La Isla del Destino

Día 13

MEDIANOCHE

 

¿Se fugó? ¿Mi hermano? Bueno... Suena a algo que haría él.

—¿Es verdad? —Merlín asintió—. ¿O nunca estuvo aquí?

—Lo estuvo —dijo Mérida, regresando algo agitada.

—¿En serio? —ella asintió—. ¿Podemos buscarlo?

Miré a Merlín, quien alzó una ceja.

—¿Buscarlo? ¿Para qué? —preguntó.

—Ya me tienes, al menos déjame estar con mi hermano.

—Exacto, ya te tengo, así que él ya no me sirve.

Su sonrisa hacía que quisiera golpearlo justo ahí.

—Entonces lo haré yo.

—Ah, ¿sí? —se acercó un poco a mí, riendo—. ¿Cómo?

Sentía cómo la sangre hervía en mis venas. Estaba furiosa y quería descargar todo ese enojo en él. No quería matarlo, solo que sufra, aunque sea un rato.  Comencé a sentir cómo toda esa energía que había sentido en aquel juicio empezaba a fluir por todo mi cuerpo. Mérida y Merlín también lo notaron y retrocedieron un poco. No parecían asustados, al contrario, parecía que se estaban preparando.

—Castiel... —murmuró Mérida.

Él llegó enseguida y eso me hizo enojar aún más. ¿Uno contra tres? Eso sí que es justo. De repente me quedé ciega y cerré fuertemente los ojos, pero poco después los abrí y podía ver mejor que antes. Mi cabello ya no pesaba. Mis manos se prendieron fuego un segundo, y ese segundo fue suficiente para destrozar las esposas.

—¿Es mitad bruja? —le preguntó Castiel a Merlín, pero él no contestó—. ¡¿Lo es?!

—¡No lo sé! —exclamó él.

Mis ojos se fijaron en aquel brujo que, según él, era el más poderoso. Incluso más que yo. Comencé a acercarme a él, pero él retrocedía cada vez que yo daba un paso.

—¿Me tienes miedo? —le pregunté, sonriendo.

—Claro que no.

Empezó a mover sus manos en círculos para preparar una esfera roja.

—Oh... Juegas sucio —le dije mientras reía—. El muerto se asusta del degollado.

Me lanzó la esfera, en vano. La detuve por acto reflejo y gruñó. Mis manos eran mi muro. La bola roja seguía flotando frente a mí, pero recibí otra por parte de Mérida, la cual no vi venir. Caí al suelo junto con la que el muro estaba sosteniendo, e hizo un hoyo en el suelo; justo al lado mío. Sea lo que sea que me haya lanzado, me aturdió muchísimo. Mi cabeza latía y mi corazón bombeada a toda velocidad.

—¡¿Eso es lo mejor que tienes?! —exclamó Merlín.

—¡Lo siento! No recordaba otro más potente —le contestó Mérida.

—Tú —dijo él, señalando a Castiel—, tapa ese hoyo. Ya.

—¿Por qué yo?

—Porque Mérida cree que es delicada y no lo va a hacer.

Mérida soltó un chillido, pero no dijo nada. Cosa que agradecí mucho. Cada palabra era como una bomba para mi cerebro.

Merlín se acercó a mí y se puso en cuclillas.

—Quiero suponer que ahora te comportarás bien.

Asentí, lentamente.

Mi cabeza estaba dejando de palpitar poco a poco y mi corazón volvía a su velocidad normal.

—Con una condición —dije mientras él se alejaba, y se detuvo.

—¿Cuál?

—Sin esposas ni nada parecido.

Lo miré y alzó los hombros.

—Confío en ti.

En cuanto lo perdimos de vista, Mérida corrió hacia mí para ayudarme a levantarme.

—Estoy bien —murmuré, molesta.

—No lo estás, yo también recibí eso hace mucho tiempo y es horrible.

—Entonces, ¿por qué lo hiciste?

—Si no lo hacía, Merlín se iba a enojar conmigo —contestó, haciendo una mueca.

—¿Y qué pasa si se enoja?

Se limitó a mirarme a los ojos.

—No quieres saberlo —dijo Castiel.

Traía una bolsa con tierra y nos apartamos para que hiciera lo que tenía que hacer.

—Me gustaría saberlo, por si se enoja conmigo.

—No lo hará, no te preocupes —contestó él mientras dejaba caer la tierra dentro del hoyo.

Observé lo que esa esfera había provocado y me sentí muy aliviada. Si me hubiese pegado, estaría muerta.

—No sabes la suerte que tienes —dijo Mérida mirando lo mismo que yo.

—Sí, lo sé.

Poco después de aquel incidente donde casi pierdo la vida, nos fuimos a acostar. La cama de Mérida era un poco más grande que la de Agatha, de dos plazas. Pero a diferencia de Agatha, ella me daba la espalda, y lo agradecía. No quería verle la cara después de lo sucedido. Pude haber matado a Merlín, y si lo hubiese hecho, todo sería mejor. Para todos.

—Deja de pensar en Merlín, me desesperas —susurró ella.



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En el texto hay: fantasia, misterio, poderes

Editado: 22.11.2020

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