La intrusa en la casa del millonario

Capitulo 12 (PASADO)

Cuando Lyra tenía catorce y James quince años, su padre los llevo a ambos de vacaciones a Hawái.

Alquilaron un gran hotel en una playa privada solo para los residentes de aquel local exclusivo. En secreto, el señor Jace Brown solo quería pasar sus últimos tiempos al lado de sus hijos, ordenando sus pendientes, y la empresa. Preparando a James para heredar todo, y pasar sus últimos meses con ellos dos.

Jace Brown estaba enfermo y lo sabía. Y poco a poco moria. Bueno, técnicamente todos estamos muriendo. Cada día que vivimos es un día menos donde tu organismo funciona cada día peor. Pero morirse de vejez no es lo mismo a morirse por una enfermedad terminal.

No es que el hiciera algo para merecer aquella enfermedad, el no tomaba, no fumaba, no tenia sobrepeso y aun así estaba enfermo. El era la prueba, de que la muerte no discrimina ante nadie, ni entre pobres o ricos. Ni entre buenos o malos. Morir es como una lotería a la inversa. Nadie desea esa suerte, y a alguien siempre le toca.

-Lyra, ¿Cuál libro trajiste en esta ocasión?

-Va de un chico que es primo de una chica. Y hay un hombre muy rico que ha ido atrás de su prima. Pero su prima ya esta casada.

-Es un clásico -menciono su padre sonriendo. Lyra siempre le abrigaba el corazón al señor Brown. Era su propio sol. No necesitaba la playa para ver su luz -¿Y tu James? ¿Qué estas leyendo?

El muchacho casi enfurruñado se removió en su silla. Odiaba el sol. Y tras eso, el no tenia tiempo para jugar. -leo cálculos avanzados. Y el libro de la administración. Me turno entre ambos

-Bien hecho. Eres el hombre y cabeza de esta familia- coincide su padre. No es que no quisiera que su hijo tuviera una infancia normal ni mucho menos. No es que no quisiera que el leyera cuentos o libros por diversión como Lyra. Pero el tenia miedo. Miedo de que pasaría cuando el los dejara solos a ambos. Cuando se alejaría de ellos dos para siempre. Deq ue su partida llegara mucho antes de que James estuviera listo.

Inclino su cabeza mirando a su hijo con amor. Nunca lo demostraba, pero lo amaba mas que a nada. Quería que James aprendiera, estudiara y supiera lo suficiente para que se encargara de todo cuando él no estuviera. Para que sobreviviera, para que cuidara de Lyra también.

-Tienes un gran peso sobre tus hombros, muchacho. Enorgulléceme -le decía. Entonces se marcho por unas bebidas para ambos y comida. Podía haber mandado a un empleado por ellas, pero siempre le gusto hacer sus propias cosas también

Cuando ambos jóvenes se quedaban solos, casi siempre se ignoraban mutuamente. James apenas y miraba a Lyra. La odiaba demasiado. Pero había momentos en el que el molde se rompía

-¿Quieres que te cuente de que va el libro?

Los ojos azules fríos del muchacho la miraron como brisa helada -no. No leo tus cuentos

-No son cuentos – se defendía ella – ni siquiera son libros de fantasía, o romance -los cuales eran sus favoritos – son clásicos.

-¿Y te crees muy intelectual por eso?- soltó malicioso

-N-no. Yo no dije…

-Entonces solo no digas nada Lyra -y así con desprecio absoluto volvió a ignorarla

Pero a mas de callarse la chica grito -¡eh! ¡mira, mira! ¡mas niños! ¡podemos ir a jugar con ellos!

-Con mucha suerte uno te soporte -le dijo animando la idea para que se marchara y lo dejara en paz, sin siquira levantar la vista de su libro

-Algún día me casare con uno y el será afortunado de tenerme y yo a él. Seremos felices por amor verdadero

James no le dijo que pensaba que eso era una tontería -seguro. Mucha suerte -le animo a que se marchara de una buena vez.

Lyra entonces al ver su indiferencia se marchó. Luego de unos minutos noto que no regresaba

Alzo su vista por fin del libro y la busco. Ya no estaba a plena vista.

Había anhelado que se marchara, pero ahora que no la veía estaba intranquilo -que enana tan absurda -murmuro el joven muchacho cansado mientras se levantaba- ¿Por qué se alejo tanto? – entonces enseguida pensó que su padre iba a regañarlo. Su padre siempre esperaba, por alguna razón, que el actuara como el niñero de Lyra.

No tuvo que caminar mucho para encontrarla. La hallo. La hallo en un grupito de niños ricos y caprichosos. Creía conocer a algunos de ellos. Y si. Los conocia. Después de todo, solía coincidir con mucha gente. Esos hijos petulantes serían los próximos futuros dueños y herederos de las empresas mas importantes del país. No le caia bien ninguno de ellos.

Camino hacia ellos en su traje de baño costoso. Y mientras más se acercaba más escuchaba

-Eres menos que una ratita rara de cuatro ojos -se burlaban el otro chico mas bajito -eres feo. Y aburrido. - entonces más risas lo secundaban. Todos reían. Todos menos una.

Lyra no reía.

Entonces su voz intervino -tu eres horrible -sentencio

El muchacho de ojos verdes la miro asombrado. Todos de pronto se callaron. El chico, que se llamaba Brad la miro con ojos asesinos. James sabia como funcionaban los grupitos de chicos populares, siempre tenian que tener seguidores que le fecundaran sus ideas, que lo respaldaran. Todos querían ser parte del rebaño

-No me digas. Tu solo eres la pequeña adoptaba de los Brown. Además, esto no es sobre ti

-No es divertido lo que haces. A el le falla la vista y por eso necesita sus anteojos. No es un cuatro ojos. -entonces recogió sus gafas de la arena, los limpio y se las tendió al chico en la mano.

Aquella pequeña se estaba enfrentando a cinco pequeños mas poderosos que ella, y mucho mas altos. No deberías llevarle la contraria a alguien que podía hundirte.

-¿Te burlas de el? Tambien podría pasarte a ti -le acuso -tú también podrías perder la vista el día de mañana. Podrías necesitar usar lentes después. ¿Te crees mejor que el porque no los necesitas ahora? - y cada ataque parecia algo personal

El muchacho se vio contraído, acorralado y avergonzado, dio un paso hacia atrás casi golpeado por la honestidad de sus palabras -no necesito estas lecciones de una tonta niña huérfana...




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