La inspiración de Axel Malik

Capítulo dieciséis.

La apuñaló mil veces,

y luego actuó como si fuera él el que sangrara.

 

Tres días después.

Axel.

Como le prometí, me dediqué esos tres días a hacer lo que tenía que hacer. Le debía explicaciones a los medios por mi desaparición al igual que a las personas que me siguen por mi trabajo, no obstante, me preocupé más en organizar la exposición de mis próximas pinturas.

Andrés no estaba del todo feliz por mi cambio de decisión, pero le prometí que una de mis nuevas pinturas estaría en sus manos, no hizo más preguntas y me deseó suerte por lo que resta de mi vida.

Luego de eso, no tuve más razones para aplazar la entrevista, así que estaba nervioso ahora mismo mientras veía a todos lo que forman parte del equipo moverse, el nudo en mi estómago pronto subiría a mi garganta.

Lo que más odiaba en el mundo era dar entrevista o simplemente presentarme ante alguna cámara, no tenía problema con tirarme una foto con alguien; pero de ahí a tener que hablar en micrófono y fingir estar bien con la atención de al menos cinco personas en mí, es muy diferente.

Es peor cuando tengo que aparecer en alguna fiesta o premiación a la que fui invitado o galardonado.

—Si sigues así, vas hacer que te pongan el micrófono de nuevo.

Gruñí, rascando mi cabeza con frustración.

—No quiero hacer esto.

—Lo prometiste.

—Pues me arrepiento —comunico.

Audrey me da una mirada salvaje que me dice que si intento algo más me haría hacer otra cosa peor que dar una entrevista, algo que definitivamente no disfrutaré. Podrá ser buena persona, pero como mánager se toma en serio su trabajo.

Ni siquiera puedo contar con exactitud las veces que ha tenido que limpiar mis mierdas para que mis padres no terminen irrumpiendo en mi departamento por explicaciones que no debería ni tengo que darles.

—Solo es hablar. Le dirás que decidiste tomar unas vacaciones para poder venir preparado y enfocado en tu carrera como pintor, les hablarás con la verdad que tú y yo sabemos.

Trago en seco, mirando más allá de ella y notando todas esas personas que se encargan de colocar las cámaras en un buen lugar para las fotos a las que tenía que posar luego de terminar.

—¿Y cuál es?

—Episodios de estrés —frunzo las cejas—. Eso pasa todo el tiempo, los artistas siempre los tienen y cuando los tienen deciden tomar un tiempo para luego volver. A veces dura años, pero en tu caso solo fueron un par de meses.

Asiento, creo que es más creíble decirles eso que el hecho de que huí por sentirme tan jodido luego de que ella me dejara.

Cierro los ojos, sin poder evitar que su rostro lleno de lágrimas llegue a mí recordándome lo basura que había sido tres días atrás. Nunca he experimentado esto antes, la sensación de estar donde no debería y correr a un lugar donde no me quieren.

Es jodido, es como una bola de fuego bajando lentamente por tu garganta hasta inscrutarse en tu estomago y joder todo desde adentro solo para que reacciones y hagas lo que quiere.

—Sí, creo que eso será —murmuro, pestañeando.

Una sonrisa se planta en su cara y luego flaquea, sus cejas se fruncen y su mirada se torna de confusión. Los labios de Audrey hacen una mueca débil antes de hablar.

—Mmm, Axel, tengo algo que decirte.

—¿Respecto a qué?

Sus labios rojizos se separan listos para soltar lo que sea que la preocupa, no obstante, el llamado de mi nombre y el tono agudo y emocionado de una mujer me hace girar en mi propio eje aún sorprendido.

De repente la bola de fuego se había congelado.

—¡Axel!

Pestañeo, negando con la cabeza.

—¿Mamá? —es tarde para reaccionar cuando ya tengo sus delgados brazos alrededor de mi cintura—. ¿Qué haces aquí?

Le doy una mirada rápida a Audrey buscando alguna explicación, simplemente se encoge de brazos alejándose, dándonos espacio que no pedí. Los brazos de mi madre siguen aferrándose a mi cintura porque a pesar de sus tacones altos, no llega a mi altura. No hago ademán de seguirle el abrazo, pero eso ni siquiera lo nota.

Inhalo, no sabía cómo, jodidamente no sabía, pero siempre lograba aparecer en cada una de mis entrevistas justo antes de empezarla, entonces es como termino siendo un puto manojos de nervios enfurecidos por la interrupción de su parte.

Porque por supuesto, ella nunca se perdería un logro más de su hijo.

—No creías que me perdería tu regreso a la pantalla —me tenso—, estoy feliz de que has recapacitado, sabes perfectamente que nunca me enojaría contigo a pesar de lo crueles que pueden ser tus palabras. Al final del día, el amor de una madre perdona todo.

Amor.

Su mano en mi mejilla me hace clavar los ojos en su rostro, esos ojos me observan llorosos y tan suavemente que solo logro pestañear. El tacto en mi piel es frío y vacío, el ser humano era capaz de transmitir sentimientos incluso en el tacto, pero justo ahora es como si no pudiera sentir nada.

Solo era una piel tersa y suave esparciendo caricias amables y lentas que no me transmitían absolutamente nada. Pestañeo, saliendo de mi estupefacto para analizar una y otra vez lo que pasa aquí, lo que pasa siempre.

—Claro —contesto, la decepción en mi voz no perforó sus oídos—. ¿Papá viene contigo?

¿Por qué seguía llamándolo así?

—Oh, no. Tuvo asuntos importantes que atender.

Asiento, asuntos importantes que no son respecto a mí. Porque Dios libre que Gregory Malik aparezca en alguna mierda de su hijo, eso sería que el mismo presidente se presentara aquí, ridículo e imposible de creer.

La idea solamente me hace soltar una sonrisa apenas real, nunca ha estado presente, ni siquiera cuando me lancé a esto de las películas por ellos. Y por supuesto, no estuvo nada feliz cuando decidí ejercer también como pintor, al menos mamá se interesaba en ello al comienzo, aunque luego descubrí por qué.




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