentemente—. Soy yo, Frida. No tienes que pelear contra eso.

—Eso está por verse, en cuanto pueda hablar te haré saber que dijo "tía Frida es mi favorita" —señala con seriedad.

Como si estuviera en unos de sus casos dispuesta a ganar sea como sea, frunzo los labios y luego los entreabro para rebatir lo que ha dicho.

—¡Ya, por favor! No harán que mi hija tome un bando, estoy segura que las quiere a ambas —deja dicho.

Nos mira como si nos estuviera recriminando que nos comportemos como niñas pequeñas, inhalo.

—Igual soy su favorita —alzo los hombros para luego sacarle la lengua a Frida, quien me devuelve el gesto con diversión—. Iremos a desayunar, las espero abajo.

En cuanto nos levantamos fuimos a ayudarla cómo es costumbre, Arthur suele acompañar a papá a la empresa que tenemos aquí en Francia por las mañanas.

Pese a estar de vacaciones, seguía siendo el dueño y heredero del patrimonio Müller. Así que debía continuar trabajando para mantenerlo, la suerte es que papá lo acompaña para ver si no se excede más de lo debido.

No queremos que vuelva a caer en malos hábitos.

—¿Qué quieres desayunar hoy, cielo? —cuestiono acariciando su manita.

Bajo las escaleras con cuidado, mirando en dónde piso y con la fuerza con que lo hago. Al llegar al último escalón dirijo mis pasos directamente a la cocina, esperando encontrarme a Lily o mamá.

Ésta última le encantaba preparar café por las mañanas acompañada con croissant rellenos de queso. Era una costumbre que seguía siendo parte de mí, en ocasiones extraño incluso su café.

Para mi sorpresa, termino encontrándome a mamá sentada en una de las sillas de la isla riendo a carcajadas mientras Axel le sirve café y la acompaña. Su cabello idéntico al mío se ve envuelto en una coleta alta, desde aquí se puede apreciar el brillante color rubio con algunos mechones blancos que tuve la dicha de heredar, vestida con un pantalón jean de esos flojos y el abrigo negro manga larga la hace lucir mucho más joven.

Dios, era increíble cómo mantenía su juventud en su mirada y alma. Tal vez eso era lo que enamoró a papá, la manera en que no se detenía ante la edad para seguir divirtiéndose.

—Te digo que Arthur de adolescente era complicado —carcajea.

Sin poder evitarlo sonrío ante la escena, mamá siempre ha sido muy cálida y buena, y el hecho de que Axel sea de la misma forma y se lleven bien me hace sentir tan feliz.

Me pregunto si seguirá mirándolo de esa forma si se enterase que tuvimos algo.

Y que él fue la razón por la que vine un tiempo a casa a solo llorar en su hombro.

En realidad, él no era la razón.

Muerdo mi labio inferior, sin dejar de recorrerlo con la mirada. Había decidido vestirse con unos jeans café y estos eran acompañados por un suéter azul claro. Me recordaba a esos chicos que se empeñaban en lucir con la temática de Aesthetic.

La cosa es que él solo se vestía de la forma que quiere y ya.

—Pensaba que Müller era relajado como hermano.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.