La isla de los dioses

7.4

        Algunos hombres al verla no pudieron evitar abrir unos ojos como platos y emitir varias exclamaciones de horror y sorpresa. Aura caminó alegremente hacia ellos y les sonrió tímidamente, sin entender el porqué se comportaban así, apartándose inmediatamente con espanto y algunos dejando caer sus herramientas a causa de la sorpresa.

        -¡Qué demonios es eso...! ¡pero... oh Dios mío! - las voces se continuaban a su paso y la alegría de la niña dio paso al desconcierto. Uno de ellos salió de su estado de shock y salió corriendo mientras gritaba:

        -¡Voy a avisar al Sr. Broms!- algunas mujeres, sentadas en taburetes cosiendo algunas lonas desgarradas, emitieron grititos apagados y cuchichearon entre ellas mientras la señalaban, algunas hasta tuvieron la capacidad de ir a buscar su móvil para grabarla.- Aura trató de acercarse y alargar su mano para tocarlos, pero todos se apartaban al acto como si estuvieran viendo a un fantasma. Al final decidió hablarles:

          - Qué … ¿que no os gusta que este aquí? ¿qué os pasa? Si queréis me marcho, mi casa esta...- entonces salió de una de las caravanas un hombre llevando un sombrero y un puro apestoso en la boca, lo seguía de cerca el atemorizado chico que lo había ido a buscar, refugiándose detrás de él.

          El que parecía dueño de aquel lugar, se sacó el sombrero y se paseó a su alrededor observándola atentamente. Luego alargó su mano para toquetearle el lomo y cola, como para cerciorarse de que era real.

          -Vaya vaya... bonito espécimen... será muy interesante para mi colección.- se produjo un silencio repentino y la niña no entendió a qué se refería, le pareció que pasaba mucho tiempo allí plantada siendo observada por toda esa gente extraña.

          -¿Qué ocurre? ¿Pasa algo malo? - el hombre del sombrero emitió una sonrisa de oreja a oreja rascándose el cogote pensativo y finalmente dándose por satisfecho y finalizando su inspección le dijo, dándole la mano y dirigiéndola hacia una de las jaulas vacías, cerca de muchas otras donde rugían diversos animales.

          -No hagas caso a esos estúpidos niña... anda, ven conmigo, no se de donde has salido criatura, pero aquí estarás muy bien, el tío Broms cuidara de ti a partir de ahora y... por supuesto le harás ganar mucho dinerito... ¡je,je!

          Aura salió de su sorpresa y se relajó:

          -¡Quieres decir que podre quedarme y verlo todo?- el hombre emitió una carcajada:

          -¡Qué graciosa eres, criaturita! ¡esto es el circo y tú muy pronto formaras parte de él.!- ella se giró señalando al otro lado de los árboles, aquella parte por donde había venido:

          -Pero.... mi casa está por allí... los doctores me estarán esperando. - el hombre ignoró sus palabras y apretando con fuerza su mano, la dirigió de prisa hacia la jaula con ruedas y una vez allí, empujándola la hizo entrar encerrándola allí. La niña se agarró a los barrotes metálicos y gritó al ver que se alejaba a paso rápido:

          -¡Quiero volver con el Dr. y Dra. Jones!¡No quiero irme con vosotros!¡Sois gente mala!- el hombre río por lo bajo mientras regresaba a su caravana y viendo como los demás lo observaban, murmurando por lo bajo y algunos comentando si realmente hacia lo correcto, éste les ordenó de malas maneras:

          -¡Bueno ya basta de gandulear, no ha pasado nada! ¡seguid con vuestro trabajo! - todos, los cuales se habían quedado atónitos, se recuperaron de la sorpresa y continuaron con sus labores, sin atreverse a contradecir a su amo.

          Y la niña llorando se arrinconó en su jaula, pensando muy afligida que había hecho muy mal en escaparse de casa.

 

          Como el sol se iba poniendo tras las montañas, el grupo circense acabó de guardar todos los aparejos y reemprendió la marcha. Un hombre de cierta edad pasó sin mirarla y enganchó su jaula a las demás a un viejo camión. Por su expresión, una vez pasada la primera sorpresa, parecía que no le impresionaba tanto la figura de la pequeña centaura ya que en su larga vida y  pasadas dos guerras nucleares, había visto demasiadas cosas, la radiación en algunos lugares había producido extrañas mutaciones, algunas de ellas, como bien se vería, también vivían bajo la “protección” de Tio Broms.

 

          Mientras recorrían algunos kilómetros por la carretera a oscuras, Aura pensaba con añoranza en la casa de sus estimados doctores y en sus amigos Poney y el gatito Sleep. ¿Qué harían sin ella? Y Ester... seguramente ya estaría muy preocupada y  la estaría buscado muy triste. Miró a través de los barrotes la jaula vecina y vio dos tigres, echados uno junto al otro que la miraban impasibles con expresión aburrida.

          El viaje duró demasiado y Aura acabó por dormirse, mecida por el continuo traqueteo de su remolque.

 

          La despertó el tal Sr. Broms quien, agarrándola por un brazo, la dirigió a una edificación, esta vez sin ruedas, en el que se oían diversos ruidos. Ella, todavía adormilada, se dejó llevar sumisamente y la pusieron en otro recinto, éste un poquito más grande, con paja en el suelo y con paredes a su alrededor. Ella gimió restregándose los ojos medio atontada y estirándose nuevamente, volvió a dormirse.

 



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En el texto hay: mitologia, romance, genetica

Editado: 06.05.2024

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