No coincidieron.

Él la encontró entre millones de personas. Era la mujer perfecta que siempre soñó tener en su vida, tan agradable, comprensiva y amorosa. 

Bastó una sola mirada para perderse en esos ojos color miel que lo transportaron a la dimensión de lo sublime. 

No necesito conocerla para amarla desde el primer instante. Casualidad o quizás el destino le tenía preparado cruzarse con su alma gemela en el lugar y momento menos indicado de su vida.

¡Maldición! Llegó tarde a su vida, él se encontraba casado, inmerso en un matrimonio que parecía perfecto ante la sociedad aunque en el fondo de su corazón y en el silencio de su alma sabía muy bien qué era tan solo una mentira. 

Si solo pudiera devolver el tiempo atrás no dudaría en buscarla porque sabía muy bien que ella lo amaba  desde lo más profundo de su ser. Quizás como ninguna mujer lo había hecho antes.

No coincidieron en tiempo y lugar, su amor estaba destinado a ser como el sol y la luna. Pero hasta estos astros tienen eclipses que les permiten verse a escondidas. Esa noche el deseo los consumió, un encuentro secreto que unió dos cuerpos en una cama que se hundieron entre sábanas blancas. Mientras la luna testigo de su amor iluminaba la penumbra por una ventana de cristal.

Hicieron el amor con todo el deseo reprimido que existía entre los dos, se entregaron sin reservas, sin límite, sin condiciones. La luz del sol sorprendió a los amantes, rápidamente él se vistió abandonando a la chica en aquella habitación después de pasar la mejor noche de su vida. No hubo palabras, solo un silencio que les destrozó el corazón, él debía regresar a su matrimonio perfecto y ella a su infierno. Le habían robado una noche de amor al destino aunque se condenarán a vivir con ese recuerdo por siempre.

"Que triste es encontrar lo que uno quiere, en la persona con la que uno no puede estar".

—Srenite—