La isla de los dioses

5.3

          El bosque ya había oscurecido y las dos niñas, la pequeña princesita centaura y Ashima, andaban una al lado de la otra, sin saber dónde estaban.

          -Creo que nos hemos perdido. -dijo la centaura de cabellos oscuros.

          -¿No sabes ir donde está mamá?

          -Mi mami siempre dice que si me pierdo, me quede quieta en el mismo sitio y que ellos me buscarán.

          -¡Oh, ya es de noche y “teno” miedo!- dijo Ashima poniéndose a llorar. Thara, en un gesto de generosidad, le dijo que podía subirse a ella y abrazarla por los hombros, pero su amiguita protestó porque estaba alto y no llegaba. Thara dada su condición parecía mayor, aunque si llegaba el caso, no sabría defenderla. Ambas niñas eran demasiado pequeñas para estar solas; Ashima tenía tres años y Thara seis.

          -¡”Quedo mumir”!-se quejó la niñita alada restregándose los ojos con el puño-

          -Ya verás que los guardias de papi vienen pronto.- pero miró asustada la oscuridad que las rodeaba y no pudo evitar sobrecojerse de espanto al verse sola allí sin nadie mayor para protegerlas.

          Ninguna de las dos sabía que los soldados de la guardia centaura, se habían desviado y estaban ya lejos. El bosque era muy extenso y la oscuridad traicionera.

          Las dos niñas se quedaron allí sentadas en una piedra plana, Thara abrazando a su amiga y ésta con los ojitos cerrados dormía.

          A media noche, no se dieron cuenta que una madre loba pasaba por allí y se acercaba curiosa para olerlas.Thara abrió los ojos para mirarla, quiso incorporarse y la madre loba retrocedió un poco echando las orejas para atrás, pero no vio en ellas ninguna amenaza, pues siguió su camino y ellas dos la siguieron.

          -Vamos Ashima ¡despierta!- la pequeña asintió medio dormida y la siguió dándole la mano. Llegaron a una madriguera dentro de una cueva y las dos entraron y se quedaron allí estiradas. La loba las dejó y se fue con sus cachorros que gemían hambrientos.

          A la madrugada, se despertaron asombradas ya que no recordaban como habían llegado allí y rieron divertidas al ver aquellos cachorritos que les lamían las caras y jugaban con sus cabellos y con la cola de Thara.

          -¡Uf!¡casi no puedo levantarme!-se quejó Thara ya que por su aspecto era de mayor tamaño y casi no cabía.

          Al final lograron salir, Ashima estirándole de las manos y vieron que ya era de día.

          El bosque ofrecía un aspecto totalmente distinto, se veía luminoso y alegre, con numerosos pájaros picoteando por ahí y saludando el nuevo día con sus cantos.

          -¡Ya no da miedo!- dijo Ashima contenta y abriendo las alas, se dispuso a volar instintivamente hasta unas rocas, pero su amiga se quejó:

          -¡No puedo volar como tu!- pero entonces, vieron como en la lejanía venían volando una pareja de seres voladores.

          -¿Donde esta tu mama?-le preguntó la mujer.

          -Nos hemos perdido.

          -¿Tú y quien más?-entonces pudieron ver como otra niña más abajo se esforzaba por llamar su atención.

          Bajaron los dos hasta posarse en la hierba y miraron a ambos lados.

          -¿No hay ningún otro centauro cerca?-preguntaron con desconfianza.

          -No, nos hemos alejado del poblado sin querer y ahora no sabemos volver.- informó Thara sin ningún temor, ya que estaba acostumbrada a la presencia de las dos invitadas.

          -¡Quero volver con mama!

          -Yo me haré cargo de ella, la llevaré con nuestros hijos.

          El hombre ángel observó a la centaura con detenimiento; quizás podría retrasar un poco sus quehaceres diarios y ayudar a aquella pequeña “ser de la tierra” a buscar su poblado, aunque no le agradaba en absoluto ver cara a cara  a algún adulto como ella, sabía que eran bastante agresivos.

- - -

         En el nido, Nuttel y Hezel los vieron llegar con curiosidad.

          -¡Que bien que vienes tan pronto!¿quién es esta niñita?

          -Se quedará con vosotros mientras buscamos a sus padres. Yo regresaré en un ratito mientras voy a por provisiones.

          Cuando los tres niños se quedaron solos, le hicieron mil y una preguntas. Ashima contestaba distraída mientras miraba fascinada los juguetes que los niños tenían en el nido.

          -¿Donde esta tu mama?

          -Con los papas de Thara.

          -¿Y quien es Thara?

          -Es mi amiga.- fue la sencilla respuesta, aunque eso pareció satisfacer a los dos hermanos. Hezel anunció:

          -Nosotros también tenemos un amigo, vive en el mar y...

          -¡Es un “Tatrón”!-lo interrumpió la niña orgullosa de conocer a alguien tan especial.

          -Se dice Tritón.



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En el texto hay: mitologia, romance, genetica

Editado: 06.05.2024

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