La Isla de Hierro

Capítulo 1: Empieza el Examen

La arena de examen estaba sumida en un silencio denso, tan pesado que parecía aplastar los pechos de quienes aguardaban. Solo el murmullo bajo de los maestros quebraba aquella quietud expectante. Uno a uno, los aspirantes cruzaban el círculo grabado en el suelo, dispuestos a convocar su primer hechizo. Era una arena inmensa donde los espectadores, desde la tribuna, podían sentir la magnitud y la impotencia de los grandes maestros que eran portadores de las armas sagradas, quienes con su juicio decidirían el destino de los participantes. Ese año, se presentaban 2000 aspirantes, la mayoría jóvenes entre 15 y 30 años, provenientes de todas las ciudades del continente y de todas las jerarquías económicas: desde personas con apellidos de la realeza hasta aquellos sin dinero ni linaje. Los jóvenes se postulaban para combatir por el continente; el talento no dependía del nombre o la jerarquía, sino que nacía con el individuo.

El primer examen consistía en poder ejecutar uno de los hechizos mayores. Existían tres tipos de hechizos mayores: Rayo de Celeridad, que aumentaba la velocidad del usuario, equivalente a un teletransporte a cortas distancias; el Hechizo de Hierro, que fortalecía el cuerpo para obtener mayor resistencia; y el Hechizo Fuerza de Titán, que otorgaba una fuerza descomunal. Además, había hechizos menores que dependían de la rama de especialización. Los grandes maestros podían activar los tres hechizos a la vez. La mayoría aspiraba a utilizar un Arma Sagrada.

Una joven de dieciocho años fue llamada al círculo. Los examinadores y la multitud guardaban silencio. La chica parecía calmada y pronunció: "Rayo de Celeridad". De su cuerpo comenzaron a salir destellos amarillos y azules, como si fuera un rayo. Su figura se desdibujó en destellos, moviéndose con tal agilidad que parecía desafiar el tiempo mismo. Los maestros la observaron y votaron; el silencio era palpable. Los maestros, además de examinar si ejecutaban bien el hechizo, evaluaban su compatibilidad y la duración. Si el hechizo le hacía daño o estaba mal ejecutado, no le permitían avanzar, lo que significaba que no había garantías a pesar de años de práctica. Pero esta chica no tuvo problemas, y los evaluadores levantaron la mano con aprobación.

Los evaluadores eran los portadores de las cuatro espadas sagradas. Lewis, con su espada que al estar en contacto se tornaba de un color negro brillante, era el encargado de vigilar toda la zona sur del continente. Le decían la espada Maldita, ya que el arma se alimenta de la sangre de sus adversarios; dependiendo de su destreza, le permite potenciar todos sus atributos, además de curar al portador. Marcell, vigilante del norte, empuñaba una espada de tono gris frío con una hoja ancha y grande, conocida como la espada del invierno, que poseía un poder descomunal para congelar todo a su paso. Jean, el espadachín del oriente, podía deslizarse por el cielo gracias a su espada, que generaba grandes ráfagas de aire, diseñada para manejar cada partícula de viento. Jules, el espadachín del occidente, podía abrir portales a lugares específicos dependiendo de su experticia y energía. Los cuatro espadachines, generalmente, peleaban en solitario; solo una vez pelearon los cuatro a la vez, en el Gran Ocaso, una guerra que devastó los cinco continentes. Desde ese momento, se implementó la pelea de los cuatro años para tener el control del mundo.

Después se creó un grupo con cuatro armas que eran amigos de chicos, y para la pelea siempre peleaban los cuatro, ya que generaban sinergia en sus ataques. Entre estos cuatro estaban los gemelos Anny y Ben, dos arqueros. Anny utilizaba el Arco del Susurro, que le permitía controlar la mente de las personas a las que apuntaba; sus flechas eran energía que se creaba una vez que el portador generaba la posición. Su hermano Ben usaba el Arco de la Destrucción, que destruía todo lo que tocaba. El tercer miembro era Milca, la gran defensora, cuyo arma era un escudo que absorbía y se expandía. Ella no siempre encontraba un portador compatible, ya que el escudo solo se unía a aquellos con el valor de estar en frente sin temor al combate y con la necesidad de servir a los demás; estaba catalogada como la mejor arma de defensa. El cuarto integrante era Jack, el portador del Monzer: un mazo cuyo impacto generaba un campo gravitacional que aplastaba todo a su alrededor, dejando cráteres y enemigos convertidos en polvo.

Otro portador de las armas sagradas es Nurwun, el portador de las 100 dagas. Su velocidad es asombrosa y utiliza hechizos menores a la perfección, como el sigilo. Esta arma le permitía teletransportarse a lugares específicos; se dice que tiene varias dagas escondidas tanto en el continente como en el exterior. Cada daga tiene un metal envenenado que, al entrar en contacto con la piel, activa un efecto que genera una muerte dolorosa y lenta a quien la toca, y cada daga vuelve al portador cuando él lo decide. El décimo portador tiene una lanza que en su parte superior posee una esfera que, al entrar en contacto con el sol, permite al portador curar a cualquier persona; la esfera dispara rayos de luz en cualquier dirección, y el portador puede dirigir esos rayos. Además, tiene un modo de ataque que concentra la energía del sol en un solo punto, generando mini soles que puede dirigir para causar destrucción. Los diez juntos permitían al continente mantener un buen estatus; a lo largo de la historia hubo más y menos portadores.

Siguiendo con el examen, se nombró al segundo aspirante, un hombre de veintiséis años que invocó el Hechizo de Hierro. Sus puños se tiñeron de un fulgor metálico, pero su cuerpo no lo soportó y experimentó un dolor innegable; sentía que sus músculos se rajaban. La mayoría de los aspirantes tenían la esperanza de pasar; generalmente, una persona se presentaba más de tres veces, entrenando toda su vida para este examen. En este caso, el jurado no lo aprobó. Para la mayoría de los estudiantes, dominar un solo hechizo era un logro que podía consumir años enteros; era común ver a personas frustradas por no poder ejecutar el hechizo a la perfección. Muchos volvían cada año a intentar ser admitidos en la Academia del Hierro. Aprobar a los quince era una rareza digna de leyenda.



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En el texto hay: misterio, aventura, accion drama

Editado: 13.10.2025

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