Mi pie tiembla a toda velocidad golpeando la pata de mi escritorio. Trato de concentrarme en mis ideas, reviso las notas y aun nada. Estoy completamente en blanco. Me levanto de golpe dejando mi espacio desordenado y bajo las escaleras. El estrés en qué me tiene ese libro ha llegado a un punto en el que no puedo ni conmigo misma. No entiendo qué pasó.
- ¿Y bien? ¿Cómo va esa imaginación? - escucho a mi hermana Anya preguntar al verme entrar en la cocina, al notando que no respondí agregó- ¿aún nada?
Negué con la cabeza, manteniendo la mirada perdida en la nada.
-Está bien, tranquila, pronto encontrarás inspiración.
-Es que yo, solo quiero terminarlo. En verdad, no entiendo qué pasó - en este punto ya estoy demasiado frustrada como para sacarlo de mi cabeza.
Por si aún no me entienden: estoy bloqueada. No por un exnovio o algo por el estilo, sino que tengo mi vida bloqueada desde hace meses. Ya ni siquiera soy capaz de tomar decisiones sencillas o terminar con mis tareas de la universidad, mucho menos pensar en terminar de escribir mi libro.
Siempre he sido una persona con gran imaginación, todo el tiempo mi mente se encarga de hacer escenarios para distraerme o simplemente pasar el rato.
Cuando estoy haciendo algo que no me interesa mucho o no necesita toda mi concentración aprovecho esos pequeños minutos en crear algo con mi imaginación. Como cuando estoy barriendo, me he llegado a imaginar una gran cantidad de cosas y situaciones que no son para nada posibles, pero a mí me gusta creer que sí. O cuando salgo a pasar la tarde fuera de mi casa, me gusta pensar en tantas posibilidades de lo que pasaría o con quién me encontraría.
Incluso recuerdo que lo hacía desde pequeña. No logro olvidar a ese chico que creó mi mente, todo el tiempo jugaba con él en el bosque que rodeaba la cabaña de mis padres; sus ojos marrones y esas pecas sobre sus cachetes. Recuerdo que era un poco mayor que yo y aun así, siempre me cuidó; como si tuviera un hermano en él.
A lo que iba es, como algunas de las historias o escenarios me parecían demasiado buenas para dejarlos morir y que fueran olvidados con el tiempo decidí contarlas a mis amigas.
Al inicio comenzaron bromeando con que debería escribir esas historias y hacerlas libro, pero nunca me lo tomé en serio, una vez lo intenté, y descubrí que no era lo mío. Una cosa era imaginar las historias para mí misma y otra muy diferente era pegarlas en un montón de hojas y darle sentido a la historia, cosa que no supe hacer y simplemente lo dejé. Continué contando mis historias, pero ya no intentaba escribirlas porque sabía que perderían todo el sentido.
Mi problema nunca fue la imaginación, solo la escritura. De cualquier modo, tiempo después me propuse a escribir mis historias y enseñarlas al mundo; ahí fue donde comenzó todo.
Me gustó, y de verdad me encantaba. Pude escribir dos libros completos y a la gente le gustaban, disfrutaban leer, leer mi mente, mis palabras, mis historias, era perfecto.
Por supuesto, empecé un tercer libro, pero ahora quería algo un poco distinto.
Anteriormente mis historias eran un poco misteriosas, con asesinatos y mucha mucha sangre. Esta nuevo no era así, ahora tenía un mundo fantástico. Estaba lleno de animales mágicos, seres mitológicos, un bosque encantado y dos reinos con conflictos, sin mencionar a aquellos chicos que nunca perdían la oportunidad de enamorarme.
Terminó siendo casi como un cuento de hadas. Como tinkerbell, pero con problemas.
Empezar esa historia fue lo mejor, estaba muy entusiasmada, tenía demasiados escenarios y el final perfecto que a todos les encantaría.
Lo malo es que todo tiene sus límites, y eso incluye la escritura.
Pude escribir más de medio libro sin problema, pero al momento de llegar al final algo pasó.
Mi vida se complicó y mis problemas personales iban en aumento, trataba de detenerlos con terapia y las ayudas que siempre había recibido por parte de mi hermana y mi amigo ¿imaginario?, no importa, esta vez él ya no estuvo ahí. Sentía que no tenía con quién apoyarme. Finalmente, mi mente dejó de funcionar al igual que mis dedos, mi imaginación ya no daba para más, a pesar de que sabía cómo quería que terminara, no lograba conectar mi historia, era como si me estuviera deteniendo el lápiz para que no continuara. Y eso te deja con mucho sentimiento y una gran culpa inexplicable que sabes no debería estar ahí.
Ahora, tres meses desde que entré en este bloqueo no he logrado salir de él. He hecho de todo: meditación, terapia, lectura, medicamentos, diversas formas de arte, ejercicio, descanso, transformé mi habitación completa en una habitación que pareciera salida de mi libro, incluso intenté cambiar de realidad para tomar un poco de inspiración y olvidarme de mi vida diaria por un rato ¡spoiler! Nunca funcionó, y eso me molesta como no tienen idea.
Así que no, no entiendo que pasó.
Un olor a delicioso café me sacó de mis pensamientos, volviendo a prestar atención a Anya - ¿Qué preparas?
-Tu vicio – respondió Anya al tiempo que me volteaba para verla. Junto a la estufa prendida, batía algo en una olla roja justo frente a ella.
- ¿A qué se debe esta amabilidad?
- ¿Qué no puedo ser buena hermana de vez en cuando?
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Editado: 16.12.2025