La intrusa en la casa del millonario

Capitulo 10

La oficina se sentía como un campo de guerra.

-Pásame los papeles de allá

Ella los tomo

-Los otros- sonó con sorna

Todo era un campo minado.

Lyra evito con todas sus fuerzas evitar torcerle los ojos. Se los tendió de forma casi amable mientras sonreía -¿algo más, jefe?

-No. Sigue organizando lo que te deje por alla -hizo una seña movimiento ligeramnete la cabeza

Ella volvió a su puesto y siguió organizando todo. Su primera tarea era simple. Tenia una caja llena de papelitos de colores. Y los ubicaba en ciertos casilleros. Unos se enviaban. Otros se archivaban, y otros se guardaban de vuelta. Blanco, rosado y azul. Una tarea simple que cualquier inútil podría hacer.

Lyra suspiro. No aprendería nada si hacia esto todos los días.

-Solo por hoy -comento él.

Ella parpadeo. ¿Acaso le leía la mente?

Volvió a lo suyo y comprendió que tenia que iniciar con algo. James la estaba tratando como si fuera un pasante mas en su empresa.

Seguía clasificando las cosas cuando su voz sonó nuevamente

-Con respecto a lo de ayer…

Ella detuvo todo movimiento. El pánico la lleno. ¿de verdad traería de vuelta el tema? Quizás lo mejor seria dejarlo en el pasado. Fingir que nunca había sucedido. Pero no. No. James siempre tenia que tener la ultima palabra sobre cualquier decisión

Carraspeo -Yo…

Pero no pudo terminar. Lyra no estaba tan dispuesta a darle esto – no pasa nada. Lamento haberme metido en tu vida privada. No volvera a suceder. Solo te pido que no hagas cosas como esas de nuevo, no es necesario llegar a tanto solo para darme una lección porque me odias.

¿Odiarla?

James se quedo incrédulo. ¿Cómo podía decir eso? ¿Quién en su sano juicio puede recibir un beso así de su “enemigo” y aun creer que este la odiaba?

No lo hacía. La deseaba. La amaba. ¿Acaso no se daba cuenta? ¿Cómo podía ser tan tonta?

-Tu ingenuidad es increíble -comento honesto.

Ella regresa a mirarlo molesta -No lo soy. Ya has dicho todo lo que alguna vez quisiste, y me has humillado mas de mil formas posibles. Pero no con esto – dijo -No tengo tu apellido y no soy nadie. Ya lo se. Siempre lo he sabido. Pero no es justo que te burles así de mi

-¿Así que eso es lo que piensas que hacía?

-¿Qué mas sino?- pregunto. Pues la idea de considerar otra cosa seria absurdo. La idea de que albergara tan solo una pizca de simpatía o sentimientos hacia ella seria ridiculo.

-Nada. -contesto -nada de nada – entonces se levanto dispuesto a salir de la oficina. Necesitaba un poco de aire. No era que le faltara valor para hablar claro. Pero no sabía que tanto podían llegar sus acciones si continuaba allí. Ni siquiera con un beso ella era capaz de ver la verdad

Cuando cerro la puerta tras de si ella se sintió como si hubiera perdido.

Estuvo haciendo lo que le encargo James sin mas remedio y estuvo en su oficina como dos horas sola. En tres horas logro acabar la caja. Y fue entonces cuando decidió salir a buscarlo para que le enseñara algunas otras cosas. Además, pronto seria la hora del almuerzo también. Imaginaba que como trabajadora tendría algún tipo de descanso.

Y si que lo vio. Lo vio en pleno pasillo hablando con una mujer. Sus cabellos negros ondulados caían suavemente por su espalda y sonreía con unos dientes mas blancos que un inodoro.

Sus ojos azules parecían un reflejo de los de James. Ambos bien parecidos. Ambos extremadamente guapos. Una belleza seductora e irreal. Una tentación, como la imagen del pecado. Solo faltaba que la mujer sostuviera una manzana roja contra sus labios y seria la portada perfecta para una revista. La portada perfecta de un libro.

Lyra se encogio de hombros - la actriz del cotilleo...-murmuro

Ella parpadeo varias veces, la mujer del otro extremo del pasillo de pronto rio. Ambos rieron. Y la mano de la joven se poso en el antebrazo de James y se acerco para susurrarle algo en el oído con una complicidad que solo da la costumbre

Ella de pronto se sintió tonta observándolo todo. Peor que una intrusa. Metida en algo que no le correspondia. Entonces dio media vuelta y se marcho hacia la cafetería. No recordaba exactamente dónde estaba, pero preguntaría

Los trabajadores de allí, muchos de ellos no sabían exactamente como tratarla. No sabían si tratarla como una trabajadora más, o como alguien especial o privilegiado. Es decir, todos sabían que ella fue acogida en un pasado por el señor Jace Brown, ahora fallecido, y que desde ese día se quedo viviendo en la mansión con su hijo. Pero ella no llevaba el apellido Brown, no era dueña de nada en esta compañía. Nada le pertenecía realmente. Ni siquiera la ropa que llevaba puesta. Si algún día James la botara, tendría que irse desnuda.

Llego hasta el lugar y se sirvió. Le dijeron que tenia una cuenta abierta a su nombre para que pudiera pedir lo que quisiese. así que almorzó sola.

Nadie se ofreció a acompañarla. Muchos hombres la miraban curiosos, algunos atraídos por su neutral belleza, pero nadie era tan tonto como para tocar algo que en sus cabezas pertenecía a su jefe.

Mientras le daba vueltas a su ensalada con su tenedor se detuvo a pensar

Si James y esa joven eran novios, una pareja. ¿Por qué ocultarlo? ¿Por qué negárselo cuando se lo pregunto? Porque… ¿Qué otra explicación había?

¿Por qué otro motivo aquella mujer lo visitaría en el trabajo un martes casual? ¿siempre se solían ver aquí? ¿solían verse o irse de viaje juntos?

¿Por qué estaba pensando en eso siquiera?

No era de su incumbencia. Y no entendía por qué le molestaba

Quizás estaba molesta solo porque le estaba mintiendo. A ella, y a la chica de cabellos oscuros. Después de todo, ¿Quién en su sano juicio teniendo novia besa a otra mujer?

« Solo los infieles, seguro » le susurro su subconsciente enseguida

Si. Eso era. Muchos hombres en el mundo no valían la pena. Solo son contados los que aun son buenos y leales. Pero no James. No. Ahora lo sabia.




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