La isla de los dioses

5.1

En la otra parte de la isla, el bosque se percibía a lo lejos, más allá del acantilado donde Nue miraba preocupada los árboles de anchas copas. No hacía muy buen día, amenazaba tormenta, pero aun así decidió ir a buscar provisiones; por ella no, lo hacía por su hijita de dos años que necesitaba fruta fresca abundante.

          Así, sin más dilación y aprovechando que su hija dormía, le dio un cariñoso beso en la frente y se marchó.

          No había recorrido ni la mitad del trayecto, cuando un fuerte viento la hizo zozobrar, balanceándola como una marioneta.

          - “Vamos, ya estas llegando”- pensó al darse cuenta que se había metido de lleno en la tormenta, aunque ya no podía dar marcha atrás.

          Llegó hacia el interior cuando una lluvia intensa cayó sobre ella, distinguió con dificultad, dada la cortina de agua, una hilera de árboles y avanzó con extrema dificultad a través de ellos. De repente notó como si una fuerte mano la empujara contra su voluntad, trató de planear bajando las alas, pero éstas empapadas pesaban demasiado y ya no le respondían, volaba muy bajo y entrecerró los ojos, tratando de ver a través de la lluvia para aterrizar, pero algo se interpuso entre ella y el suelo y chocó contra algo muy duro, haciendo que cayese y perdiese el sentido.

 

          A cierta distancia de allí, diez pares de patas recorrían la maleza bajo la lluvia, aplastando los arbustos con los cascos duros. Cuando se oyó el golpe, las patas pararon de inmediato su avance.

          - ¿Habéis oído? Algo ha caído sobre los árboles de allá al fondo- señaló una voz de mujer y se vio, seguida de las cuatro patas de équido, un torso femenino, dos anchos hombros y una cabeza de larga y espesa cabellera negra. Giró su cara a las demás compañeras que la seguían.

          - Debe haber sido algún pájaro… - sugirió una de ellas.

          - ¡Imposible! Un pájaro no hace tanto ruido, seguro que ha sido un mono que ha caído en alguna de nuestras trampas, ¡vamos en seguida a verlo!- ordenó la que parecía ser la capitana del reducido grupo de cinco cazadoras, trotando hacia allí sin esperar respuesta.

          Pero cuál fue su sorpresa al llegar al lugar del accidente y ver un cuerpo inerte sobre la hierba, un cuerpo más o menos humano, como ellas. Algunos pajarillos que se habían posado sobre la chica piando angustiados, alzaron el vuelo asustados al venir las cazadoras empuñando sus lanzas.

         

- ¿Qué ha caído? ¡no es ningún animal! - las cinco la rodearon y la capitana hasta se arrodilló no sin dificultad para examinarla mejor; hasta le retiró cuidadosamente los rubios y mojados cabellos de la cara. Todas rieron e hicieron comentarios jocosos al darse cuenta que aquella figura tenía solamente dos extremidades inferiores como los simios aunque no iba desnuda por completo, ya que iba tapada con una especie de túnica corta.

          - ¡Pero si es una doncella del aire! - exclamó con sorna la que dirigía a las demás, tocando sus alas- ¡se habrá caído mientras volaba!

          - No, se ha dado contra un árbol - observó otra de ellas.

          - Pues menudo golpe, ¿Qué hacemos con ella? No podemos dejarla aquí bajo la lluvia. –La cuatro miraron a su guía esperando una respuesta, ésta no se hizo esperar.

          - Llevémosla al poblado.

          Entre dos la acarrearon, una cogiéndola por los brazos y la otra por las piernas, las otras las siguieron sin dejar de mirarla. La lluvia, aunque había comenzado a ceder, caía sin interrupción y comenzaba a formar amplios charcos en el suelo fangoso. Aquellas tormentas repentinas que caían con furia y terminaban igual de rápido, eran frecuentes en aquel lugar.

          Cuando llegaron al poblado, una serie de cuevas comunicadas entre sí, sus habitantes, la mayoría niños y ancianos, las fueron a recibir con extrañeza al ver lo que habían capturado.

          - Como veis no hemos traído casi nada para comer, pero encontramos esta “ser del aire” caída bajo la lluvia, está sin sentido a causa del golpe, pero está viva.

          - Vamos, llevadla ante el rey.- ordenó una anciana que se guarecía a la entrada de su agujero practicado en la roca.

          La llevaron izándola sobre sus cabezas, porque algunos niños centauros, corrían con la intención de tocarla.

          Se detuvieron frente a una caverna más grande decorada con una piel de animal y pinturas por toda su superficie rocosa, una de ellas entró para informar y acto seguido salió el rey de aquel poblado, con paso majestuoso. Era un centauro de mediana edad, con el torso plagado de antiguas cicatrices y la piel algo arrugada, el pelo largo hasta buena parte de su grupa y medio canoso lo llevaba tirado para atrás, sujeto por una diadema hecha de hueso y marfil.

          - Responded de prisa, ¿Dónde la habéis encontrado?

          Éstas hicieron una pequeña inclinación de cabeza y la jefa de las cazadoras, respondió que la habían encontrado en el bosque, un poco más lejos de las montañas que componían la costa.



#3654 en Fantasía
#411 en Paranormal
#157 en Mística

En el texto hay: mitologia, romance, genetica

Editado: 06.05.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.