La isla de los dioses

7.7

Por la noche algo sucedió. Divah estaba muy alterado y comenzó a golpear con furia el cristal de su recinto. Hacía un ruido terrible y ellos dos, Aura y Erflin temían que pudiese romper el fuerte vidrio.

          Al instante aparecieron dos hombres vestidos con batas blancas que, entrando rápidamente, lo sujetaron con unos guantes especiales. Éste comenzó a morderles con furia, pero vio que no podía defenderse. Alzó su mirada hacia la asustada niña, que se mantenía en un rincón con las manos cubriendo sus oídos y comenzó a vocalizar algo. Ésta comenzó a golpear el duro vidrio de su jaula:

          -¡Esperen!¡esta tratando de decir algo!

          Divah, inmovilizado por completo, no dejaba de mover los labios sin emitir ningún sonido.

          -“Ayuda… Divah ayuda… daño…”- pero fue inútil y por fin le dispararon un dardo tranquilizante. Casi al momento dejó de proferir coletazos quedando inmóvil y con los ojos desmesuradamente abiertos. Comenzó a respirar entrecortadamente, como si jadeara, hasta que finalmente fue cerrando los ojos a medida que el efecto del anestésico hacía efecto en él.

          Aura también paró de golpear el cristal, como si también hubiese recibido aquel disparo. Se quedó con las manos todavía apoyadas en el cristal, mirando fijamente como los dos hombres se iban, bromeando entre ellos.

          Cuando todo se quedó en calma, Aura habló en un susurró:

          -Me quería hablar, Erflin, quería que le ayudáramos en algo. Éste, encerrado en su jaula alta asintió en silencio sin saber qué decir; también lo había visto perfectamente.

          -Mañana sabremos qué le ocurría cuando despierte; ahora estaba muy alterado.

          Pero Aura aquella noche no pudo dormir, se encontraba extraña estirada en la manta y notó como le dolía terriblemente la espalda y las extremidades. Así que, cuando comenzaba a clarear el día, se levantó y con un palo comenzó a dar toques a la casita de su amigo:

          -¡Erflin despierta! ¡no puedo dormir, cuéntame un cuento por favor!

          Éste se desperezó exageradamente y la miró con ojos de sueño. Entonces al verla se restregó los ojos y luego la volvió a mirar sin creer lo que veían sus ojos.

          -¿Se puede saber que te pasa a ti? Pareces uno de esos humanos que se paran aquí a vernos.- dijo ella riendo. Pero el chico la señaló visiblemente nervioso:

          - ¡Pero Aura!¿eres tu de verdad?

          -¡Claro que soy yo! Estas muy raro esta noche,¿eh?- éste la volvió a señalar y se aguantó la cabeza con ambas manos consternado.

          -¡Pero es que has crecido!¡eres una mujer, Aura! ¿cómo es posible?- ella se palpó la cara, descubrió ahora un pecho un poquito desarrollado y se alegró de veras.

          - Así que era eso… no podía dormir y era que por fin me he hecho mayor. Ahora me parezco a Stella.- Erflin se paseó por su pequeña jaula nervioso.

          -¡Madre mía y yo que creía haberlo visto todo! ¡Ayer eras tan solo una niña patilarga y ahora es… una chica de mi edad!- Aura lo miró molesta:

          -¿Ya no te gusto? ¿ahora ya no vas a ser mi amigo?

          - ¿Qué si no… que si no me gustas?¡pero si eres muy guapa Aura, más que Stella y todas las chicas del circo juntas!- ésta movió su cola de caballo y trató de mirarse en el reflejo que formaba el vidrio al comenzarle a dar los primeros rayos del sol.

          -¿No te importa que tenga cuerpo de caballo?- Erflin lanzó una carcajada:

          -¡Oh Dios mío! ¡de eso me acostumbré hace tiempo! Ya lo verás queridísima Aura, ya veras la cara que se le va a quedar al Sr. Brom cuando te vea.

          Esperaron a que se hiciera claro y cuando vino el hombre que se encargaba de ellos, de darles el desayuno y limpiar las jaulas, la miró unos instantes extrañado como si por un momento no la reconociera. Aura fue a decirle algo divertida cuando de pronto vio algo en la jaula que tenia enfrente, donde estaba el niño serpiente.

          -Vamos, déjame salir ¡rápido! - el hombre abrió la jaula como en trance sin dejar de mirarla y Aura se acercó para observarlo. Todavía seguía inconsciente.- que raro… esta… diferente. Tras él vio una piel que parecía transparente y reseca y ahora su cuerpo parecía más grande y de un verde oscuro, en cambio la cara era la misma. Y de pronto comprendió: ¡el niño reptil se hallaba en plena fase de crecimiento, iba a pasar de niño a adulto como ella!- Aura aporreó la puerta de salida llamando al Sr. Broms aunque nadie pareció escucharla. El cuidador parecía que se había quedado parado y Aura lo estiró hacia la jaula.

          -Mira, parece que no se encuentra bien, tiene que llamar a un medico.

El hombre negó tranquilamente con la cabeza y dijo:

          -No existen médicos para vosotros, necesitaríamos un…- y volvió a marcharse. Aura se quedó sola:

          -Con que era eso, ayer quiso avisarnos de que tenía que cambiar y en vez de ayudarle aquellos hombres horribles le dispararon para dormirlo.

          Finalmente vino Broms y un hombre de bata blanca que Aura reconoció como el veterinario del circo. Ambos entraron en el recinto donde estaba el niño y lo auscultaron. El doctor entonces miró al director seriamente y negó con la cabeza.



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En el texto hay: mitologia, romance, genetica

Editado: 06.05.2024

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