La isla de los dioses

1.5

       Estaban ya muy lejos de la costa, la vegetación los envolvió de inmediato y como les costaba volar atravesando los espesos árboles, iban andando.

          -No sabemos si por aquí cerca habrá algún poblado centauro.

          -Seguro que vemos alguno, estos seres viven en el bosque.

          -No dejo de pensar en el hombre sin alas, quizás ya no esté por allí y entonces nos será difícil seguirle el rastro. - Zora parecía incómoda.

          -Yo preferiría que se fuera de nuestra isla, así no necesitaríamos la ayuda de esos salvajes. Dudo mucho que accedan a ayudarnos, temo que nos reciban con sus armas y nos maten.

 

          Entonces vieron dos pilares muy altos de madera; seguro que era la entrada de uno de sus poblados.

          -Vamos, cuanto antes pasemos esto mejor.

          Muy pronto fueron descubiertos y dirigidos a punta de lanza hasta una gran cueva precedida de una estera fabricada con lianas.

          Salió del interior un centauro majestuoso de edad madura, con el torso y patas decorados con pintura blanca mostrando extraños símbolos. A su lado lo acompañaban cuatro cazadores y tres mujeres que podían ser sus esposas.

Algunos centauros jóvenes y niños también se acercaron curiosos. Reian y cuchicheaban entre ellos señalando sus extrañas extremidades parecidas a las de los simios y esas alas plegadas a la espalda.

          - Seres del aire, ¿a qué habéis venido? No sois bienvenidos aquí.

          La pareja los miró cohibidos al verse amenazados con las lanzas, pero por fin Itshar tragó saliva y se decidió a dar el paso:

          -Hemos venido para pediros ayuda.- el rey se dio cuenta que aquella pareja habían venido de muy lejos, de la soledad de sus acantilados no por gusto, sino que era algo importante y los hizo pasar al interior. Ordenó tajante que los demás guardias se fueran e hicieran guardia a la entrada. Solamente se quedaron las esposas y uno de los cazadores.

          -Y bien, ¿de qué ayuda habláis? Nosotros no tenemos nada que ver con vuestros asuntos, hace mucho decidimos hacer una tregua con los primeros seres del aire, no os molestaríamos si ninguno osaba acercarse a nuestros dominios.

          -Es sobre un extraño aparato volador que cruzó la isla hace meses, parecía que era algo pasajero, pero hoy he podido ver a uno de sus dueños.

          -¿De qué aparato me hablas? Nosotros no tenemos nada que ver con los cielos, solamente vivimos en el bosque.

          -Era muy ruidoso, extraño, seguro que no procedía de ningún lugar que conozcamos.

          -Quizás se refieran al ruido que se oyó por todo el bosque y que espantó a los animales. Aquel día no tuvimos muy buena caza.- observó el guardia.

          -Nuestra comunidad piensa que puede provenir del resto del mundo.

          -No entiendo lo que quieres decir.

          Le explicaron entonces la historia del viejo ángel; que no solamente existía aquella enorme isla, que al otro lado del mar había más tierras y la cuarta especie, la que se marchó de allí.

          - En nuestros numerosos viajes hemos podido comprobar que el mar se extiende a lo lejos, hemos enviado algunos mensajeros, pero los pocos que regresaron nos contaron que al cabo de unos kilómetros a mar abierto, chocaron con una barrera invisible que los hizo retroceder. Creen que es alguna clase de magia... pero tiene que haber algo, la llegada de aquella nave lo confirma.

          -Nosotros no hemos visto nada parecido. - también tenemos exploradores, pero cuando la tierra se acaba y comienza el mar, hemos de dar la vuelta, es terreno vetado para nosotros.

          -Volaba muy alto, nosotros la vimos desde nuestros nidos.

          -Entonces ¿creéis que no estamos solos? ¿Cómo es de grande el mundo?

          -Ya le hemos dicho que no nos ha sido posible volar más allá, como si una fuerza extraña nos impidiese el paso. - entonces una de las esposas pidió permiso para hablar:

    • Dices que pudiste ver a uno de esos seres que proviene del otro lado del mar, ¿Qué aspecto tenía?

 

          -Bueno, más o menos era como nosotros, pero no poseía alas. Vestía otras ropas y ...

          -¿Y no podría ser que sus alas se rompieran por un accidente?-señaló burlón el rey.-creo que vosotros, los “seres del aire” os preocupáis demasiado... es más, no creo que sea verdad eso que me habéis explicado. ¿una cuarta especie? Se que existen seres acuáticos viviendo bajo las aguas, algunos de nosotros los ha visto entre las rocas de la orilla, aunque tampoco tenemos pruebas.

          -¿Qué piensas que podemos hacer nosotros?-preguntó otra de las esposas.

          -Nuestra especie es pacífica, no tenemos armas de ningún tipo, ni espiritu de lucha como vosotros. Hemos pensado que al ser cazadores, los “seres de a tierra”...

          -Está bien, no pierdo nada en enviar a mis cazadores a dar un rodeo por la isla, espero que sea verdad lo que has dicho, no quiero que mis mejores cazadores hagan ese viaje en vano.



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En el texto hay: mitologia, romance, genetica

Editado: 06.05.2024

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